A la vista de los resultados electorales en las elecciones autonómicas de mayo y las elecciones generales de diciembre, la provincia de León cuenta esencialmente con cuatro partidos políticos (PP, PSOE, Ciudadanos, Podemos) con representación en las Cortes de Castilla de León y en el Congreso de Diputados, si bien en las elecciones locales ha primado la representación de los dos primeros partidos y se suman otras representaciones minoritarias como la liderada por Unión del Pueblo Leonés, también con un parlamentario autonómico.
El Partido Popular y el Partido Socialista han resistido en diferente grado en la provincia leonesa el envite de los dos partidos emergentes, que a su vez han desplazado a partidos minoritarios (UPL, IU, UPyD) y han fagocitado agrupaciones electorales de ámbito local. Como resultado de ello, se presenta un escenario de dos partidos mayoritarios, eje del sistema bipartidista aunque con una representación desigual en el mapa municipal de la provincia, más los dos partidos emergentes, particularmente representados en los espacios urbanos y en el partido judicial de León, ámbito donde tiene presencia también UPL, que ha pasado de tercera a quinta fuerza política en la provincia en el último año.
En este nuevo contexto, se cuestiona qué diagnóstico cabe hacer de las cuatro primeras organizaciones, cuáles son sus potencialidades y debilidades ante un escenario, hoy por hoy previsible, de una representación política fallida, es decir, ante una repetición de las elecciones generales, habida cuenta de la imposibilidad de coaligar grupos parlamentarios de cara a la formación de gobierno.
Los populares han podido reponerse aquí de la pérdida de votos generalizada en España, reteniendo la mayor parte de municipios, especialmente las alcaldías de León y Ponferrada, la presidencia de la Diputación y la mitad del número de parlamentarios leoneses. La labor de equipo de dos personas curtidas como el diputado Eduardo Fernández y el senador Luis Aznar, apoyados por los alcaldes Antonio Silván y Juan Martínez Majo, ha amortigüado el declive generalizado de votantes y podría sostener al partido como primera fuerza con dos diputados en el caso de repetirse elecciones.
Mientras que los socialistas siguen con un liderazgo discutido tanto a escala nacional, regional como provincial, no integrando, como viene siendo tradición, las posiciones críticas en su seno o cuando más desplazando a un candidato como Graciliano Palomo al Senado, a la vez que se debilitaba la candidatura al Congreso. Los resultados obtenidos en las eleccciones de mayo y diciembre y las incertidumbres actuales en el seno de la organización del partido presentan una perspectiva poco propicia ante nuevas eleccciones, salvo que reconduzcan su candidatura para poder aspirar a dos diputados.
Por su parte, Podemos y Ciudadanos vienen consolidándose en el último año como nuevas organizaciones políticas, arrastradas por los vientos favorables de los medios de difusión y la ciberpolítica, con un liderazgo fuerte nacional, pero hasta ahora desconocido y por legitimarse en la región como en la provincia, de ahí que aparezcan por lo general en la escena política candidaturas noveles, tanto en ayuntamientos como en la arena parlamentaria. Ambas formaciones detentan un porcentaje similar de votos en la provincia leonesa fruto del trasvase de votos de los dos partidos mayoritarios y aún de otros partidos minoritarios, donde ha funcionado sobre todo la mercadotecnia política, esto es la imagen de sus jóvenes líderes y los programas regeneradores de sus formaciones. Ahora bien, está por ver si en el supuesto de nuevas elecciones en la primavera de 2016 (?) podrán mantener su representación actual en el Congreso de Diputados, volviendo a situarse el reto en el límite de restar un diputado al PSOE.
En el caso particular de Ciudadanos, caracterizado por ser una organización provincial muy tensionada y apenas coordinación desde hace dos meses, será todo un desafío mantener el escaño actual en el supuesto de nuevas elecciones, sino se replantea previamente su propia organización de campaña (por ejemplo, la puesta a punto del buzoneo universal) y de paso revisar su candidatura parlamentaria en mayor medida que la de los otros partidos contendientes.
La ecuación resultante electoral en la provincia de 2+1+1+1 diputados electos ha sido, sin duda, un varapalo a PP y sobre todo a PSOE a la vez que ha dado un fuerte impulso a Podemos y Ciudadanos. Sin embargo, de convocarse de nuevo las eleccciones aparecerían, en mi opinión, nuevos desafíos: sostener el interés del electorado y el nivel de participación electoral anterior; precisar mejor las cuestiones esenciales de revisión de la Constitución en los programas electorales de cada partido, en especial en el caso de Podemos; integrarse en una campaña diferente en cuanto a tiempos y espacios con “debates a cuatro”; o la incorporación previsible de nuevos candidatos nacionales en PP y PSOE (y en el caso de León, trasladado a PSOE y Ciudadanos).
Estos y otros aspectos nos pueden entretener en los próximos meses, mientras se desarrolla la apertura de la nueva legislatura parlamentaria y las negociaciones para un nuevo gobierno, aunque, por mi parte, entiendo que no caben apenas posibilidades a corto plazo y en el tiempo reglamentado, salvo que se desbloquee por PP y PSOE la formación del gobierno. De ahí el escenario planteado. Pero, al mismo tiempo, soy partícipe de que unas nuevas elecciones reconducirían las posibilidades de un nuevo gobierno estable para España, siempre y cuando los dos partidos mayoritarios recompongan sus liderazgos y candidaturas y los cuatro partidos articulen mejor sus propuestas de reformas constitucionales con vistas a un consenso deseado.