Cuando Valle Inclán inventó el esperpento no se figuraba que la mayoría de la literatura del siglo XXI iba a ser un esperpento mismo. Cierto es que en un periodo de tiempo muy breve se han publicado una gran variedad de libros, y más aún con la digitalización de estos, ¿qué escritor se ha visto impedido a publicar un libro digital? Y ahora que el papel escasea preferimos proteger el medio ambiente que sanear nuestra escasez cultural.
Pero el motivo de este artículo no es sino la literatura que nos invade. Hemos confundido novela con televisión, poema con videoclip, y se han escrito libros como si fueran guiones cinematográficos y poemas como spots publicitarios. La era de la comunicación no puede confundirnos, no puede hacernos perder el ingenio de la palabra.
La palabra es grandiosa si se sabe utilizar. La palabra puede ser belleza, y a la vez la mayor crítica social. Pero si la palabra está vacía, si es torpe y poco precisa, la televisión habrá ganado el pulso a la literatura.
La literatura fácil es otro leitmotiv del siglo XXI. Si la palabra está vacía, ¿por qué no el contenido de las obras, su estructura y argumentación? Esta literatura fácil no se puede camuflar bajo una falsa sencillez, no es más que un vacío de pensamiento, más hueco y seco que el Canal de Isabel II, que con estos precios que pagamos es deficitario.
Pero esta sequía literaria no es únicamente indulto del escritor; la literatura es reflejo de la sociedad, y esta, vacía ya antes, no sabe qué aportar a la literatura. Esta era de la Globalización nos hace creer que poseemos todo, y ese todo que nos obsequia está vacío. No es más que un espejismo, y la literatura, reflejo del espejismo.
Pero aún podemos cambiar el rumbo que nuestra sociedad y la literatura han tomado; Dostoyevski y Saint-Exupery nos dan la clave con "La belleza salvará al mundo" y "Lo esencial es invisible a los ojos", dos literatos que reflejaron la grandeza del hombre en sus libros con ingenio.