Cuando en pleno desarrollo de la pandemia del 2020 tuve la oportunidad de escribir un artículo sobre la Acción del Estado en la Mar, bajo el título “El Estado en la mar, una hidra de seis cabezas” en el que propongo la creación de un Guardacostas que sustituya en la mar a todos los organismos citados en el mismo, basándome para ello en lo aprendido en mis 50 años de experiencia en este campo, no tenía ninguna esperanza de que mi propuesta consiguiera siquiera abrir un debate. (...)
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Por un lado, porque los temas de la mar no llaman la atención de los medios de comunicación ni de la sociedad salvo que haya un accidente, dado que vivimos de espaldas a lo que en ella acontece, e incluso cuando se celebraron los aniversarios del Aegean Sea y del Prestige que volvieron a hacer correr ríos de tinta, caí en la ingenuidad de pensar que alguno de los expertos consultados se acordaría de que durante esos hechos, abundaron los comentarios de que una de las lecciones aprendidas de estos accidentes era la necesidad de un “Mando Único” para las emergencias y otra que había demasiados organismos con competencias en la mar; pero craso error porque no hubo el menor comentario.
Y por otro, porque nadie tiene el más mínimo interés en romper el “status quo”, ni los políticos, ni los encargados de la gestión de la Administración que recordemos que debe de ser “Eficiente, Eficaz y Económica” ni mucho menos los responsables y componentes de los organismos cuya desaparición se propone, que se pusieron de perfil como si el tema no fuera con ellos, dado que no les interesa en absoluto que este debate entre en la discusión pública.
Todo ello, pese a que España está en el pelotón de cabeza, cuando no el primero, de los países con graves problemas económicos. Recientemente la AIReF comunicaba que estima que acabaremos el 2023 con una deuda pública del 110% del PIB, incrementada por un déficit público del 4,2%, un déficit en las pensiones de 13.300 millones, y alerta de que la deuda de la Seguridad Social se ha triplicado desde el año 2018, mientras aún no hemos recuperado el PIB anterior a la pandemia y tenemos un paro estructural del 19%.
Todo lo anterior destaca todavía más, si conocemos que según un estudio del Instituto de Estudios Económicos los presupuestos de la Administración tienen un gasto ineficiente de 60.000 millones. Vamos, que dilapidamos todos los años esa cantidad ingente de dinero. Esta situación en su conjunto, además de preocupante para todos, supone una verdadera estafa a las generaciones venideras, que tendrán que hacer frente a los recortes a los que nos obligará la Unión Europea para afrontar su pago.
Y la situación en el mar, no es que siga igual, es que la ineficiencia se ha disparado así como el gasto, puesto que todos estos organismos se han lanzado a una carrera de nuevas inversiones. El CSIC con un nuevo buque de investigación, cuando hay estudios que afirman que la actual flota ya está sobredimensionada. SASEMAR construye un nuevo remolcador cuando ya tiene una sobrecapacidad demostrada. Vigilancia Aduanera SVA, también se ha lanzado a una serie de nuevas construcciones, empezando por un prototipo de 43 metros que salió con problemas de estabilidad y de propulsión. La Guardia Civil SEMAR que por ley no puede salir del Mar Territorial sigue sumando embarcaciones a su “catálogo” náutico: un buque oceánico y una decena larga de patrulleras, cada vez más grandes, más rápidas y equipadas con todo tipo de equipos de última generación, al igual que las de los otros organismos, en una demostración clara de que, al menos para todos ellos, no falta dinero en una España que está como se indica anteriormente.
E incluso la Guardia Civil ha creado su propia “Escuela Naval” en Cádiz, bajo el nombre de “Centro de Perfeccionamiento” cuando seguimos desconociendo bajo qué titulación oficial (entendiendo como tal la publicada en el BOE) navegan sus mandos, que no tienen formación reglada (es decir la recibida en centros oficiales homologados: Escuelas de Marina Mercante y Náutico Pesqueras), ni tienen los títulos oficiales que exige la DGMM a todo español que quiera navegar, dado que la única disposición publicada en el Boletín Oficial del Estado relativa a este tema es la OM del 27 de Abril (BOE nº 106 del 02.05.92) por “la que se establece el procedimiento que habilita al personal del servicio marítimo de la Guardia civil para el manejo de sus embarcaciones”, indica que se debe pasar una prueba teórica práctica bajo un tribunal que me consta que no se reúne desde el año 2016. También en la Universidad de Cádiz oficiales de la Guardia Civil reciben en dos años una formación “ad hoc”, con la que la Dirección General de la Marina Mercante DGMM les permite montar guardias de puente y máquinas en sus buques oceánicos. Esta misma anomalía se repite con la policía marítima de los mozos de escuadra catalanes que también reciben la formación en su propio centro.
Con esto, vemos que en España se da la paradoja de que tenemos dos servicios oficiales, el SEMAR y la policía marítima de los mozos de escuadra, que navegan sin esta formación reglada y bajo títulos propios no publicados en el BOE, lo que en mi opinión supone un agravio comparativo con el resto de españoles a los que sí se les exige, afecta a la seguridad de la vida humana en la mar y me hace dudar sobre la seguridad jurídica de los mandos que navegan con estos títulos propios, en caso de un accidente con víctimas en el que se vean involucrados como causantes.
Una de las características indispensables para mantener el control de la mar es la “presencia naval”, es decir la permanencia constante de embarcaciones armadas patrullando en las aguas de nuestro interés en navegaciones de varios días, mostrando el pabellón, recopilando Información, Vigilando las actividades de los barcos en nuestra zona de interés y Disuadiendo (“ocupando” las aguas) cualquier iniciativa de actividad ilegal y listas para reaccionar ante cualquier situación anómala que se produzca. Pues bien, desde que a finales de la década de los 80 el Gobierno tomó la iniciativa de crear SASEMAR y SEMAR, esta Presencia naval desapareció en una gran proporción al ser sustituida por el sin fin de embarcaciones del SVA y SEMAR, cuyas salidas a la mar son diarias y de duración limitada, a los que se unen las de SASEMAR que permanecen normalmente atracadas excepto en caso de emergencia.
Con lo indicado en mi artículo del 2020 y lo añadido en los párrafos anteriores, creo que está demostrado que un único servicio de guardacostas, de formación naval y armado, que asuma las funciones de todos estos organismos, sería mucho más eficiente, eficaz, operativo y económico, que la actual amalgama existente, que para más inri, no solo no se coordinan entre sí para mantener embarcaciones en el mar el mayor tiempo posible, sino que mantienen “tics individualistas” que deben buscar la promoción propia, en vez de la eficacia general de la Administración y así, con sorpresa, vimos que para reflotar los dos semisumergibles de narcotráfico localizados en aguas de Galicia, en vez de usar los recursos de Sasemar, se utiliza un balandro de mover muertos de bateas alquilado para la operación.
Y por si estos argumentos fueran pocos, desde marzo del año pasado nos encontramos con una guerra en Europa que ha supuesto un cambio radical en la situación geopolítica mundial y que afecta de forma directa a la situación en la mar. Y así vimos que fueron saboteados los gaseoductos de NordStream en el Báltico y de repente el señor Borrell, descubre y denuncia alarmado: “Ante «crecientes tensiones geopolíticas», la UE «debe aprender a hablar el lenguaje del poder también en el mar, un ámbito estratégico cada vez más disputado».
Y no son sólo los conductos submarinos de todo tipo lo que hay que proteger, están también los cables submarinos y los campos de eólica marina que en la Nueva Guerra Fría hacia la que nos dirigimos serán también objetivos prioritarios a inutilizar, de lo que deviene la necesidad de incrementar la PERMANENCIA, la VIGILANCIA y la DISUASIÓN en las aguas de nuestro interés.
Y así lo ve también el General de División del Ejército de Tierra Juan C. Domingo Guerra, que en su libro “Soldados” y en el apartado “Algunos cambios necesarios” escribe “Son muchas las agencias que comparten ámbito competencial en la mar” y posteriormente dice “España es la única de las grandes naciones que carece de un servicio de guardacostas que unifique medios y las misiones que hoy se distribuyen, compiten o solapan competencias en ese ámbito: Servicio Marítimo de la Guardia civil, Servicio de Vigilancia Aduanera, la Fuerza de Acción Marítima, el Ministerio de Agricultura y el de Transporte.
Ese incremento del “Poder Naval” del que habla Borrell, y por lo tanto ese incremento de capacidad de la Defensa Nacional, solo puede venir en España de un servicio de Guardacostas, naval y armado, que asuma todas las responsabilidades que no son militares de la Acción del Estado en la Mar. Con lo que España contaría con un servicio capaz y operativo para servir como primera línea en todas las acciones de guerra híbrida y zona gris que se planteen en aguas de nuestro interés. En tiempo de paz, el Guardacostas sería un organismo independiente a la Armada con un funcionamiento, estructura, presupuestos y dependencia operativa de Defensa similar al de la UME. Y en caso de guerra, la integración de este Guardacostas en la Armada sería automática y muy sencilla, al utilizar los mismos procedimientos, manuales tácticos, de comunicaciones, de operaciones, etc., y al ser su personal perteneciente a la Armada, siendo el Guardacostas un destino de especialidad.
Aldán, a 24 de septiembre de 2023
Fernando Novoa Sanjurjo
Capitán de Corbeta (R)