La sorprendente declaración del sacerdote admitiendo su relación con Francesca Chaouqui, contenida en el sumario y desvelada por La República, pondrá sin duda en marcha el desfile mediático de los amantes de monseñor, preservados hasta ahora del ojo público. Si a esto sumamos la enrevesada trama económica astorgana, tan bien llevada y también hábilmente tapada, podemos colegir un futuro digno de las series televisivas de más éxito.
Los que pagarán el pato del embrollo, también sin duda, además de monseñor y alguno de poca monta serán dos: la Iglesia y Astorga.