Dos grupos de series televisivas, de gran éxito, buscan detener a los delincuentes de dos maneras diferentes. C.S.I. Las Vegas, C.S.I.: Miami y C.S. I.: Nueva York, mediante un análisis exhaustivo de las huellas que el delincuente ha dejado, inevitablemente, en el lugar del delito: huellas dactilares, palmares, de zapatos, neumáticos, ADN, semen, pelo, sangre, arma, perfume y un largo etcétera. Otra serie, Mentes criminales, constituida por un equipo de perfiladores que llevan a cabo análisis psicológicos y criminológicos de los delincuentes y de Victimología -las grandes olvidadas-, que consiguen identificarlos y apresarlos.
Pero ha surgido un nuevo tipo de huellas que no son ni físicas ni psíquicas y que ha dado lugar a una nueva serie: C.S.I.: Cyber.
Parece ser que la protagonista de C.S.I.: Cyber, ha tomado como modelo una forense cibernética real. En efecto, según esta forense constata, hoy día, no existe delito que no deje alguna huella cibernética: un SMS, un E-mail, un WhatsApp, una llamada telefónica, una imagen en una cámara, que debidamente aumentada en un ordenador, permite ver, quizá, el rostro del delincuente, una compra o una indagación on line, por no hablar de los delitos exclusivamente cibernéticos.
De hecho, si pasamos a la novela negra, cuya acción transcurre estos tres o cuatro últimos años, y no aparecen uno o varios de los aparatos de las nuevas tecnologías, disminuye la credibilidad de la trama. Más aún, sobre todo, en las películas y las series, los nativos digitales, saben en qué año transcurre la acción simplemente por el tamaño del ordenador de sobremesa o el tipo de teléfono móvil que utilizan los actores.
De forma literariamente incorrecta, muy incorrecta, se puede calificar de novela negra, el libro que dos policías han escrito explicando con gran claridad y amenidad los distintos virus y amenazas que acechan al usuario de la red, si bien, le proporcionan las armas para defenderse, por lo que habría que dar las gracias sinceras a estos dos policías. Pero el lector se preguntará, razonablemente, que este libro es más bien un informe y no una novela negra, porque, por ejemplo: ¿quién es el protagonista? La respuesta es la de que el protagonista es usted, querido lector, que ahora mismo se encuentra ante su ordenador, tableta o smartphone. En toda novela negra existe un verdugo, una víctima y un detective o investigador/a. Aquí, el verdugo es el cracker individual o la institución privada o pública que quiere perjudicarle o invadir su privacidad. La víctima es usted, pero, también es el detective o investigador/a, que tiene en sus manos los medios para detectar y detener el correspondiente ciberataque (Pere Cervantes y Oliver Tauste, INTERNET NEGRO, Editorial Planeta, S. A., 2015).
El siguiente libro, sí está novelado y retrata, con indudable acierto, los peligros dela red para los usuarios analógicos, pero, sobre todo, el peligro de suplantación de identidad en las redes sociales. ”Según el observatorio Legalitas, más de 4,5 millones de personas se han visto afectadas por el robo de datos personales. España es el país de la Unión Europea que ha sufrido más robos de identidad a través de Internet muy por encima de la media europea según los datos de Eurostat. Las pérdidas económicas por el uso fraudulento de la identidad ascienden a los 8.000 euros de media por caso. El robo de identidad es el delito que más crece en el mundo, en España, un 18 por ciento de los ciudadanos ha sido víctima de ello.” (http://www.harveylluch.com/webhl/blogharveylluch/entry/aumentan-las-denuncias-por-suplantacion-de-identidad-en-espana). Confieso que, como en el caso de Cervantes y Tauste, me he quedado con ganas de hablar con este autor, pero ello no es posible, porque se trata de un testigo protegido durante toda su vida (Antonio Salas, LOS HOMBRES QUE SUSURRAN A LAS MÁQUINAS, Ed. ESPASA, 2015).
Al tercer libro le ocurre lo que al primero: resulta literariamente incorrecto, muy incorrecto, calificarlo de novela negra. Dicho libro constituye un informe detallado que demuestra que ya estamos en guerra, en una ciberguerra, y que tanto usted como yo somos soldados activos en la misma. Así, si quieren producir una denegación de servicios, bloquear una web o echarla abajo enviarán a la página en cuestión, por ejemplo, 80.000 correos a la vez y uno de esos correos será el suyo o el mío, sin que lo sepamos, porque será muy difícil que su ordenador y el mío no sean ya zombies. Pero también podemos ser las víctimas, esto es, capturados. Basta con que descarguen en nuestro ordenador un archivo terrorista, o de pedofilia., para que acabemos en el calabozo, hasta que el asunto se aclare, cosa que cada vez es más difícil y en todo caso ya quedamos victimados en el sentido de que vecinos familiares y amigos nos mirarán y considerarán de manera diferente. Sin embargo, ésta sería la parte menor de la ciberguerra, porque la que de verdad preocupa es la de los ataques a nuestra instalaciones estratégicas, especialmente a las eléctricas, dado que todos suponemos lo que sería privar a una ciudad de elctricidad -sus semáforos, sus bancos, sus ordenadores, etcétera-, durante una semanas. (Alejandro Suárez Sánchez – Ocaña, EL QUINTO ELEMENTO, con un subtítulo, Espionaje, Ciberguerra y Terrorismo, El próximo 11 – S Empezará con un Clic, Ed. SEUSTO, 2015).
La cuarta y última novela transcurre en 2040. Adelantar el futuro es un recurso acertado para exponer las consecuencias que se derivarían de esa sociedad, casi siempre distópica. La novela no me ha gustado demasiado, aunque algunos de los impresionantes progresos que se anuncian me parece que se van a cumplir. En todo caso, cada uno de estos adelantos técnicos pueden fundamentar, por sus repercusiones, una novela negra. Pero, especialmente, lo que plantea esta novela es que el progreso de estas nuevas tecnologías, entre otras cosas, permitirá dar un salto en la evolución de los humanos, hasta convertirlos en poshumanos o transhumanos. Lo que implica, a su vez, su eticidad y sobre todo, la lucha para que una minoría transhumana no esclavice a los humanos. De hecho, el autor ha ganado el Premio H. G. Wells otorgado por la Asociación Mundial Transhumanista por sus contribuciones al transhunanismo. (Ramez Naam, Nexus, Editorial Planeta, 2016). Lo cierto es, que cada vez con mayor frecuencia, novelas y series negras utilizan escenarios del futuro, unidos a los avances tecnológicos, para desarrollar su acción.
En resumen, que las posibilidades de las llamadas nuevas tecnologías constituyen uno de los signos de nuestro tiempo y que su referencia en la novela negra facilitaría la captación, sobre todo, de lectores jóvenes.
Francisco Ansón