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La vigencia de la guerra convencional

(Foto: https://es.mil.ru/es/structure/7 egNews)

LA CRÍTICA, 22 MARZO 2023

Jesús Alberto García Riesco | Miércoles 22 de marzo de 2023
El modelo técnico adoptado por Estados Unidos después de la Guerra Fría, ya no es válido en el momento presente. La probabilidad de una guerra de alta intensidad con Rusia y China muestra la vigencia de la guerra convencional; tipo de conflicto para el que Occidente no está adecuadamente preparado, pues su experiencia bélica reciente está alejada de esta nueva realidad. (...)

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Con el advenimiento de la tecnología avanzada de la información se consideró que la guerra convencional era un asunto del pasado. La óptica postmoderna imperante no contemplaba la guerra convencional; los protagonistas de las guerras del siglo XXI serían los drones, el ciberespacio y la inteligencia artificial.

Sin embargo, tras la invasión rusa de Ucrania y las disputas territoriales chinas, el conflicto de alta intensidad se ha convertido en un asunto de actualidad; Davidson advirtió en 2019 de que «en los próximos seis años, las fuerzas armadas chinas superarán a las de Estados Unidos y cambiarán por la fuerza el estatus quo en el este de Asia»[1].

Occidente no está preparado para combatir un conflicto convencional; Europa continental, en concreto, se encuentra en una situación similar a la de Estados Unidos en 1939, definida por Marshall como «una espantosa falta de preparación para enfrentarse a una guerra»[2]. Como entonces, resulta imprescindible mentalizar a la sociedad para el conflicto con información realista; planificar la conscripción al objeto de disponer de efectivos suficientes en el menor tiempo posible; mantener las destrezas propias del combate analógico ante la posibilidad del apagón digital y organizar la producción de guerra para poder suministrar a un teatro de operaciones que devora armamento y munición.

Preparar a la sociedad para el conflicto

La guerra convencional demanda -con más intensidad que el conflicto tecnológico- una retaguardia con capacidad y actitud para defender los valores y los intereses colectivos, lo que requeriría enfrentarse a la adversidad. La producción de guerra absorbería gran parte de la riqueza colectiva -aumentando la inflación y el endeudamiento público y disminuyendo los bienes de consumo- y los ciudadanos tendrían que soportar la escasez de recursos.

En el frente, los suministros se agotarían rápidamente porque no podrían seguir el ritmo de consumo voraz del conflicto y, además, la logística sería vulnerable a los misiles de precisión de largo alcance; Milley, advierte de que «aprender a convivir con la escasez será la norma en el próximo campo de batalla»[3].

Planificar la conscripción

El conflicto de alta intensidad es inherente a la conscripción. Las guerras mundiales se lucharon principalmente con conscriptos. En la Gran Guerra, Estados Unidos intervino con tres millones de combatientes, de los que sólo trescientas mil fueron voluntarios; en 1914 Alemania reclutó obligatoriamente a más de tres millones y medio de soldados y Francia a casi tres millones. En la Segunda Guerra Mundial la conscripción fue igualmente preponderante.

Dado que, en el futuro conflicto, ambos bandos dispondrían de la técnica, los factores discriminatorios serían la conciencia colectiva y la cultura de seguridad que permitirían un reclutamiento universal de ciudadanos, con carácter y capacidad, dispuestos a morir y a causar bajas.

Actualizar la doctrina y recuperar las capacidades analógicas

Las capacidades técnicas en que se basa la eficacia de la guerra moderna pueden quedar seriamente afectadas por ataques generalizados a redes informáticas o destrucción de satélites clave, lo que tendría graves consecuencias: los misiles de precisión no llegarían a su objetivo y los drones se desviarían de su rumbo.

En consecuencia, se debe actualizar la vigente doctrina para que los mandos militares mantengan las destrezas de operar con papel, mapa, brújula, navegación inercial y comunicaciones tradicionales. Hay capacidades analógicas imprescindibles a las que no puede afectar la digitalización: leer el plano para saber dónde se está y a dónde se va, mantener una dirección con la brújula, analizar el terreno o calcular con exactitud las coordenadas del cañón y del objetivo; sin embargo, señala Barno «las fuerzas armadas estadounidenses se han vuelto digitalmente complacientes y han perdido en gran medida su capacidad para operar en un mundo analógico»[4].

Necesidad de aumentar la producción de armamento

Las municiones -especialmente las municiones de precisión-, se consumirían a un ritmo feroz; tan solo unos días después del comienzo de las hostilidades habría escasez de misiles de precisión, bombas guiadas y otras municiones difíciles de reemplazar que afectarían a la capacidad de seguir luchando.

Sin embargo, se ha vivido de espaladas a esta realidad. Las fuerzas armadas francesas, por ejemplo, no tienen suficiente munición para enfrentarse a un conflicto de alta intensidad; Bru y Rancoule precisan que «el deterioro general de las existencias de municiones francesas desde el final de la Guerra Fría parece haberse vuelto insostenible»[5].

Estados Unidos, por su parte, necesitaría modernizar su producción bélica para fabricar más armas a mayor ritmo. Mahnken señala que «hay menos misiles aire-superficie (JASSM-ER) y misiles anti buque de largo alcance (LRASM) almacenados que los desplegados en el teatro de operaciones ucraniano»[6].

Conclusiones

Ante la necesidad de defenderse contra la agresión autocrática, la propaganda de guerra aliada logró -en los dos conflictos mundiales- mentalizar a las respectivas sociedades de superar todas las dificultades; del mismo modo Occidente ha de desarrollar en sus ciudadanos la necesaria cultura de defensa para superar los serios problemas de seguridad que se presentan.

La conscripción en una guerra convencional resulta moral y democráticamente ineludible, además de necesario; «el servicio militar obligatorio -señala Flynn- sirvió bien a las tres principales democracias occidentales en un duro contexto histórico»[7].

Recuperar las capacidades analógicas pasa -sin renunciar a las capacidades técnicas- por mantener las destrezas tradicionales y desarrollar una instrucción realista que reproduzca con rigor la complejidad del combate. Los simuladores no muestran las sensaciones de la guerra; Bru y Julien señalan que «un piloto que en instrucción nunca haya disparado un misil Meteor o una tripulación que no haya lanzado un Aster 30 en condiciones reales no pueden considerarse debidamente preparados para luchar»[8].

En una guerra de desgaste, la capacidad de producción de armamento será determinante. Las dos guerras mundiales se previeron cortas por lo que debían librarse con los suministros existentes pero se convirtieron en guerras prolongadas que obligaron a los dos bandos a realizar enormes esfuerzos en fabricar armamento; la mayor capacidad de producción bélica fue un factor clave que determinó la victoria aliada.

Jesús Alberto García Riesco
Coronel de Artillería. (R)
Licenciado en Ciencias Políticas

[1] BECKLEY Michael. “America Is Not Ready for a War With China”. Foreign Affairs, June 2021. https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2021-06-10/america-not-ready-war-china

[2] NELSEN, John. General George Marshall: Strategic Leadership and the Challenges of Reconstituting the Army. University Press Pacific, 2005.

[3] Citado en BARNO, David and BENSAHEL, Nora. “Mirages of war: six illusions from our recent conflicts”. War on Rocks, April 2017. https://warontherocks.com/2017/04/mirages-of-war-six-illusions-from-our-recent-conflicts/

[4] Ibíd.

[5] Citados en MESSINIS, Aris. “The French army lacks ammunition for high intensity”. News in France. June 2022. https://newsinfrance.com/the-french-army-lacks-ammunition-for-high-intensity/

[6] MAHNKEN, Thomas. “Could America Win a New World War?”. Foreign Affairs, October 2022. https://www.foreignaffairs.com/united-states/could-america-win-new-world-war

[7] FLYNN, George. Conscription and Democracy: The Draft in France, Great Britain, and the United States, Praeger, 2001.

[8] Citados en MESSINIS, Aris. Op. Cit.