La principal tarea del nuevo presidente será desmontar la tremenda ideologización y crispación del pueblo americano, a lo que no es ajeno su propio partido -el Partido Demócrata-, y que ha encendido las calles durante meses. Es indudable que el estilo Trump ha desconcertado a muchos y, a pesar de sus logros en los terrenos nacional -económicos- e internacional -ausencia de nuevos conflictos bélicos-, estos no han sido suficientes para su reelección, venciendo definitivamente el rechazo al presidente saliente por la casi totalidad de los medios nacionales e internacionales, con mayor o menor razón.
El presidente Biden, de 78 años de edad, quiere la reconciliación y eso es buena cosa. Hará falta que desactive cuanto antes, una vez conseguido su objetivo, aquellas organizaciones puestas en funcionamiento para descabalgar a Trump de la presidencia. Por otro lado, es de suponer que los seguidores de Trump y él mismo enfríen también el ambiente una vez asimilada su derrota.
Los Estados Unidos, por suerte o por desgracia, son necesarios para la estabilidad mundial -y de Occidente en particular-, toda vez que otras potencias como Rusia y China, regímenes no precisamente democráticos, continúan sus propias políticas -militares y económicas- de expansión, estando en proceso de sustitución de la influencia americana en no pocas zonas del mundo.
Enhorabuena al pueblo americano y al presidente Biden en particular, deseando que la paz y la concordia vuelva pronto a sus hogares.