Las elecciones regionales en Galicia y el País Vasco consolidan la decadencia del PSOE ante la aparición de Podemos y muestran la falta de preparación de Ciudadanos en gran parte del territorio nacional.
La amplia victoria del PP en Galicia marca el rumbo de esta última etapa de la legislatura actual y la situación en el País Vasco sigue como estaba, en manos de nacionalistas e independentistas.
Las elecciones regionales en Galicia y el País Vasco consolidan la decadencia del PSOE ante la aparición de Podemos y muestran la falta de preparación de Ciudadanos en gran parte del territorio nacional.
La amplia victoria del PP en Galicia marca el rumbo de esta última etapa de la legislatura actual y la situación en el País Vasco sigue como estaba, en manos de nacionalistas e independentistas.
REVISTA DE PRENSA
“No hemos cumplido con el objetivo. No hemos podido terminar el ciclo electoral que empezamos en Cataluña, pasando por el Parlamento Europeo, 12 parlamentos autonómicos y el Congreso de los Diputados”. Así comenzó su comparecencia el vicesecretario general del partido, José Manuel Villegas, en la sede nacional de Ciudadanos en Madrid. El número dos de Albert Rivera reconocía la “decepción” de todos los miembros de la formación naranja, incluido el líder —que estuvo durante unos minutos en la sede—, después de haberse volcado en las campañas electorales de las últimas semanas. Este lunes, la ejecutiva nacional del partido se reunirá para hacer un estudio pormenorizado de los resultados.
El partido de centro insiste en que "no se pueden extrapolar" los resultados obtenidos en las generales con los de estas autonómicas, porque la gente "vota de forma muy distinta". Pero la necesaria comparación pone de manifiesto la sangría de votos experimentada por los naranjas en todas las circunscripciones. Empezando por las gallegas, en A Coruña Ciudadanos logró este domingo el 3,33% de los votos, hasta 18.973, frente a los 59.863 que consiguió el 26-J (9,39%). En cuanto a Lugo, los de centro consiguieron este 25-S apenas el 2,72% de los sufragios, traducidos en 4.975 papeletas, mientras que el pasado junio llegaron a los 13.220 votos (6,92%). En Pontevedra, otra de las circunscripciones de la que esperaban obtener un diputado autonómico, los resultados también fueron muy insuficientes. Solo el 3,88% de los electores se decantó por los de centro, un total de 18.551 votos, cuando en las últimas generales lograron la confianza de 47.905 electores (8,87%). Por último, en Ourense, Ciudadanos se hizo con el 2,72% de los votos y 4.735 papeletas, muy lejos de los 12.950 sufragios y el 7,06% obtenidos en junio.
[Consulte aquí los resultados de las elecciones gallegas]
El caso de Euskadi es muy similar. En Álava —la única esperanza de Ciudadanos para entrar en la Cámara de Vitoria—, los de centro obtuvieron el 3,17% de los votos y sumaron 4.754 papeletas (la mitad que las logradas en las últimas generales, cuando llegaron a los 8.335 sufragios). En Vizcaya, los naranjas se hicieron con el 1,92% de los apoyos —en total, 10.912 votos—, prácticamente la mitad de las conseguidas el 26-J, jornada electoral en la que el partido de Rivera conseguía la confianza de 20.491 electores (el 3,31%). Por último, en Guipúzcoa, C’s se quedó en el 1,67% de los votos y 5.696 papeletas, mientras que en junio alcanzaron los 11.500 sufragios y el 3,17%.
[Consulte aquí los resultados de las elecciones vascas]
Será este lunes cuando el partido de centro analice en profundidad los resultados en su ejecutiva nacional y Albert Rivera comparecerá en rueda de prensa. El vicesecretario general restó importancia a algunas polémicas generadas durante la campaña y las tildó de "anécdotas". La formación naranja también descarta, 'a priori', que la política de pactos nacionales —en última instancia, el acuerdo alcanzado con el PP— haya podido perjudicar sus resultados en estas autonómicas, especialmente en Galicia, donde no consideran que les pueda penalizar el pacto con Mariano Rajoy. Ciudadanos, según fuentes de la ejecutiva, no ve posible que el actual bloqueo político pueda desencallarse a raíz de este 25-S y descarta establecer nuevos contactos con el líder socialista, Pedro Sánchez.
En todo caso, el norte comprende sin duda los territorios más difíciles para Ciudadanos. Lo demuestran los resultados de las dos últimas elecciones generales en las que, junto a Navarra, Galicia y Euskadi fueron las comunidades con menos votos para los naranjas. En el caso gallego, el partido de centro obtuvo el 20 de diciembre un 9,06% de los sufragios, logrando un diputado por A Coruña. Pero eléxito le duró poco, porque en los comicios del 26 de junio lo perdió, al quedarse en el 8,63% de los votos. En cuanto al País Vasco, Ciudadanos tuvo un apoyo todavía más escaso en las generales. Si el 20-D obtuvo un 4,11%, el 26-J apenas logró el 3,51% de los votos.
Aun así, el partido de Rivera confiaba en el suelo de votantes consolidadodurante los últimos meses, pese a que el 26-J Ciudadanos perdió el escaño obtenido en las elecciones de diciembre en la circunscripción de A Coruña, al dejarse el 0,6% de votos. En Pontevedra no logró escaño tampoco el pasado 20-D, pero fuentes del partido insistían en que la "tendencia de voto" podría haberles brindado la oportunidad de irrumpir en las autonómicas de septiembre. La situación del partido de centro era complicada en la primera circunscripción, después de que la dirección coruñesa dimitiera en bloque el pasado mayo. Aunque la candidata a la Xunta, Cristina Losada, y el resto de dirigentes no se estrenarán en las instituciones, el partido aseguró “que seguirán trabajando” por lograr ese espacio de centro.
En cuanto al País Vasco, era sin duda la comunidad más complicada para el partido de centro. La única oportunidad que divisaba la formación pasaba por el escaño autonómico por Álava del que hasta ahora disponía Gorka Maneiro, actual líder de UPYD. Al final, el candidato naranja, Nicolás de Miguel, no logró hacerse con el espacio de centro existente y con los restos del partido magenta, pese a haber contado en campaña con el apoyo de ‘pesos pesados’ de la formación fundada por Rosa Díez, como Fernando Savater y Francisco Sosa Wagner.
Las elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco, que los principales partidos situaron en el horizonte como el acontecimiento que ayudaría a desencallar el bloqueo político, no han supuesto un gran vuelco. El PP reafirma su dominio absoluto en Galicia y su candidato, Alberto Núñez Feijóo, se convierte en la figura más relevante del futuro de este partido. Iñigo Urkullu, el candidato del PNV, revalida con facilidad su primera posición, y mirará hacia los socialistas en busca de un pacto que le dé estabilidad. El PSOE sufre en las dos comunidades un duro retroceso y Pedro Sánchez resulta más debilitado en la guerra interna de su partido.
La victoria del PP en Galicia, con una mayoría absoluta que se ha convertido casi en un fenómeno único en la fragmentación actual de la política española, no contribuirá a desbloquear la situación política en el escenario nacional, pero será utilizada por Mariano Rajoy para airear la fortaleza del Partido Popular y acrecentará la sensación de que, en unas hipotéticas terceras elecciones generales, los resultados de este partido podrían ser incluso mejores que los del 26-J.
En el País Vasco, Iñigo Urkullu, con una campaña templada y alejada de posiciones independentistas radicales, mantiene al PNV como la fuerza indispensable para gobernar el País Vasco. No logra la comodidad que proporciona la mayoría absoluta, pero con 29 escaños -dos más que hace cuatro años- dispone de la proporción suficiente para facilitar su investidura. Mirará, en busca de un Gobierno estable durante la nueva legislatura, hacia su socio tradicional en muchas instituciones de esa comunidad autónoma: El Partido Socialista de Euskadi. Ese es el único argumento -el de convertirse en una fuerza necesaria- que podrá esgrimir la candidata del PSE, Idoia Mendia, para justificar un resultado que es muy malo en términos absolutos. Los socialistas son la cuarta fuerza en el País Vasco, con 9 escaños (7 menos que en 2012) y se han visto superados con creces no solo por la izquierda abertzale de EH Bildu, sino por Podemos.
El País Vasco vuelve a demostrar que es un ecosistema en sí mismo, ajeno a las claves de la política nacional. A pesar de que la justicia prohibiera finalmente la candidatura de Arnaldo Otegi, la gran esperanza de EH Bildu, la izquierda abertzale ha obtenido 17 escaños y resiste como segunda fuerza política.
El Partido Popular ha retrocedido un escaño respecto a los 10 que obtuvo en 2012. Su candidato, Alfonso Alonso, incorporado a última hora a la competición y a regañadientes, ha intentado aguantar el tipo con un discurso frentista similar al que protagonizó históricamente Jaime Mayor Oreja, en el que se presentaba como la única fuerza constitucionalista en el País Vasco.
En cualquier caso, el PP nacional daba por descontado este retroceso. Su victoria, la que ondeará a partir de hoy mismo y en los próximos días, será la de Galicia. Y el PSOE, constante en su deterioro electoral, procurará pasar página inmediatamente ante estos resultados. Pedro Sánchez emprenderá de inmediato su intento por construir una alternativa de Gobierno a la del PP, en la que muy pocos creen, mientras hace frente a la oposición interna a tumba abierta que los dirigentes territoriales críticos del partido han puesto en marcha.