Mientras España se abrasa bajo temperaturas extremas, la política nacional se recalienta con polémicas identitarias y síntomas de una economía tensionada. El verano español de 2025 no es solo meteorológicamente tórrido: lo es también en lo social, lo político y lo estructural.
El panorama mundial está marcado hoy por un durísimo informe sobre la situación en Gaza, la intensa actividad diplomática y de presión de Estados Unidos, y un gravísimo incendio que asola el sur de Francia. (...)
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LA CRÍTICA. Redacción, 7 de agosto de 2025
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) advierte de temperaturas diurnas muy elevadas en gran parte de la península. En la meseta Norte se espera un ligero descenso de las temperaturas mínimas, pero el calor seguirá siendo intenso. En muchas otras zonas de España no bajarán de los 22-25 grados, verdaderas "noches ecuatoriales" que complican el descanso.
Aunque los bomberos han logrado estabilizar el importante incendio de Tarifa (Cádiz), permitiendo el regreso de los 1.500 desalojados, la situación es de máxima alerta. Las autoridades insisten en la prohibición de hacer fuego y en extremar la precaución en el campo y en las carreteras, lo que no por obvio deja de ser importante recordar...
Hoy se activan los nuevos aranceles impuestos por la administración Trump a productos de diversos países, incluidos los europeos. En España, sectores como el vino, el aceite o el queso temen el impacto que estas tasas del 25% pueden tener sobre sus exportaciones a EE. UU.
Y dos cuestiones de interés a pesar del calor: Vivienda y Justicia.
Parece ser que el precio del alquiler ha subido 142 euros al mes en el último año. En Madrid y Barcelona, el alquiler de una vivienda ya supera los 1.700 euros mensuales, lo que convierte el acceso a la vivienda en un privilegio reservado a una minoría social. La política de vivienda sigue sin abordar el problema de fondo: la especulación inmobiliaria y la falta de oferta pública. Mientras tanto, miles de jóvenes y familias se ven expulsados de los centros urbanos.
Y en cuanto a la Justicia, la Sala de lo Contencioso-Administrativo ha anulado las sanciones impuestas por el Banco de España a los exdirectores generales de la CAM, condenados por deficiencias en el control de la entidad. Este fallo vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre la impunidad financiera y la fragilidad del sistema regulador.
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Más allá del informe demoledor de Médicos Sin Fronteras sobre Gaza o del incendio que atribula a Francia, noticias que cubren casi la totalidad de los espacios informativos, conviene centrar el foco internacional en dos cuestiones de fondo que se resumen en una: El orden mundial se resquebraja.
El derribo de un avión emiratí por parte del ejército sudanés, que transportaba mercenarios colombianos, no es solo un incidente bélico. Es la confirmación de que África se ha convertido en un campo de batalla entre potencias regionales y actores privados. Emiratos Árabes Unidos, que ha extendido su influencia en el Cuerno de África mediante puertos y acuerdos militares, ve ahora cómo su presencia es contestada por un Sudán que busca reafirmar su soberanía. La implicación de mercenarios latinoamericanos añade un factor inquietante: la privatización de la guerra. Ya no son solo Estados los que combaten, sino empresas, contratistas y ejércitos paralelos. El continente africano, históricamente saqueado por potencias extranjeras, vuelve a ser escenario de una pugna por recursos, rutas estratégicas y legitimidad política.
Por otro lado, con los nuevos aranceles del 100% sobre chips y semiconductores, Estados Unidos no solo desafía a Asia, sino que redefine las reglas del comercio global. La administración Trump ha optado por una estrategia de confrontación directa, que recuerda más a la lógica de la Guerra Fría que a los principios del libre mercado. La decisión de doblar los gravámenes a la India, justo antes de la entrada en vigor de las nuevas tasas, revela una política exterior basada en la presión económica como herramienta de dominación. Europa, atrapada entre la dependencia tecnológica y la necesidad de autonomía, vive con inquietud cómo Washington impone su agenda.
Ambos casos —Sudán y la guerra comercial— apuntan a una misma conclusión: el multilateralismo está en retirada. Las instituciones internacionales pierden peso frente a la acción unilateral, y el derecho internacional cede ante la lógica de la fuerza. En este contexto, La Crítica plantea una pregunta esencial: ¿estamos ante el nacimiento de un nuevo orden multipolar o ante una deriva caótica donde cada actor impone su voluntad?
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