No tendrán que ir a la correspondiente Academia que les imparta los conocimientos que les permitan superar los exámenes teórico y práctico necesarios para obtener el Permiso de Conducción. Lo hará todo el coche. Nuestro automóvil conocerá con absoluta precisión todas las normas de circulación y se “autoconducirá”, de tal manera, que los accidentes disminuirán de forma apreciable.
Ya están circulando, en pruebas, los primeros prototipos, Google, Appel, Ford, Toyota, etc., con resultados prometedores a pocos años vista. También en España, los ingenieros del Centro de Visión de Barcelona han presentado un coche que no necesita conductor, gracias a las múltiples cámaras y sensores incorporados a su carrocería, esto es, que funciona sin la interacción humana, que puede viajar solo, sin ningún ocupante, y en el caso de que vayan uno o varios ocupantes, podrán ir viendo en una pantalla desde las noticias del día, hasta su película preferida, pasando por ver y escuchar el concierto que más les apetezca o escuchando una conferencia o, incluso, estudiando, mientras, quizás, degustan una taza de café.
Recuerdo, todavía, la Academia en que me enseñaron a conducir, que se publicitaba con un hombre, elegantemente vestido con sombrero y corbata, el pecho desmedidamente fuerte, propio de una gran atleta y que en su mano derecha portaba un aro por el que hacía pasar un coche, demostrando así el dominio del vehículo en cuestión que la Academia proporcionaría a sus alumnos. Pues bien, con nostalgia, pienso que estas Academias, no sólo las de León sino las de todos los países desarrollados y quizá las de todo el mundo, están destinadas a desaparecer; de la misma manera que, intuyo, que han desaparecido los videoclubs, donde, al entrar en ellos, nos sumergíamos en un mundo de fantasía ante las docenas y docenas de películas que se podían alquilar.
Otras Academias condenadas son las de idiomas y muy afectados los colegios bilingües. En efecto, según los que saben de estos temas, dentro de diez años con un pequeño auricular, que apenas sobresaldrá del pabellón de la oreja, oiremos en nuestro idioma la traducción simultánea de lo que se está hablado en otra lengua. Además, lo que nosotros hablemos será traducido al idioma correspondiente y no con una voz de ordenador sino con la voz del que está hablando, porque a tanto han llegado los avances de la ingeniería acústica. Naturalmente, la precisión en la traducción, tanto del lenguaje hablado como del escrito, se irá perfeccionando, gracias a las máquinas que aprenden, las que ya ha creado la Inteligencia Artificial y que funcionan con una capacidad de aprendizaje tan asombrosa, que han conseguido derrotar al hombre en campos propios de la inteligencia humana.
Es cierto, que el pequeño auricular del que se habla está previsto para 90 idiomas y en el mundo existen 7.106 lenguas, pero este auricular, además de reducir la hegemonía del inglés, fomentará –siempre según los que saben de estas cuestiones- el desarrollo y bienestar de la Humanidad, al establecer un a modo de lenguaje común, casi universal.
Dentro de los proyectos ya en marcha, he leído en un artículo, tan documentado como riguroso, un avance, en el sentido de lo que aquí se está tratando, que es para “aplaudir con las dos orejas” a los científicos e ingenieros que lo están consiguiendo: “La tecnología también contribuirá a reducir el aislamiento social de millones de personas con problemas auditivos y trastornos del lenguaje. Hace poco viajé a Ucrania y me encontré con un grupo de estudiantes de ingeniería que me enseñaron un robot llamado Enable Talk, que utilizaba sensores en los dedos para reconocer el idioma de los signos y traducirlo al lenguaje textual y enviarlo al smartphone a través de Bluetooth. A continuación, el texto se convierte en voz, lo que permite "hablar" a las personas sordo mudas, además de ser escuchadas. Dentro de poco tiempo, el lenguaje hablado podría ser uno de los que podamos elegir en el menú despegable del teléfono”. (http://www.expansion.com/ economiadigital/ innovacion/2016/02/02/56b0e775e2704eac2c8b4689.html).