HISTORIA Y CULTURA

Martín Cortés Malintzin, el primer mestizo de sangre noble en las Indias

La Malinche. Doña Marina. Malintzin. Huilotlan (México), c. 1500 - Ciudad de México (México), c. 1527. Madre de Martín Cortés Malintzin. (Foto: https://dbe.rah.es/biografias/12987/la-malinche).

LA ESPAÑA INCONTESTABLE

LA CRÍTICA, 17 AGOSTO 2024

José Garrido Palacios | Sábado 17 de agosto de 2024
Martín Cortés el Mestizo es hijo del conquistador Hernán Cortés y La Malinche, también noble, aunque fue vendida como esclava en señal de tributo y amistad a los españoles cuando llegaron a Nueva España. Nuestro protagonista es poco conocido, pese a que fue el primer noble mestizo, y tuvo una vida muy rica, desde su juventud en la corte del príncipe Felipe, futuro rey Felipe II, hasta su intervención en numerosas batallas en defensa de la Corona española. (...)

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Hernán Cortés tuvo once hijos, los cinco primeros fueron de concubinas y los seis siguientes, legítimos de su segunda esposa, doña Juana de Zúñiga. Pues bien, el primer hijo varón fue Martín, hijo de La Malinche, faraute, amante y fiel compañera de Cortés durante la conquista de México.


La madre de Martín fue vendida a unos pochtecas (comerciantes) aztecas de Xicalango, cerca de Campeche, cuando tenía catorce años, ya que su padre murió joven y ella casó con otro cacique del que se quedó embarazada. Para no tener problemas de herencia, su madre se desprendió de ella. Luego, volvió a ser vendida a otros pochtecas de Tabasco, con los que aprendió el maya, y estos se la ofrecieron a Hernán Cortés con otras esclavas, como muestras de regalo y vasallaje. El Conquistador ordenó catequizar y bautizar a las esclavas y las repartió entre sus capitanes. Algunos las convirtieron en esposas y pasaron a ser «señoras» tras su manumisión.



Paje del príncipe Felipe


Con motivo de un viaje de Hernán Cortés a España en 1528, solicitado por el Emperador Carlos V, Martín partió con su padre de Nueva España rumbo a Sevilla. En la reunión celebrada en Toledo, Cortés propuso al soberano la inclusión de su hijo en la Corte Real y su educación en materias humanísticas y militares, a lo cual accedió, de modo que fue paje y compañero del futuro rey Felipe II.


El Emperador concedió asimismo bienes y prebendas a Cortés por la victoria en Tenochtitlán en 1521, tales como los títulos de Capitán General de Nueva España, Caballero de la Orden de Santiago y Marqués del Valle de Oaxaca. Además, logró que nombraran Caballero de la Orden de Santiago a Martín y lo legitimaran junto con la primogénita Catalina Pizarro, natural de Santiago de Cuba e hija de Leonor, y Luis, hijo de la española Elvira Hermosilla.


Durante el regreso a México en 1530, Cortés iba acompañado de su segunda esposa, embarazada de un hijo que falleció al nacer. Seguido tuvo el resto, de los que destacamos el tercero llamado también Martín, que heredó el marquesado de Oaxaca. Con todo, la alegría de Cortés se truncó, pues fue denunciado por su posible intervención en la muerte de su primera esposa, doña Catalina Pizarro, y se le abrió un juicio de residencia que le generó muchos problemas.



Asedio de Argel


Tras haber organizado tres expediciones a Baja California, Hernán Cortés decidió volver a España en 1540 para resolver su juicio de residencia. Le acompañaron en el viaje dos hijos varones: Martín, futuro marqués de Oaxaca, y Luis, hijo de Elvira. Y todos se juntaron en Madrid con el Mestizo.


Cortés les anunció que iban a intervenir en el asedio a Argel y que estaría el Emperador. Se pusieron contentos, especialmente el Mestizo porque quería combatir. Cortés les explicó que el soberano trataba de evitar los ataques de otomanos y moriscos a las costas españolas del Mediterráneo y recuperar la plaza de Argel, abandonada unos años atrás. Al mando de la flota estaba el almirante genovés Andrea Doria, con el III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, al frente de la escuadra formada por varios buques, incluido el Esmeralda que transportaba la familia Cortés.


El tiempo en octubre del año 1541 era aceptable con el cielo encapotado, y algunos mandos recomendaron a Carlos V retrasar el ataque a Argel, pero este ordenó desembarcar en la playa. A poco de iniciar la operación anfibia, se desencadenó una fuerte tormenta, impidiendo descargar el armamento pesado, las caballerías y los víveres. Al día siguiente, el mal tiempo arreció con fuertes vientos y lluvias torrenciales, al tiempo que los buques fueron atacados por los otomanos. Aquello era un infierno. En una reunión del Emperador con varios mandos decidieron la retirada. De todo ello se salvó el prestigio de Cortés por la propuesta valiente al Emperador de quedarse con 400 hombres para tomar la plaza y la actuación del Mestizo por su entereza en esa situación y la protección de sus hermanos menores.


Esa fortaleza mental y física del Mestizo se manifestó asimismo en otros campos de batalla. Participó en 1547 en la victoriosa batalla de Mühlberg contra los protestantes de la Liga de Esmalcalda; en la batalla de San Quintín contra los franceses en 1557; en la defensa de Malta del asedio de los otomanos en 1565; y en Lombardía bajo las órdenes del duque de Alba contra los franceses hugonotes en 1566. El Mestizo siempre demostró su valor y arrojo para la lucha; amén de su lealtad a la Corona española.




Batalla de San Quintín (1557). Luca Giordano. Museo del Prado. Madrid


Entremedias, tuvieron lugar varios hechos, como la promulgación de las Leyes Nuevas (1542), el fallecimiento de Hernán Cortés en Castilleja de la Cueva (Sevilla, 1547) y la abdicación de Carlos V a favor de su hijo Felipe II (1556). Unos años después, en 1562, los tres hermanos –Luis y los dos Martín– regresaron a México.



Leyes Nuevas y conjura


Cuando los tres hermanos llegaron a México, fueron recibidos con algarabía y deseo, pues eran anhelados por distintos motivos. Unos para que gobernaran sus propiedades y otros para hacer frente al interés del virrey por cumplir las Leyes Nuevas aprobadas por la Corona en 1542.


Esas leyes fueron sugeridas a Carlos V por fray Bartolomé de las Casas y establecían la retirada a partir de la segunda generación de las encomiendas a los conquistadores, funcionarios, sanitarios y el clero. Antes era a perpetuidad, igual que los señoríos durante la Reconquista española. Los afectados se sintieron agraviados y, con ello, arreciaron las críticas y revueltas; confiaban en los hermanos Cortés como salvadores de esa situación.


Se celebró una reunión en casa del Marqués permitida por la Audiencia y se hicieron varios nombramientos: Alonso de Ávila fue elegido representante ante la Corona; el Mestizo, alcalde de la ciudad; y el Marqués, gobernador de México. El virrey Luis de Velasco se enteró del acto y sospechó de sus intenciones.


A los oidores les llegaron denuncias de los enemigos de los Cortés y de espías infiltrados, por lo que en julio de 1566 se procedió a la detención de los promotores de la conjura. El pánico se adueñó de la ciudad. La población entera estaba histérica, abrumada por los ruidos, temerosa por la posible pérdida de familiares y bienes.


Los oidores, a instancias del presidente Francisco Ceinos, priorizaron el asunto de la conjura y, sin tardar, tomaron declaración a los principales inculpados y testigos. Condenaron a los dos hermanos Ávila a ser decapitados. La condena se cumplió de inmediato con gran dolor.


El Mestizo fue el que más sufrió en las investigaciones. Le forzaron al máximo para que delatara a sus hermanos, pero no lo consiguieron. Se mantuvo firme y siempre respondió lo mismo: «He dicho la verdad y no tengo más que decir». Lo repitió en las salas de interrogatorios y tortura.


Un rayo de luz se abrió en Nueva España con la llegada del nuevo virrey, Gastón de Peralta, marqués de Falces, quién se enteró con diligencia de lo ocurrido y enseguida excarceló al Marqués y resolvió a favor de sus hermanos.


Martín el Mestizo pudo acompañar a sus hermanos a España en la primavera de 1567, pero prefirió quedarse en México con su familia. Esa decisión influyó en el futuro, pues rápido cambió el virrey y el asunto de la conjura se agitó, según el autor en La conjura en Nueva España (Adarve. 2021, Madrid).


Al final, el Mestizo fue condenado al exilio a perpetuidad de las Indias y alejamiento a más de cinco leguas de la Corte Real en España. Se despidió de su familia en el puerto de Veracruz.



El final de Martín Cortés


El Mestizo no pudo ver a sus hermanos cuando arribó a Sevilla, pues Luis estaba desterrado en Orán y el Marqués, encarcelado en un castillo cercano a Madrid. Pasados cinco años liberaron al Marqués de la cárcel y a Luis de su destierro, mas para entonces el Mestizo ya había fallecido. Luis fue el único que volvió a México, mientras que el Marqués se quedó en Madrid.


El Mestizo, durante su estancia en España, consiguió recuperarse de sus heridas y contactó con antiguos compañeros de su época de paje. Regresó al ejército y luchó de capitán en las Alpujarras contra los moriscos. Estos se sublevaron en las sierras de Ronda y Bentomiz y acudió en ayuda de los cristianos don Juan de Austria con varios tercios de Flandes.


Con el grado de comandante continuó luchando en dichas tierras y un triste día encontró la muerte en una batalla. Murió haciendo lo que más quería: su vida militar y la defensa de la Corona. El año 1569 falleció Martín el Mestizo, un hombre íntegro y luchador que defendió los valores que aprendió en la Corte española.


Jose Garrido Palacios

Teniente coronel del ET (R). Doctor en Filosofía y Letras

Asociación Española de Militares Escritores

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