Íñigo Castellano Barón

Agradezco haber nacido en España en la década de los años cincuenta

Inauguración del pantano de Iznájar, Córdoba, en 1969. (Foto: https://fnff.es/actualidad/03-06-1969).

LA CRÍTICA, 18 AGOSTO 2022

Íñigo Castellano Barón | Jueves 18 de agosto de 2022

Ante todo debo decir que en la España de esos años, los niños íbamos a los colegios y escuelas, con lapiceros y «bolis» muy distintos de los de ahora, sin lujo e incluso a veces la tinta se salía manchándonos los dedos. Papeles más toscos y quizás tan solo un par de zapatos para pasar todo el año escolar. (…)



Nos debíamos aprender de memoria la lista de los reyes godos, estudiábamos latín por un tubo, lengua española, y a los catorce años decidíamos en parte nuestra vocación por nuestras habilidades hacia las humanidades o letras o por las matemáticas. En el día del Domund, pedíamos dinero por las calles para llenar nuestras huchas y darlas a los más necesitados de otros países pobres, necesitados de alimentos y cultura. No teníamos sentimientos de razas: negros o amarillos, sino de desigualdades que nos movían hacernos atrevidos para solicitar unas monedas sabiendo cuál serían su destino.

Las carreteras españolas eran estrechas y de solo dos direcciones pero al haber pocos camiones, los viajes aunque largos y pesados, se hacían soportables. A mis quince años, ya me subí en un tractor marca Ferguson, vehículo que rápidamente fue extendiéndose en los campos agrícolas sustituyendo al arado de bueyes o mulas. En la década de los sesenta apenas se usaba ya la hoz para segar el cereal, y las cosechadoras se encargaban de ese laborioso y cansino trabajo. En las grandes ciudades se abrían los Grandes Almacenes donde los españoles podíamos ver y consumir cosas hasta entonces nunca vistas. Los agricultores, la gran masa trabajadora del país en relación a la industrial, vieron cómo sus productos podían ser almacenados y distribuidos en cooperativas para lo que nació la Ley de Cooperativas que hizo un gran bien a los pequeños productores que eran la mayoría. El general Francisco Franco, que entonces regía los destinos de España, sabía rodearse de gente muy preparada y consecuencia de ello se demostró a miles de modestos ciudadanos la posibilidad de acceso a una vivienda cuando se inicia la industrialización de España y muchos vienen con sus familias a vivir a las grandes urbes, con la creación del llamado Instituto Nacional de la Vivienda que da lugar a la creación de miles de viviendas protegidas.

Las carreteras empezaron a hacerse incómodas pues unos vehículos pequeños empezaron a deslizarse sobre el asfalto de aquellas, llevando a multitud de familias que ahora se transportaban en el pequeño utilitario de la marca SEAT. España acababa de hacerse con la industria del automóvil y con las sinergias económicas que eso conllevaba. La pertinaz sequía, que no se atribuía a ningún cambio climático, fue combatida con la construcción de numerosos pantanos que almacenaban miles de hectómetros e irrigaban extensas superficies de tierra, hasta entonces infértiles. Al tiempo y conforme me hacía mayor percibía que las costas españolas se poblaban de gentes de otras naciones que venían a disfrutar de nuestro sol y hospitalidad y al amparo de los cuales crecía una nueva industria de turismo que con el tiempo sería la base más importante de nuestro PIB.

La delincuencia era pequeña en relación a la población, y para eso estaban las casas-cuarteles de la Guardia Civil diseminadas por toda la geografía española que mantenían el orden público, sin tener que atender salvo excepciones a puestos de vigilancia de los organismos públicos, que no eran tan numerosos como ahora, lo que les permitía una mayor vigilancia de las zonas rurales. Nuestras relaciones internacionales eran escasas y España no figuraba en el contexto internacional como un país políticamente deseable. Sin embargo, el Gobierno español consiguió tratados preferenciales con los EE. UU. lo que significaba en muchos casos verdaderas situaciones de privilegio en nuestra balanza de pagos respecto a las exportaciones e importaciones. Aquello fue una gran ayuda para un país aislado por su régimen político, pues el general Franco mantenía un pensamiento único en el contexto de un nacional catolicismo, aunque con cierta tolerancia hacia otras ideologías. Recuerdo sin embargo, que eran los comunistas los más activos a la oposición al régimen, mientras los socialistas se mantuvieron cuarenta años de vacaciones, muchos de ellos hijos de gerifaltes del funcionariado y de la Falange, gozando de todos los privilegios que pudieran obtener.

Había nacido una extensa clase media en España, y los españoles cada vez más, gozaban de una segunda vivienda, coche, puestos de trabajo y un nivel impositivo de carácter tributario mínimo. Sin embargo el Estado recaudaba y acometía grandes proyectos de industrialización y Planes de Desarrollo que llevaba a cabo por toda la geografía. En el plano político, recuerdo que tan solo había una «tolerancia controlada». De entre otros destacaba el profesor Tierno Galván que fundó en 1968 el Partido Socialista Popular el cual se disolvería una década después. Este partido proveniente de la Universidad de Salamanca aglutinó algunos de sus discípulos como Raúl Morodo, Pablo Lucas y Fernando Morán. Su Boletín Informativo del Seminario de Derecho Político le serviría como plataforma de opinión y crítica acérrima contra el franquismo y así estuvo durante diez años tolerado por un régimen que acabó con su libertad de expresión. En 1974 junto al partido comunista de España, el partido del Trabajo de España y el partido Carlista y otros de carácter independentista, formaron la «Junta Democrática de España». Felipe González en su día acabaría liderando el PSOE refundado tras su confrontación con el «viejo profesor» Tierno quien había abrazado el marxismo.

Cierto es por tanto que la dictadura del general Franco en lo político y en determinados aspectos sociales, como el divorcio y otros, estuvieron maniatados a toda oposición al mismo, aunque como dije, con cierta tolerancia. Pero entretanto e igualmente cierto los españoles llenaban las aulas de los Institutos y Universidades. Los sectores de la construcción, turismo, industria, carreteras y pantanos dieron lugar a millones de puestos de trabajo que hubo de cubrirse con una Seguridad Social y una sanidad pública sin precedentes. Los Sindicatos obreros alcanzaron gran fuerza al igual que las patronales empresariales. El desarrollo económico y social resultó un hecho incuestionable desde la ayuda prestada por el presidente norteamericano Eisenhower. La clase media española consiguió alcanzar ahorros que les permitieron hacer inversiones de altas plusvalías.

La unidad patria era incuestionable y la seguridad en cuanto al Orden público un hecho constante dando con ello una estabilidad que acrecentaba el desarrollo del país que poco a poco fue abriéndose al exterior y reconocido por las otras potencias occidentales. La Ley a la Sucesión a la Jefatura del Estado aseguró la continuidad de esa estabilidad a través de la Corona que ejerció el legítimo sucesor a la misma, el rey Juan Carlos I, tras el fallecimiento del general, el cual es recogido por la hemeroteca nacional como una de las mayores concentraciones populares de adhesión habidas desde la caída de la Segunda República.

Finalmente debo decir que, aceptando la discrepancia política respecto al pensamiento único impuesto por el régimen, observo en mi ya avanzada madurez, que hoy día estamos más controlados e intervenidos en nuestras respectivas vidas y comportamientos en todos los campos de nuestra cotidianidad. Estamos igualmente sometidos a una presión fiscal considerada como una de las más altas de Europa. La unidad de la Patria está más que cuestionada y los delitos de orden público no son sancionados en su mayoría. La patria potestad que desde tiempos del derecho romano se fundamentaba en la autoritas del pater familiae ha sido sustituida por un Estado que determina el sitio o lugar de escolarización, la libertad de género, así como otros aspectos que se harían largos de analizar en este breve. Apenas hay resquicio en el individuo donde pueda actuar libremente sin que una norma administrativa lo regule. Y a mayor abundamiento los partidos políticos se han convertido en verdaderas fábricas de empleo público y de favores debidos, a costa del erario público. Las promesas electorales pueden no cumplirse sin que por ello pueda darse una reacción social o jurídica que lo impida.

En definitiva, se me ocurre pensar qué hubiera sido de nosotros si el general Franco no hubiera establecido un sistema de pensiones que según parece está hoy en peligro. Qué hubiera sido de nosotros con el «cambio climático» sin las reservas de los pantanos. Cuántas gentes pulularían por las calles de nuestras ciudades confundidas por haber tomado decisiones respecto a su sexo, como posiblemente ocurra en un próximo tiempo con las consultas de psicólogos y psiquiatras a rebosar. Qué capacidad de ahorro nos queda a los españoles para mantener el monstruo de diecisiete administraciones públicas.

No he querido polemizar, tan solo reflexionar y que cada uno saque sus propias consecuencias.

Iñigo Castellano Barón