La niebla artificial afecta de nuevo a Gibraltar, la colonia que los ingleses mantienen en nuestro territorio y que queremos recuperar porque no la hemos perdido en noble lid. Esta niebla la alimentan multitud de personas, españolas e inglesas, que prestan su talento y sus conocimientos para mantener el problema de Gibraltar en el campo de los problemas irresolubles.. (...)
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Muy probablemente no todos sean colaboracionistas, sobornados, o mercenarios, en afortunada expresión del catedrático Alberto Perez de Vargas [1], siempre ocultos para que nadie pueda descubrir la falta de objetividad de sus análisis, de sus trabajos, de sus esfuerzos para que la injusticia domine el destino de una preciosa parte de España.
Porque el soborno no solo va en contra de la justicia sino también en contra de la precisión intelectual que se espera de una persona que, con la debida preparación, y mejor voluntad, tuviese el deseo, la inspiración de ayudar a resolver un grave problema como el que el Reino Unido (RU) le plantea a España en Gibraltar. El sobornado pone en la misma balanza, al colonizador y al colonizado, al invasor y al invadido, al depredador y al depredado, con lo cual, queda claramente en entredicho la confianza, el respeto que podemos conceder a sus propuestas, siempre parciales e interesadas.
Para alcanzar una solución al problema de Gibraltar, entre nobles aliados, como debiera de ser el caso entre España y el RU, no se necesita niebla ni ocultación alguna sino más bien sol mediterráneo y agua clara. Me atrevo a decir que todas, absolutamente todas las necesidades estratégicas que el tándem británico-norteamericano tenga en el Estrecho de Gibraltar pueden ser resueltos por España, la nación más generosa de Europa, sin que tenga que ser permanentemente humillada. Los EEUU, que también están en la solución del problema, no deberían de olvidar que nacieron con la ayuda de España y, aunque solo sea por agradecimiento, deberían de tratarla con un mínimo de verdadera admiración y consiguiente respeto.
Porque, aun con la indigna amenaza del uso de la fuerza por parte inglesa, el territorio de Gibraltar nunca será territorio inglés, como no lo es hoy, porque ni los propios ingleses perciban que les convenga cargar con las necesidades de 30.000 gibraltareños, ni en su imaginación, nuevos ingleses, como España lo haría. El RU prefiere que la población gibraltareña se alimente por si sola dentro de un supuesto mini estado parasito de la economía española. En las conversaciones pos -brexit que se están llevando a cabo entre la Unión Europea (EU) y el RU es España la que se está mostrando con mejor disposición hacia la población gibraltareña que está empezando a percibir que tendría un futuro más próspero y seguro al lado de España, antes que al lado de un RU al que solo le interesa la base militar, como ha quedado de manifiesto en la reciente visita del ministro de defensa del Reino Unido, James Heappey, el pasado 22 de agosto.
Hay en España muchas personas con la información necesaria para conocer al detalle el problema de Gibraltar. Porque están viviendo allí al lado o porque lo han vivido, estudiado y analizado desde su más temprana juventud. Debemos de atenernos, a lo que dicen, a lo que escriben estos españoles para encontrar el camino que debemos de seguir para que el RU se avenga a la aceptación de justas razones. En nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC) también hay muy buenos diplomáticos y técnicos cuyos trabajos y recomendaciones no siempre son debidamente tenidos en cuenta por los políticos de los que dependen, siempre atentos a otros temas para ellos más rentables.
Para complicarlo todo, el director del Real Instituto Elcano (RIE) con sede en Madrid, señor Charles Powell, acaba de declarar que Gibraltar es inglés. Opinión y actitud que ya he podido denunciar en su día en varios artículos ya publicados. La idea básica difundida por el mencionado Instituto es que para los españoles es mejor renunciar a reclamar la colonia de Gibraltar porque su verdadero interés reside precisamente en que la colonia siga siendo británica. Esta idea refleja un concepto tan pobre de España que para mí el señor Powell hace ya mucho tiempo que debería haber sido cesado, por quien corresponda, en su cargo de director del RIE que, a su vez, tampoco merece el calificativo de Real. Situación complicada y difícil para el presidente español del Instituto, Jose Juan Ruiz, que recientemente ha tomado posesión de su cargo, y difícil también para todos los analistas españoles que con su mejor voluntad escriben, mucho y bien, bajo el logo del Instituto en cuestión.
Porque España no puede aceptar bajo ningún concepto la evolución de una situación colonial que el colonizador agrava permanentemente desde la firma del Tratado de Utrecht en 1713. Y la agrava porque el colonizador no respeta lo acordado y se expande por el territorio español cual cáncer que se debe extirpar. Porque territorio español, no incluido en el Tratado de Utrecht, es el istmo donde se instaló el actual aeropuerto y las aguas que circundan toda la colonia. En la parte de estas aguas de la bahía de Algeciras, al norte de la pista del aeropuerto, se sembró en junio del año 2013, con fines supuestamente ecológicos, un campo de bloques de cemento que coartan cualquier forma de actividad por parte de los pesqueros españoles en aguas que siempre les pertenecieron.
Y también son españolas las pretendidas “Gibraltar territorial waters” que tampoco están incluidas en el Tratado de Utrecht y que, en la práctica, son una mutilación del territorio español, algo muy grave que ninguna nación que se precie puede tolerar. Es tan grave la apropiación indebida de una parte de nuestro territorio nacional que si esta apropiación afectase a una potencia nuclear esta se consideraría en libertad para utilizar su arma nuclear en su defensa. Esta es la estrategia en la que las potencias nucleares basan su disuasión. Como España no es una potencia nuclear, precisamente por presiones de los EEUU, tiene que defender su histórica reclamación con la fuerza de la razón y el impulso de la justicia.
En un reciente artículo [2] el catedrático Fernandez Sánchez describe, con la precisión propia de un experto en Derecho Internacional, la grave situación que está afectando al mar territorial español que rodea la costa del peñón de Gibraltar, cuando el Reino Unido declaró unilateralmente, durante el gobierno de Rodriguez Zapatero, unas aguas de su jurisdicción en la colonia, algo absolutamente ajeno al Tratado de Utrecht que tanto el Reino Unido como España consideran en vigor.
El tratado de Utrecht [3]es muy claro y nítido en esta cuestión porque fue el propio rey francés Luis XIV el que lo acordó así con la reina inglesa Ana con absoluta sagacidad y visión de futuro para que la pequeña parte del territorio español, cuya propiedad se cedía a perpetuidad, nadie pudiese, llegado el caso, considerarlo como independiente o de soberanía inglesa , como así estuvo reconocido por el propio RU durante muchos años hasta la promulgación de las mencionadas “ Gibraltar territorial waters “ que fueron promulgadas sin denuncia alguna por parte española, al menos sin que haya constancia publica de ello.
Este pasivo comportamiento del gobierno español pudo fue hacer creer a los sucesivos gobiernos del RU la posibilidad real de adjudicarse parte del mar territorial español, y hasta de su Zona Económica Exclusiva, como están haciendo.
El ministro Picardo, poco conocedor del derecho marítimo y de la Convención del Mar (CONVEMAR)[4] de las Naciones Unidas de 1982, pretende, según recientes declaraciones, y vacías palabras, justificar el mar territorial ingles en Gibraltar. España firmó y ratificó en su día la CONVEMAR con una reserva relacionada con la particular condición de costa seca de Gibraltar desde la mismísima firma del Tratado de Utrecht.[5]
El profesor Lacleta, que dirigió la participación española en la redacción de la CONVEMAR, declaró , en sus últimos años, que cualquier territorio que linde con la superficie del mar genera mar territorial y, por este motivo, algunos españoles sostuvieron, y aun sostienen, en contra de nuestros intereses, que también Gibraltar tiene derecho a mar territorial circunstancia que sin duda está siendo aprovechada hoy por el RU que ve la oportunidad de defender en Gibraltar unos derechos, que en absoluto le corresponden. Efectivamente, el territorio gibraltareño genera mar territorial, pero lo genera para la nación que ostenta su soberanía que, como pueden demostrar los expertos en este tema, corresponde inequívocamente a España. Es por ello por lo que el tema de la soberanía debe de tratarse con toda exquisitez porque está en el quiz del comportamiento del RU con relación a su colonia. Y debemos de dejar constancia de que el tema de la cosoberanía, en el que podemos caer, puede llegar a ser contraproducente para los intereses españoles porque ayudaría a mantener ocultas las verdaderas razones de España. Y no hace falta llegar tan lejos.
Podemos aceptar como propone el catedrático Fernandez Sánchez, y muchos otros españoles entre los que me encuentro, que todas las controversias internacionales deben de resolverse pacíficamente y más siendo testigos de la barbarie y sin razón que nos ofrece la guerra de Ucrania. Pero no es propio del carácter de los españoles aceptar las amenazas y las humillaciones permanentes por parte de un aliado que verdaderamente no se comporta como tal. Solo el futuro tiene la respuesta.
Según las últimas noticias, las negociaciones entre el RU y la UE sobre Gibraltar continuarán el próximo año y se planea concluyan antes de la Semana Santa. Las negociaciones se centran en garantizar la circulación fluida de personas y mercancías entre Gibraltar y la UE. Esta idea es aceptada por la parte inglesa solo en cuanto pueda favorecer la permanente posesión de su colonia.
En resumen:
El Tratado de Utrecht es el que justifica la presencia británica en Gibraltar.
La colonia nació, según este Tratado, sin comunicación alguna por tierra (equivalente a verja cerrada) con “costa seca” y, consecuentemente, sin soberanía ni jurisdicción alguna en la mar salvo las aguas interiores de su puerto.
Por tanto, todas las iniciativas unilaterales británicas en contra de lo anterior son ilegales y solo pueden explicarse mediante amenazas y comportamientos usurpadores, o corsarios, fuera del tiempo histórico.
Atendiendo a la buena voluntad entre aliados España podría conceder al RU y a los EEUU cumplida satisfacción a sus necesidades estratégicas en el Estrecho. Un Gibraltar bajo la bandera española podría convertirse en una base conjunta hispano anglo norteamericana al servicio de la OTAN.
El señor Charles Powell parece que debe de cesar como director del Real Instituto Elcano o llevar su sede a Londres, si tiene autoridad para ello.
Madrid, 25 de agosto 2023
Aurelio Fernández Diz
CN (R); Foro de Pensamiento Naval
[1] PEREZ DE VARGAS, Alberto. “Gibraltar sin careta”. Europa Sur, 24 agosto 2023
[2] FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Pablo Antonio. Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales | Universidad de Sevilla “De nuevo con las aguas circundantes a Gibraltar.” Europa Sur 21agosto 2023. Por supuesto, a ese Tratado (de Utrecht) se le superponen las normas bien establecidas sobre los espacios sometidos a dominio colonial que han sido definidas por la Asamblea General de Naciones Unidas. Según estas normas, Gibraltar es una colonia y sobre ella pesa la obligación de la potencia ocupante (Reino Unido) de proceder a la descolonización, a través de una integración territorial con España, la potencia reclamante, de tal manera que, teniendo en cuenta los intereses de la población, se proceda a negociaciones directa entre ambas partes. Habría que preguntarse si hay buena fe por parte de todos y, habiéndola, si hay voluntad política.
[3] Los reyes firmantes del Tratado de Utrecht en la parte que afectó a España fueron:
Felipe V, que fue reconocido como rey de España y las Indias, pero renunció a sus derechos al trono francés y cedió varios territorios europeos y coloniales a otros países.
Luis XIV de Francia, abuelo de Felipe V, que maniobró para que su nieto Felipe V no pudiese participar en la redacción del Tratado
Reina Ana de Gran Bretaña y de Irlanda, que obtuvo Gibraltar y Menorca, así como el derecho al comercio de esclavos con las colonias españolas y el asiento de negros.
[4] UNCLOS, en idioma inglés.
[5] LIBERAL FERNANDEZ, Angel. “Lübeck, el río Trave y la frontera interior de Alemania: un ejemplo consistente de «costa seca» en la segunda mitad del siglo xx”. Revista General de Marina. Julio 2018