Sueño roto, sí, pero no muerto sino todo lo contario. Las leyes españolas, sorprendentemente, permiten que los independentistas catalanes sometan a su tiranía xenófoba al pueblo catalán y condicionen la gobernabilidad del Estado español, en un alarde que convierte la distopia disparatada en realidad política y social.
Ya va siendo hora de que el conjunto de la nación española fuerce a la clase política a recuperar el sentido común y a devolver la soberanía al pueblo español, secuestrada y administrada por ella y puesta al servicio exclusivo de sus intereses.