TODO ARDE presentará una diversidad de opiniones, mayor que las anteriores novelas de este autor. Ya adelanto que me gustó algo más la trilogía anterior, La Reina Roja y reconozco haber echado de menos a Antonia y a Jon. Pero TODO ARDE me ha gustado. Como he dicho en otra ocasión, sólo comento aquí las novelas que me parece que merece la pena leerlas. Y ésta, además de haberme gustado y disfrutados con ella, tiene el aval que cuando se publicó, lo comuniqué a varios matrimonios amigos o conocidos (por razones familiares y personales, que no vienen al caso, me he retrasado en su comentario), he tenido ocasión de preguntar: todos los que la han leído y sin excepción, me han dicho que les ha gustado, interesado, apasionado, disfrutado,… pero, cualquiera sea el participio del verbo, el resultado es que la novela, TODO ARDE, es recomendable y deseo que aparezca la próxima para leerla. (...)
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Se trata de una novela de acción que se lee bien, con párrafos cortos y bastante y ágil diálogo, que se desarrolla, salvo excepciones, a buen ritmo, con menos repeticiones que las anteriores. Esa acción transcurre a través de tres operaciones algo descabelladas, pero me gustaría saber del lector que, en la primera de ellas, no ha contado los pasos que les separaban del desastre o la salvación a dos de sus protagonistas, así como los minutos, e incluso los segundos, que necesitaba la tercera de sus protagonistas buenas, para concluir con éxito su manipulación electrónica.
Si en toda novela los personajes son importantes como componente decisivo para su interés, credibilidad y si es posible, para que el lector se encariñe con esos personajes y le importe lo que pueda sucederles, en TODO ARDE poseen una especial importancia, sobre todo las tres protagonistas buenas, entre otras cosas por su humanidad. De esas tres mujeres, caracterizadas con verdadero acierto, he sabido que, entre mis conocidos, Mari Paz es la preferida.
Mari Paz es una ex-legionaria hercúlea, con una fuerza y capacidad para la lucha física admirables, que parece no tener nunca miedo. Pero sí lo tiene. Ella misma lo reconoce:
“¿Quieres saber lo que es el miedo?
Prueba a hacer un salto a baja altura desde un Cougar antes de amanecer, con un viento cruzado de 40 nudos. Con el río Drin y un acantilado cortado a pico a la derecha. La nave se mueve como el yoyó de un lunático, el suelo está cada vez más lejos de los pies…
¿Qué pasa por la cabeza en un momento así?
Miedo”. Más adelante dicen de ella: “El temperamento de Mari Paz es, de natural, reposado. Con la temible bravura del agua mansa…” (No cito la página, porque he leído TODO ARDE en Kindle de Amazon)
Mari Paz que, quizás, utiliza demasiadas expresiones del castrapo, es una mujer de gran y buen corazón. Conserva un grupito de compañeros de la Legión, que comparten con ella su humanidad, generosidad -a los que se nombra coloquialmente, los “lejías”-, unidos por su disciplina, honor y cariño, bien descritos, cada uno de ellos, en pocas frases. De hecho, una comisaria que no es tal, pero que usa placa y pistola, acostumbrada a sobornar a la gente, lo reconoce así al comentar: “Celeiro (el apellido de Mari Paz) es una de esas escasas buenas personas, de esas que salen muy caras…”.
Aura es la que, con matices, dirige a las otras dos y es una amante de la lectura: “Abrirlo le recordó que la lectura para ella no era un mero entretenimiento, sino un viaje. Los libros, los libros buenos, un pasaporte sin caducidad”. Pertenece a una buena familia: “Ella, que había vivido en un mundo en el que el mayor peligro procedía del impago de la hipoteca, y el mayor miedo la mamografía anual”. Además, Aura, se encuentra entre las mejores planificadoras, tal y como demostró en su trabajo, antes de la acusación injusta que la destruyó. De hecho, una persona que conoce muy bien el trabajo de Aura, dice: “… Era la mejor estratega que había conocido… La mente de Aura Reyes es más bien como una apisonadora. Lenta, minuciosa e implacable”.
Pues bien, Aura ha sufrido una injusticia de esas que no matan físicamente, sino que hacen algo peor, matan social, familiar, profesionalmente, así como su honor, su honestidad y honradez, e incluso acaban con su libertad con una condena de muchos, muchos años en prisión.
Pero Aura, a pesar de su educación es una mujer dura: “La esperanza es lo último que se pierde, pensó Aura, y encendió la tele,…”; y en su deseo de conseguir que se le haga justicia, da a sus compañeras un sentido a sus vidas, un sentido tan elevado como es el de la justicia y además frente a los poderosos, a los que siempre ganan por y desde su poder, ya sea económico, político,…
La tercera compañera, Sere, es una mujer peculiar: ““Está como un cencerro… Y además es muy inteligente… La mejor ingeniera que he visto nunca bajo mi supervisión,… No obtenía mejores calificaciones porque no iba a jamás a clase y sus exámenes eran demasiado… creativos. Pero programando no he visto a nadie igual”. Y es que: “Esa mañana, cuando se despertó, se dio cuenta de que no había hablado con nadie que no fuera un repartidor de mensajería o la cajera del supermercado en los últimos cinco meses… (porque) Cuanto más sola está una persona, más solitaria se vuelve, la soledad va creciendo a su alrededor, como el moho. Un escudo que inhibe aquello que podría destruirla, y que tanto desea”. Sin embargo, a pesar de estas características, todos los niños la quieren y se van con ella nada más conocerla, quizá, porque también ella es una niña, con una mentalidad crédula e infantil, incluso para las cosas fantásticas.
Eso ocurre con las dos hijas de Aura, ante la casi seguridad de su ingreso en prisión durante muchos años. Son dos niñas muy espabiladas, si bien alguna de sus manifestaciones parece algo impropia de su edad, o lo que es lo mismo, que requiere una mayor madurez de pensamiento y afectiva.
Por parte de los malos aparece el que por ambición económica y de grandeza en el mundo financiero, lleva a cabo la injusticia, sin riesgo por su parte, que destroza la vida de Aura; y la comisaria, que lo es ilegalmente, y que es capaz de asesinar a sangre fría por dinero y aunque ello implique que dicho asesinato tenga que atribuirse, que culpabilizar necesariamente a una persona inocente.
Por lo demás, la novela que busca demostrar que no siempre tienen que ganar los mismos, esto es, los ricos, los poderosos y en su acción y diálogo para conseguirlo, arrancará al lector más de una sonrisa, aunque algunas veces se fuerza demasiado la circunstancia para provocarla, al punto que cabe plantearse si el autor no está rozando la parodia de este género, porque de ser así, es preciso felicitarle por lo bien que articula su discurso narrativo.
Con relación a las preguntas básicas, como la que se refiere a la felicidad que todo hombre desea, e incluso anhela, el autor la sintetiza como sigue: “Hay que elegir la infelicidad con cuidado. Esa es la única felicidad en esta vida: elegir la menor infelicidad”.
Con relación a una cuestión, el sentido de la vida, que se da por supuesta en la mayor parte de las novelas de este género, pero que rara vez se explicita satisfactoriamente, esto es, porqué, por ejemplo, el protagonista se juega la vida, está dispuesto a morir o a sufrir heridas o tortura, Juan Gómez-Jurado responde por boca de la abuela de Mari Paz: “Si uno tiene un porqué, es capaz de soportar cualquier cómo.”
Francisco Ansón