La institución militar, representada por sus Fuerzas Armadas (FFAA), no puede cumplir su función, de acuerdo con la Ley, sin tener un pensamiento propio, heredado de su tradición y de su historia. Es indudable también que esta institución está sometida, como lo está en todas las democracias occidentales, al pensamiento político representado por el gobierno de la Nación. El pensamiento político, a su vez, se puede alimentar del pensamiento civil (…)
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progresivamente interesado en cuestiones de defensa y seguridad. La agresiva actitud de Rusia en el campo internacional, que la ha llevado a la injusta invasión de Ucrania, obliga a una inmediata actualización de todas las estrategias de defensa occidentales y, por tanto, también de la de España. Para ello, hoy más que nunca, se advierte una verdadera necesidad de unidad de toda la sociedad española, representada públicamente por el conjunto de sus instituciones, en todo lo relacionado con un nuevo planeamiento estratégico de su propia defensa y seguridad.
La institución militar tiene su propio pensamiento, su propia forma de entender y enfrentarse a los problemas militares. El pensamiento militar impregna todos los niveles de la jerarquía militar, es el garante de la unidad de acción y es imprescindible para cumplir la misión asignada. No parece recomendable que por vía simplemente administrativa se cambien los principios en los que se asienta la vida militar. Fieles a nuestra Constitución, podemos considerar bueno y necesario que la institución militar defienda sus valores y principios, dentro de la imprescindible y obligada subordinación política.
Con el advenimiento de la democracia en España, materializada con la promulgación de la Constitución del año 1978,[1] las FFAA comprendieron y asumieron con rotundidad que los ejércitos, con SM el Rey al frente, son ejércitos de y para todos los españoles.
No hay actualmente afán alguno en nuestras FFAA de interferir o influir en las decisiones que inequívocamente corresponden al gobierno de la Nación. En esta situación, nuestras FFAA disfrutan de un alto concepto y respeto por parte de la sociedad española que valora en su justo término la labor callada y abnegada que saben demostrar nuestros militares cuando tienen que intervenir en la defensa y protección de la sociedad española, y de sus intereses, muchas veces en zonas muy alejadas del territorio nacional donde ya han caído hasta la fecha no pocos soldados de España.[2]
Admitimos, en primer lugar, que los problemas actuales de las FFAA en España no son diferentes de los de cualquier otro ejército occidental, valor que debemos de proteger entre todos. Los problemas que ocupan la actividad diaria de nuestros ejércitos son principalmente de carácter técnico y directamente relacionadas con una clara insuficiencia de los presupuestos asignados que puede llegar a entorpecer o hasta impedir el mejor cumplimiento de la misión que tienen asignada.
Las relaciones entre los pensamientos civil, político y militar son de gran trascendencia en el diseño y ejecución de cualquier estrategia de defensa y seguridad. Estas relaciones son muy distintas según la nación que estemos tomando en consideración.
Destaca el Reino Unido (RU), como ninguna otra nación conocida en el mundo occidental, por la unidad y confianza mutua entre sus instituciones, y la sociedad a la que sirven, cuando se trata de garantizar la eficaz protección de sus grandes intereses nacionales.
Esta afirmación es muy fácil de comprender por los españoles. Es muy posible que, en el pasado, alguno de los gobiernos británicos hubiera considerado llegada la hora de devolver a su legítimo propietario la colonia de Gibraltar, por su anacronismo y, sobre todo, para mejorar las relaciones entre dos nobles aliados. Sin embargo, la dura realidad es que todos los gobiernos británicos que hemos conocido han terminado por adoptar la decisión de retener, y no devolver a su legítimo propietario, la colonia de Gibraltar simplemente porque es un haber imprescindible para lograr la mejor ejecución de la estrategia naval de su Royal Navy (RN). Porque, para el pueblo británico, su RN es la razón última de su seguridad, de su prosperidad y hasta de su propia libertad.
En los países más respetados internacionalmente, no se discuten los grandes principios en los que basan su defensa y su seguridad. Para defender estos principios actúan al unísono, como un solo cuerpo legal, todas las fuerzas vivas e institucionales de la nación en representación única y verdadera del conjunto de la sociedad que quiere defenderse con rotundidad. Cuanto más fuerte es la unión en estos asuntos entre la sociedad y sus representantes legales, más efectiva es su defensa y más poderosa su disuasión. Verdaderamente un modelo a seguir si tomamos en la debida consideración los resultados que produce.
En estos países no se da nada por sentado y preparan sus estrategias defensivas como si mañana fuese a estallar la guerra. Por eso, los países más poderosos se han “adornado” con armas nucleares, con independencia de los costes que estas armas conllevan. El coste no es lo más importante para estos países cuando se trata de garantizar su defensa y seguridad. Y su libertad que, en estos asuntos, consiste en no vivir bajo el dictado de otros. Cada uno de sus ciudadanos nace con la parte de la cultura de defensa que le corresponde, sin necesidad de que nadie tenga que inculcársela.
En España, aún estamos un poco lejos de alcanzar esta deseable situación tan importante para defender, con la determinación necesaria, nuestros intereses en un mundo repentinamente mucho más inseguro de lo que cabía esperar antes de la injusta invasión de Ucrania. En su conjunto, la UE ha tenido que salir de su confortable letargo. La excesiva confianza de los aliados europeos en los EE. UU. ha tenido que dar paso a una profunda reflexión sobre sus necesidades estratégicas. La OTAN está ahí, con su nuevo Concepto Estratégico aprobado en Madrid, pero este concepto no parece suficiente para llenar las aspiraciones internacionales de una UE que está demostrando tener su propia vocación en asuntos defensivos, pero sin dejar de pertenecer a la OTAN.
Por su parte, España no puede caer en la insignificancia internacional porque es una potencia económica, histórica y cultural y es mucho más europeísta que muchos de los países que actualmente componen la UE. En una situación de tan grave crisis como la que Europa está atravesando parece llegado el momento para España de salir de su tranquilo vivir en el campo defensivo. Es bueno no tener enemigos y que todos odiemos la guerra, pero como eso es algo que no depende de nosotros mismos, estamos obligados a diseñar una estrategia de defensa y seguridad suficientemente fundamentada por integración de los pensamientos político, civil y militar.
Parece indudable que el orden mundial que impera en Occidente, basado en la libertad social y en la democracia política, será mucho más atrayente para cualquier nación del mundo que desee vivir en paz y libertad, que el nuevo orden mundial que los dictadores quieren implantar, al parecer por la fuerza, si para sus siniestros planes fuese necesario.
Parece indudable que España no podrá encontrar respuesta a sus necesidades estratégicas en la simple colaboración y a remolque de lo que nuestros aliados decidan. La mejor contribución a la defensa europea es hacerlo mediante nuestra propia y efectiva estrategia de defensa y seguridad.
[1] CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. Artículo 8. 1. Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
[2] Hasta la fecha, y según fuentes consultadas, 170 de los tres Ejércitos y 9 de la Guardia Civil.