CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La sonda OSIRIS se prepara para su histórica cita con Apophis, el "asteroide del caos"

(Ilustración: recreación artística oficial de la NASA que muestra la sonda OSIRIS-REx acercándose al asteroide Bennu).

LA CRÍTICA, 29 SEPTIEMBRE 2025

Lunes 29 de septiembre de 2025
La nave de la NASA que trajo a la Tierra muestras del asteroide Bennu se acerca a su nuevo y fascinante objetivo: Apophis, el famoso asteroide que en 2029 pasará a una distancia excepcionalmente cercana a nuestro planeta. La misión, rebautizada como OSIRIS-APEX, inicia sus maniobras finales de aproximación para estudiar de cerca una de las rocas espaciales más mediáticas de la historia, transformando un antiguo temor en una oportunidad científica sin precedentes. (...)

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En un universo que opera en escalas de tiempo geológicas, la historia reciente de la exploración espacial se escribe a una velocidad vertiginosa. Apenas han pasado dos años desde que la humanidad contuvo el aliento al ver aterrizar en el desierto de Utah la cápsula de la misión OSIRIS-REx, portadora de un tesoro cósmico: los fragmentos intactos del asteroide Bennu. Aquella hazaña, que nos proporcionó pistas directas sobre el origen de nuestro sistema solar, parecía el broche de oro para una nave espacial que bien podría haberse encaminado hacia un merecido retiro. Sin embargo, la NASA tenía otros planes.

En lugar de apagarse, la veterana sonda recibió un nuevo y audaz capítulo en su bitácora. Rebautizada como OSIRIS-APEX (APophis EXplorer), la nave aprovechó un impulso gravitacional de la Tierra para poner rumbo a su segundo acto: un encuentro a quemarropa con Apophis, posiblemente el asteroide más famoso del siglo XXI.

Para entender la relevancia de esta misión, es necesario recordar por qué el nombre "Apophis", bautizado en honor al dios egipcio del caos y la destrucción, llegó a acaparar titulares en todo el mundo. Descubierto en 2004, los cálculos iniciales de su órbita hicieron que las alarmas saltaran en los observatorios: existía una pequeña, pero estadísticamente significativa, probabilidad de que impactara contra la Tierra en 2029. Durante un breve pero intenso periodo, Apophis alcanzó un nivel 4 en la Escala de Turín (de 0 a 10), que mide el peligro de impacto de objetos cercanos a la Tierra.

Afortunadamente, observaciones posteriores y más precisas permitieron a los astrónomos "indultar" al asteroide. Hoy sabemos con total certeza que no impactará contra nosotros ni en 2029 ni en los siglos venideros. Pero el susto sirvió para poner el foco en la importancia de la vigilancia espacial y convirtió a Apophis en una celebridad.

Su paso del 13 de abril de 2029 sigue siendo un evento astronómico de primer orden. Ese día, este cuerpo rocoso de unos 340 metros de diámetro pasará por el ojo de una aguja cósmica, a tan solo 31.000 kilómetros de la superficie terrestre, más cerca que los satélites geoestacionarios que nos dan la previsión del tiempo o las comunicaciones. Será visible a simple vista desde partes de Europa, África y Asia como una estrella moviéndose lentamente por el cielo.

La misión OSIRIS-APEX llegará a su destino mucho antes, en las próximas semanas, para estudiarlo durante los 18 meses previos al sobrevuelo de la Tierra. A diferencia de Bennu, un asteroide de tipo "C" rico en carbono, Apophis es de tipo "S", compuesto principalmente por silicatos y metales, similar a los meteoritos que más comúnmente caen en nuestro planeta.

La sonda no tomará muestras físicas, pero su plan es aún más audaz. En una de sus maniobras más espectaculares, se acercará a escasos metros de la superficie y usará sus propulsores a modo de soplador cósmico. El objetivo es levantar la capa de polvo y rocas sueltas (el regolito) para que sus cámaras y espectrómetros puedan analizar el material virgen que se encuentra debajo.

Además, los científicos están ansiosos por observar un fenómeno único: los efectos de la gravedad de nuestro planeta sobre el asteroide. La intensa fuerza de marea que ejercerá la Tierra durante el cercano encuentro de 2029 podría, literalmente, alterar la estructura interna de Apophis, provocando avalanchas en su superficie o incluso "terremotos asteroidales". OSIRIS-APEX será nuestro testigo privilegiado de este proceso.

Más allá de la pura curiosidad científica, esta misión es fundamental para el futuro de la humanidad. Es el simulacro de altísima fidelidad más importante jamás realizado en el campo de la defensa planetaria. Entender cómo un asteroide rocoso reacciona al pasar cerca de un planeta es un conocimiento vital si alguna vez necesitamos desviar uno que sí venga en rumbo de colisión.

En un plano más profundo, la comparativa entre los datos de Bennu y los que se obtengan de Apophis nos ayudará a completar el puzle sobre cómo se formaron los planetas rocosos como el nuestro. Son fósiles de la creación, y leer sus distintas composiciones es leer nuestra propia historia.

Así, lo que una vez fue un símbolo de una posible catástrofe se ha transformado, gracias a la ciencia, en un laboratorio natural único. En un mundo a menudo anclado en conflictos terrenales, la silenciosa aproximación de una nave a una roca lejana nos recuerda que la curiosidad y el instinto de exploración siguen siendo nuestro impulso más poderoso.

Redacción de La Crítica

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