Manuel Pastor Martínez

EL PESO DEL MUNDO SOBRE IOWA

El autor del artículo Manuel Pastor, Alfonso Guerra y sus hijos y el actual precandidado demócrata Bernie Sanders junto a su esposa, hace 20 años en el Middlebury College de Vermont
Manuel Pastor Martínez | Martes 02 de febrero de 2016
Esta primera noche de Febrero nada importó lo que ocurría en otras partes del planeta, plagado de terrorismos y guerras, con dictaduras y democracias en crisis o fallidas. En este pequeño Estado de granjeros del Medio Oeste norteamericano, con 99 condados en los que se han celebrado aproximadamente 1.700 asambleas, triunfó una vez más la democracia pura, individual y libre, con partidos pero sin partitocracia.

Con idéntico título publiqué en Enero de 2012 un artículo para el semanario digital The Americano (hoy, creo, perdido en la para mí misteriosa “nube etérea”), que dirigía mi amigo riojano Alberto Acereda desde Arizona (USA), profesor de literatura española en la universidad y asesor de la candidatura presidencial del republicano conservador Newt Gingrich frente al favorito del Establishment GOP, el republicano centrista Mitt Romney. Cuatro años después nos encontramos ante el mismo escenario, el caucus de Iowa que marca el inicio de las elecciones primarias presidenciales 2016 en los Estados Unidos de América.

Parafraseando lo que escribí hace años, la noche de este lunes primero de Febrero la atención del mundo se concentró de nuevo sobre el pequeño Estado de Iowa –que perteneció durante casi medio siglo a la Corona de España, como parte de Las Luisianas-, donde junto a las grandes ciudades como Des Moines, Cedar Rapids, Davenport y Sioux City encontramos pequeños pueblos o condados con nombres tan españoles como León, Madrid, Toledo, Alta Vista, Buena Vista, Cerro Gordo, Palo Alto, Nevada, Castaña, Laurel, o De Soto (en honor del conquistador y explorador Hernando de Soto), y con discretas universidades donde en un tiempo enseñaron lengua y cultura españolas mis paisanos astorganos Jerónimo Mallo y Ricardo Gullón. Tomando prestada la más famosa metáfora del poeta también astorgano Leopoldo Panero, el peso del mundo gravitó mágicamente sobre Iowa.

Esta primera noche de Febrero nada importó lo que ocurría en otras partes del planeta, plagado de terrorismos y guerras, con dictaduras y democracias en crisis o fallidas. En este pequeño Estado de granjeros del Medio Oeste norteamericano, con 99 condados en los que se han celebrado aproximadamente 1.700 asambleas, triunfó una vez más la democracia pura, individual y libre, con partidos pero sin partitocracia.

El jueves 27, antes del debate final de los republicanos que precedió al caucus de Iowa, el influyente diario neoyorquino The Wall Street Journal, el de mayor tirada el país, publicaba un suplemento especial de ocho páginas/sábanas con el título “Election 2016: The Insurgents vs. The Establishment”, y en primera página la foto de los cinco principales protagonistas en la presente competición, con el último porcentaje nacional en los sondeos de WSJ/NBC: Donald Trump (33 %), Ted Cruz (20 %) y Marco Rubio (13 %) por el partido Republicano; Hillary Clinton (59 %) y Bernie Sanders (34 %) por el partido Demócrata. Aplicando las calificaciones del título mencionado, Trump, Cruz y Sanders son los candidatos “insurgentes”, mientras Rubio y Clinton, son los del Establishment en Washington DC. Según esto y la media de las múltiples encuestas nacionales -más igualados en las de Iowa- los candidatos “anti-Establishment” Trump y Cruz son los favoritos en el campo republicano; sin embargo en el demócrata la favorita es Ms. Clinton –perdiendo terreno en Iowa-, esencia del “Establishment” y de lo más parecido que existe aquí a la partitocracia española y europea, teniendo en cuenta los diferentes sistemas de partidos a un lado y otro del Atlántico.

Paradójicamente el partido Demócrata, conglomerado de corrientes de centro-izquierda e incluso de tendencias socialdemócratas (Obama en 2008 y 2012; ahora Clinton y Sanders) se comporta –según las preferencias de la mayoría de sus miembros y simpatizantes- de forma a mi juicio menos progresista, defendiendo un modelo partitocrático y estatista, más autoritario y menos liberal (por ejemplo, ha programado la mitad de debates que el partido Republicano y ha excluido a más candidatos potenciales), modelo extraño a la tradicional cultura política americana, lo que ha generado malestar y protestas por presunta manipulación a favor de Ms. Clinton de la presidenta del partido, Debbie Wasserman Shultz. Es una muestra de cómo los caucus y las elecciones primarias son un antídoto contra las tentaciones partitocráticas. El prestigioso politólogo de Harvard, Harvey Mansfield, postuló hace tiempo que el sistema bipartidista hoy en Estados Unidos contiene un partido americano/capitalista (el Republicano) y otro europeo/socialista (el Demócrata), opinión que modestamente yo mismo he defendido y acaba de subscribir y desarrollar la conocida analista Peggy Noonan (“Socialism Gets a Second Life”, The Wall Street Journal, New York, Jan. 30-31, 2016).

Pero el foco principal de esta práctica democrática genuinamente popular estaba en el caucus del partido Republicano. El jueves 28 se celebró el último debate previo, promovido por la cadena FOX en la capital del Estado, Des Moines. La principal novedad fue la ausencia de Trump, por descuerdo con la organización de FOX sobre una moderadora de la cadena, lo que sin duda restó espectáculo al acto pero permitió un debate más fluido y con más tiempo de los otros siete candidatos (Cruz, Rubio, Carson, Bush, Christie, Kasich y Paul). Se esperaba que Cruz fuera el beneficiario de la situación, pero el senador de Texas quizás no estuvo tan brillante como en otras ocasiones, aunque tuvo el valor de criticar (¡en Iowa!) la subvenciones al etanol y enfrentarse, una vez más, a la agresividad de los moderadores. Sigo pensando que es el más presidenciable, pese a que algunos analistas y grupos de votantes (focus groups) consultados coincidieron en que Rubio fue el más convincente y “elegible” de la noche. En mi opinión el senador de Florida incurrió en algunas contradicciones evidentes, o “flip-flopping” (momento más tenso del debate con Cruz y con Bush) acerca el problema de la inmigración, asunto polémico que sigue dominando todos los debates. Pero había que esperar a la encuesta definitiva y real, las elecciones del caucus el lunes 1 de Febrero.

Hacia las 9.30 pm CT (de Iowa) teníamos ya los resultados casi definitivos.

En el campo republicano:

Ted Cruz, 28 %; Donald Trump, 24 %; Marco Rubio, 23 %; Benjamin Carson, 9 %;

Rand Paul, 5 %; Jeb Bush, 3%; John Kasich, 2 %; Carly Fiorina, 2 %; Mike Huckabee, 2 %;

Chris Christie, 2 %; Rick Santorum, 1 %.

En el campo demócrata:

Hillary Clinton, 50 %; Bernie Sanders, 49 %; Martin O´Malley, 1 %.

Las claves del triunfo de Cruz han sido una buena organización, el apoyo del sector evangélico (y de una parte importante del Tea Party), y los valores conservadores que representa elocuentemente el senador de Texas. Parece que los “New York´s values” de Trump, como advirtió Cruz, no son los “Iowa´s values”. El voto anti-Establishment GOP ha sido abrumador, en torno a un 65 %. La anécdota amarga que simboliza lo efímero de la política es que Huckabee y Santorum, ganadores respectivamente en 2008 y 2012 del caucus de Iowa, terminaron hoy los últimos.

En el campo demócrata se puede decir que hay un empate técnico, con pequeña ventaja de Ms. Clinton, pero con gran mérito por parte de Mr. Sanders.

La lección que nos ha dado Iowa es la limpieza de un procedimiento auténtico de democracia frente a la partitocracia, y del impacto real de los insurgentes frente al Establishment. Y concretamente, frente a la ignorancia de muchos periodistas españoles que vienen certificando la defunción del Tea Party, la importancia del mismo: nada menos que tres candidatos republicanos surgieron de este movimiento libre y democrático, anti-estatista, de sano populismo (frente al elitismo del Establishment): Cruz, Rubio y Paul. Un cuarto, liderando hoy las encuestas, Trump, aunque no procede del Tea Party ha recibido el aval de un sector importante del mismo con Sarah Palin a la cabeza.

Recordemos que el proceso de caucus y primarias en toda la nación es para la elección de los candidatos dentro de cada partido (no solo para los candidatos presidenciales –mediante delegados en la Convención- sino para todos los cargos electivos), y que está establecido por ley estatal, no por voluntad de los propios partidos. Es un aspecto que generalmente se desconoce en Europa y al que tienen alergia nuestras partitocracias.

Como he dicho en repetidas ocasiones, éste es un largo proceso. El caucus de Iowa solo es el principio de una carrera de nueve meses para que finalmente el país dé a luz la criatura, un nuevo presidente (o presidenta).