Manuel Pastor Martínez

Duelo de Titanes: Trump vs. Obama (2)

Joe Biden y Donald Trump en 2020. (Foto: https://www.france24.com/ © AFP)

LA CRÍTICA, 12 OCTUBRE 2025

Manuel Pastor Martínez | Domingo 12 de octubre de 2025

Segundo “Round” (2020, victoria de Obama)

Si la candidatura presidencial de la “mujer de paja” Ms. Clinton en 2016 fue un fracaso, la del con mayor razón “hombre de paja” y a todas luces incompetente Mr. Biden en 2020, paradójica y sorprendentemente, será un aparente éxito. Realmente fue una victoria (en el fondo, pírrica) de Obama, capo di tutti capi en la sombra del Partido Demócrata, aunque muchas voces críticas –lógicamente encabezadas por la del propio Trump–, denunciarían que fueron unas elecciones fraudulentas, amañadas o “rigged” (véase la obra estándar, inapelable, de Mollie Hemingway, Rigged: How the Media, Big Tech, and the Democrats Seized Our Elections, 2021), provocando una masiva protesta ante el Capitolio en Washington DC, convocada inicialmente con intención “patriótica y pacífica”, que degeneraría en incidentes puntuales (ahora sabemos que fueron provocados por centenares de infiltrados del FBI y de otras organizaciones menos legales), en el infausto 6 de Enero de 2021. (...)



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Pero ¿por qué tan espectacular “victoria” de Biden? Está pendiente una explicación racional, coherente y convincente. El propio Obama había intentado impedir su candidatura (su candidata secreta era la obamita Kamala Harris, que resultó impresentable en los debates para las primarias), y anteriormente el mismo Obama había comentado que “nunca debe subestimarse la capacidad de Joe Biden para joder las cosas”.

En 2008 Joe Biden había sido impuesto a Obama por el clan Kennedy (tras un mítin en Boston de apoyo al afroamericano, Caroline Kennedy fue la encargada de elegir a Biden como candidato a vicepresidente). En 2020 Obama impondría a Kamala Harris como candidata para la vicepresidencia con Biden.

Paradójicamente hay que entender la victoria vicaria de Biden, en realidad, como una victoria de Obama, titán en la sombra, en este Segundo “Round” frente al titán Trump, en el gran duelo existencial que viene desarrollándose en la política de los Estados Unidos.

Biden, pese a su mala fama de “gaffe” metepatas, plagiario y fracasado candidato presidencial en dos ocasiones, tras muchas décadas de congresista del Establishment vinculado al clan Kennedy resultaba más fiable y moderado que la histriónica y radical Harris.

En términos estrictamente electorales, el ascenso del voto popular a Trump fue espectacular: de los más de 62.984.800 en 2016, a los más de 74.223.100 en 2020. Sin embargo, lo sorprendente e inesperado por “increíble” sería el voto popular a Biden en 2020: ¡81.283.501! con la consiguiente mayoría –constitucionalmente decisiva– en el voto del Colegio Electoral: 300 a favor de Biden vs. 232 a favor de Trump. A mi juicio nunca se ha explicado convincentemente el extraordinario voto popular a Biden en 2020 (récord histórico absolutísimo de todos los partidos en la historia de la democracia americana, superando incluso a Obama).

Las múltiples impugnaciones y recursos contra los resultados, por evidencias de presunto fraude y “pucherazos” en distintos distritos y Estados, no fueron admitidos por los jueces (casi siempre de nombramiento obamita), impidiendo que llegaran a juzgarse en la Corte Suprema.

Acompañando a la campaña presidencial de 2020, tras los incidentes en Minneapolis que llevaron a la canonización del criminal George Floyd como “santo súbito” de las izquierdas, las grandes ciudades de los Estados Unidos se verán inmersas en una oleada de protestas, terror, fuego y destrucción (el “Verano del Amor” de Antifa, Black Lives Matter, y todo tipo de criminales).

En paralelo al notable declive físico y mental de Biden, su presidencia inició un dramático e irreversible descenso asimismo en su capacidad política, acompañada de una descarada corrupción familiar, un “lawfare” y deterioro ilegal de los mecanismos de censura e institucionales, con un sesgo marcadamente izquierdista típico del proyecto progresista obamita y de las nuevas sectas radicales Woke, y socialistas como The Squad o Democratic Socialists of America (destacándose la política suicida de fronteras abiertas a una invasión de inmigrantes ilegales absolutamente descontrolada, ante la criminal pasividad de la “zarina” Kamala Harris).

Para mantener la infame pauta histórica, característica del Partido Demócrata, durante la administración Biden se reactivaron viejos y durmientes conflictos bélicos, en Ucrania frente a Rusia y en Oriente Medio frente a Israel, en este caso reavivando también los mostruosos fantasmas del terrorismo islamista, del antisemitismo y la judeofobia en los Estados Unidos y en Europa.

Resumiendo, la desastrosa presidencia de un solo término de Joseph Biden, 2021-2025 (con Obama en la sombra como titán aparentemente victorioso en el Segundo “Round” contra Trump) probablemente será recordada por los historiadores como una de las peores, si no la peor administración de la Historia, en términos –aparte de la economía– de deterioro o degeneración ideológica, cultural y constitucional, del excepcionalismo democrático americano (como una simple pero plausible muestra, me remito a los análisis anteriormente mencionados de Mark Levin: American Marxism, 2021, y The Democratic Party Hates America, 2023).

Manuel Pastor Martínez

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Continuación del “Duelo de Titanes”:

Tercer “Round” (2024, victoria de Trump).

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