... A mitad de julio de 1934 se ascendió por méritos contraídos en sucesos declarados como de guerra a dos tenientes de la Guardia civil, uno de ellos fallecido. También fueron condecorados con cruces de plata del Mérito Militar los suboficiales y clases de tropa de la Cuarta División por las alteraciones de orden público de enero de 1933, cuyos hechos fueron declarados como de guerra.
El 10 de septiembre de 1934 se celebró en la Audiencia de Barcelona la vista de la causa instruida contra un abogado separatista, acusado de desobediencia grave al presidente del Tribunal, cuando actuaba de defensor. Acto que dio lugar a graves incidentes, con agresiones al tribunal, gritos de “visca Catalunya lliure” y “muera España”, lanzamiento de piedras y quema de la bandera de la República. Cuando el fiscal salió del Palacio de Justicia agentes de la policía le comunicaron que estaba detenido. Después se dieron varias explicaciones sobre este hecho, entre ellas que fue detenido, “porque iba delante de las turbas gritando “¡Muera Cataluña!”. Posteriormente se aclararon los sucesos y el motivo de la detención del fiscal no fue otro que el haber discutido acaloradamente con el jefe de policía Badía, al reprocharle la poca eficacia con que los agentes a sus órdenes habían actuado, para impedir los alborotos que se produjeron.
Al día siguiente, 11 de septiembre, se conocía la noticia de que los jueces, magistrados y fiscales de la Audiencia habían tomado el acuerdo de pedir todos, colectivamente, el traslado desde Barcelona a otras localidades, fuera de Cataluña. Además, se dirigió al fiscal de la República un telegrama, que dada la imposibilidad de seguir actuando, por no tener las debidas garantías de orden público, la Sala de Gobierno, a propuesta del ministerio Fiscal, ha acordado suspender todos los juicios orales mientras duren estas circunstancias anormales
Este mismo día, como homenaje a Casanova, se efectuó el desfile de entidades frente a su monumento, la colocación de ramos y coronas de flores, se cantó reiteradamente Els Segadors y los gritos de “Visca Catalunya” y “fora Espanya”. También, se reunieron elementos comunistas que desfilaron con banderas rojas y el puño en alto, cantando la Internacional en castellano, pero como los individuos que le daban la guardia les pidieron que se callasen o cantasen en catalán, los manifestantes les agredieron y siguieron con su canto.
El hecho más destacado del año 1934 fue la llamada revolución de Octubre. El día primero, nada más abrirse las Cortes, se produjo la crisis de Gobierno y Lerroux formó un Gobierno de coalición en el que incluía a tres ministros de la CEDA, hecho que fue el detonante de la revolución, largo tiempo anunciada y preparada.
Desde los primeros meses del año se sucedieron diversos actos que anunciaban la explosión social. En el mes de abril, en el quinto congreso de la federación de Juventudes Socialistas triunfó la tendencia más radical, pues “al capitalismo se le vence en la calle revolucionariamente” y Largo Caballero aseguró que había que crear un ejército revolucionario, organizado militarmente para defenderse primero y luego conquistar el poder, sería el futuro ejército rojo. En el texto del congreso se puede leer:
“En relación con el problema militar, las juventudes socialistas habrán de abarcar un criterio totalitario. En primer lugar, deberán militarizar sus cuadros, dotándolos de una rígida disciplina, tanto más severa por cuanto nace del propio convencimiento y no de una imposición externa. Fuera del ejército, serán las juventudes socialistas la base militar de actuación del partido en el orden civil”.
Las milicias de los partidos representaban el nacimiento de una nueva forma revolucionaria. Las juventudes comunistas organizaron en 1933 una fuerza de choque callejera, las milicias antifascistas obreras y campesinas, que entre sus mandos contaron con algunos profesionales de las fuerzas de orden. El descubrimiento del contrabando de armas en Asturias arrojaba toda la luz que los incrédulos y los descuidados necesitaban para ver claramente la realidad y la importancia del peligro. Los detenidos eran veinticuatro socialistas, dos diputados a Cortes y el vicepresidente de la diputación, a donde pertenecía la camioneta capturada por los Carabineros.
Al Gobierno de Leroux y a su ministro de la Guerra Hidalgo Durán, les correspondió la grave tarea de enfrentarse a la revolución de octubre. Los socialistas y la UGT dieron la consigna de huelga general, que tuvo dispar contestación. Las noticias publicadas fueron muy dispares y el Gobierno trató de minimizar los hechos. El cuatro de octubre circularon por Madrid rumores de que se iba a declarar una huelga general y las autoridades dieron órdenes, disponiendo los equipos militares que debían hacerse cargo de los distintos servicios de protección y vigilancia en las estaciones de metro, tranvías y autobuses, instalaciones de gas y electricidad, registros de agua, Palacio de Comunicaciones y de la compañía de teléfonos. Sobre la media noche se produjo un fuerte tiroteo en la barriada de Prosperidad, donde se descubrió un importante depósito de armas. También hubo disparos en el centro de la ciudad, la calle Alberto Aguilera, el paseo de Rosales, donde se halla el cuartel de la Montaña, y en las proximidades del cuartel de Ingenieros. Se produjo un intento de asalto a un tren en la estación de Atocha y se apedreaban los coches de línea, se pretendieron volcar tranvías y la colocación de piedras en las vías. A primera hora de la tarde, los detenidos en la dirección general de Seguridad eran más de cuatrocientos.
Se produjo un intenso tiroteo en la Puerta del Sol y hubo un atentado contra el ministerio de la Gobernación. A la agresión reaccionó la fuerza de orden y durante tres cuartos de hora dispararon ametralladoras situadas en las azoteas de la plaza. También se disparó contra los ministerios de Obras públicas y Comunicaciones, el Congreso, algunas comisarías, el cuartel de la Guardia Civil de la calle Guzmán el Bueno y los puestos del Puente de Segovia y del barrio del Terol, hubo un intento de asaltar la Telefónica y por la noche grupos sueltos, algunos en camiones, trataron de mantener la alarma por los barrios. Fue declarando el estado de guerra en todo el territorio de la República.
En diversas provincias, como medida preventiva, se concentraron las fuerzas de la Guardia Civil y se acuartelaron las tropas, al mismo tiempo que los gobernadores civiles tomaban las medidas necesarias para evitar el desabastecimiento de la población. Se dieron noticas de huelga general, con graves incidentes con muertos y heridos, en Salamanca, Sevilla, Córdoba. Huelga parcial en Bilbao, Murcia, Jaén, Valencia, Segovia, Zaragoza, Gerona, Castellón de la Plana, La Coruña, Málaga y otras provincias. El segundo día de huelga general, aparte del paro que todavía mantenían obreros en obras y talleres, se consideraba fracasada en cuanto se refería a los servicios públicos y la vida del vecindario. El comercio abrió y el abastecimiento se hizo con toda normalidad. Se publicaron los periódicos de derechas, no así los de izquierdas.
Pero, donde se produjeron los incidentes más graves de toda España fue en Asturias con su cuenca minera y Cataluña con su separatismo. El viernes día cinco, en Asturias se desarrollaron movimientos en la cuenca minera, con enfrentamiento con la fuerza pública y asaltos a cuarteles de la Guardia Civil y de Asalto, con muertos y heridos en ambos combatientes. En Mieres se cortaron las comunicaciones y los revoltosos se hicieron los amos de la situación, declarando el comunismo libertario. En Oviedo al medio día se declaró el estado de guerra y fuerzas del Ejército ocuparon puntos estratégicos y de momento la tranquilidad era completa. También sobre la capital y la cuenca minera volaron aviones procedentes de León, para intimidar a los revoltosos.
Los sediciosos publicaron un bando, haciendo saber que quedaba constituido el Ejército rojo, al que podían pertenecer los trabajadores dispuestos a defender con su sangre los intereses de la clase proletaria:
“El aplastamiento de los contrarrevolucionarios y la conservación de nuestras posiciones exigen tener un ejército invencible, aguerrido, valiente, para edificar la sociedad socialista”.
El comité revolucionario publicó un manifiesto:
“Las arrolladoras fuerzas de la revolución se apoderaron de Cataluña, que está en poder de nuestros camaradas. En Madrid, Valencia y Zaragoza, Andalucía, Extremadura, Galicia, Vizcaya y el resto de España, sólo quedan pequeños focos de enemigos como os acabamos de decir. El cañonero Dato y otros buques de guerra se han puesto al servicio de la revolución y para terminar de una vez con esta situación en lo que respecta a Oviedo debemos dar el último empujón contra los defensores de la capital moribunda”.
El sábado día 6 el ministro de la Guerra, a preguntas de los periodistas, contestó respecto a la situación de las tropas que actúan en la cuenca minera, para rendir a los revoltosos que ocupan todavía algunos puntos estratégicos, es completamente favorable a sus propósitos. El avance de las distintas columnas organizadas se hace con lentitud pero con resolución, para no exponer a las fuerzas a pérdidas inútiles. Las primeras tropas, en una acción conjunta con las fuerzas de orden público, van reduciendo los distintos focos rebeldes y desarmando a pequeños grupos, que deponen su actitud en cuanto observan la llegada de las fuerzas.
Pero, para someter la rebelión en Asturias hizo falta la intervención de unidades del Ejército peninsular y del Protectorado de Marruecos, Tercio y Regulares, que formaron columnas que convergieron sobre Oviedo, donde resistía la guarnición y la Guardia Civil. Además de la Armada, con desembarco y apoyos, y la Aviación con ataques y reconocimientos. Como dato curioso y precursor, se emplearon dos autogiros.
El otro punto gravemente conflictivo de la geografía española era Cataluña, en donde hacía tiempo que se venía anunciando un estallido por parte del Gobierno de la Generalidad. No era nada nuevo que en los actos oficiales se injuriase constantemente a España, sin que se produjera ninguna reacción oficial. Declarada la huelga general, desde la mañana del día cinco, grupos compactos y numerosos se dedicaban a recorrer las calles de Barcelona, donde el paro era general y se comentaba la inminencia de la proclamación del Estado catalán. Por orden del general de la División:
“los cuarteles y edificios militares se consideraban como guardia permanente y cuantos elementos se destaquen para algún servicio o para no permitir en las inmediaciones de los mismos el menor desorden, ni coacción, se considerarán y actuarán como centinelas”. “La fuerza dará el alto a cualquier grupo sospechoso y en caso de no ser obedecida a la tercera intimidación, harán uso de las armas”.
En una reunión de los consejeros, comisiones y representaciones, se acordó proclamar el Estado Catalán y ofrecer refugio al Gobierno provisional de la República Federal Española en el territorio catalán, hasta que las circunstancias le permitieran instalarse en la capital del Estado. Salieron al balcón de la Generalidad su presidente con el consejero de Gobernación con directivos de las agrupaciones de Estat catalá y el presidente Companys se dirigió a la masa que ocupaba la plaza de la República:
“La Cataluña liberal, democrática y republicana, no puede estar ausente de la protesta que triunfa por todo el país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con los hermanos que en las tierras hispanas luchan hasta el morir por su libertad y por el derecho. Cataluña enarbola su bandera y llama a todos al cumplimiento del deber y la obediencia absoluta al Gobierno de la Generalidad, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas”. “el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española”
A continuación llamó por teléfono al general Batet manifestándole que acababa de proclamar el Estado Catalán. Contestando el comandante militar que no podía darse por notificado y a continuación publicó la declaración del estado de guerra; que fue leída a las diez y media de la noche, por una unidad de Infantería frente el edificio de la Generalidad. Poco después llegaban tropas de Artillería con su material.
Al darse cuenta los Mozos de Escuadra de que las unidades se aproximaban, su mando trató de detenerlas y al no conseguirlo ordenó a los mozos que se preparasen para hacer fuego, lo que hicieron cuando las piezas habían ocupado el centro de la plaza; resultando heridos un oficial y siete soldados, de los cuales uno falleció poco después.
Sobre la una de la madrugada se dispararon hasta veinte cañonazos contra las fachadas de los edificios de la Generalidad y el Ayuntamiento; continuando las descargas entre ambos contendientes hasta las dos y media, hora en la que, sin ninguna tregua convenida, cesó el fuego. Tiempo que los soldados aprovecharon para apostar nuevas piezas frente a los dos edificios. A las cinco y media aproximadamente se reanudó el fuego de fusilería y los cañones dispararon contra la puerta de la Generalidad. Al amanecer con la situación cada vez más crítica y sin esperanza de recibir auxilios; ante la amenaza de los preparativos para emplear de nuevo las piezas de Artillería y la noticia que habían llegado al aeródromo del Prat aviones de caza, que podrían atacar el edificio, el presidente decidió rendirse y mandó izar la bandera blanca. Otras dependencias de la Generalidad también fueron asaltadas y en el resto de la ciudad se promovieron graves incidentes con detenidos, enfrentamientos armados y barricadas, resultando heridos y muertos. Las tropas ocuparon varios puntos, entre ellos la Telefónica, donde instalaron varias ametralladoras, y se incautaron de las emisoras de radio
Terminada la “aventura del octubre rojo español”, tuvo un saldo de:
La resaca revolucionaria tuvo su mayor expresión en los consejos de guerra Tratar los consejos de guerra consecuencia de la revolución de octubre de 1934 podía ser interminable, todos los periódicos diariamente, durante los meses que restaban de 1934 y el siguiente de 1935 contenían, con más o menos detalle, los innumerables consejos de guerra que se celebraron en toda la geografía española. Había periódicos que tenían un apartado dedicado a los consejos de guerra del día.
Correspondía juzgar los delitos cometidos contra el orden público, una vez declarado el estado de guerra, a la Jurisdicción Castrense y, en cumplimiento de lo establecido, estaban sometidos a sus fallos, además de los mandos militares que no cumplieron con sus obligaciones y aquellos al servicio de la Generalidad y que a sus órdenes actuaron, los civiles de todas las categorías desde diputados a agitadores. A finales de marzo de 1935 se aprobó la prórroga del estado de guerra y el indulto del diputado González Peña, condenado a pena capital y a otros veinte reos.
El 12 de abril el Gobierno restituye a la Generalidad de Cataluña todas las funciones que tenía antes del 6 de octubre, excepto el orden público.
“Pues la realidad había demostrado que el Estado no puede desprenderse de los atributos que este servicio significa”.
Dos días después, el 14 de abril de 1935 se celebraron los actos conmemorativos del aniversario de la proclamación de la Segunda República.