La DANA que azotó Aragón entre el 11 y el 13 de julio descargó más de 140 litros por metro cuadrado en municipios como Grisén, Tarazona y Pedrola. Las calles se convirtieron en ríos, garajes y viviendas fueron anegados, y la autovía A-22 quedó cortada. La Unidad Militar de Emergencias (UME) se desplegó rápidamente, con más de 30 efectivos y 16 vehículos.
La reacción institucional fue calificada como ágil y coordinada por el presidente autonómico Jorge Azcón, aunque no exenta de críticas políticas por parte del PSOE, que lo acusó de estar “ausente” en la segunda catástrofe del mes. La ministra Pilar Alegría visitó las zonas afectadas y destacó el trabajo conjunto entre administraciones.
La prensa nacional cubrió el evento con imágenes impactantes y testimonios locales, pero el foco mediático se diluyó rápidamente ante otros temas de actualidad. La cobertura internacional fue escasa, limitada a agencias y medios especializados.
En contraste, el río Guadalupe en Texas se desbordó el 4 de julio tras lluvias torrenciales que elevaron su nivel más de ocho metros en 45 minutos, arrasando campamentos infantiles y comunidades enteras. El saldo: más de 129 muertos y 173 desaparecidos, muchos de ellos niños.
La respuesta institucional fue masiva pero tardía. El gobernador Greg Abbott activó recursos estatales y federales, incluyendo la Guardia Nacional y FEMA, pero se cuestionó la falta de sistemas de alerta temprana. El condado de Kerr había rechazado instalar sirenas en 2017 por su coste.
La prensa estadounidense cubrió el desastre con intensidad, incluyendo transmisiones en directo, imágenes por satélite del “antes y después” y análisis sobre el impacto del cambio climático. Medios internacionales como BBC, CNN y The Guardian también se hicieron eco, convirtiendo la tragedia en un símbolo global de vulnerabilidad climática.
Ambos eventos comparten un patrón: fenómenos meteorológicos extremos, infraestructuras vulnerables y comunidades sorprendidas por la velocidad del agua. Pero también revelan diferencias en escala, impacto humano y cobertura mediática. Mientras Aragón mostró una capacidad de reacción institucional sólida pero con escasa proyección internacional, Texas evidenció fallos estructurales en la prevención, compensados por una cobertura global que convirtió la tragedia en un caso de estudio.
¿Y ahora qué? La pregunta no es si volverá a ocurrir, sino cuándo y dónde. La urgencia de invertir en sistemas de alerta, infraestructuras adecuadas y educación climática es común a ambos lados del Atlántico. Porque cuando el agua llega, no distingue fronteras.