HISTORIA Y CULTURA

Marcel Bataillon, el hispanista que descifró la “Reforma” que precedió a la “Contrarreforma”

El francés Marcel Bataillon, "Príncipe de los hispanistas" (1895-1977). (Foto: https://es.wikipedia.org/wiki/Marcel_Bataillon).

LA ESPAÑA INCONTESTABLE

LA CRÍTICA, 16 JULIO 2022

Hugo Vázquez Bravo | Sábado 16 de julio de 2022

Los instigadores de la “leyenda negra española” han basado su discurso histórico no sólo en nuestro presunto mal comportamiento en América, sino también en el aparente fanatismo religioso que cristalizó en la llamada “Contrarreforma”, de la mano de la austeridad impuesta por la Santa Inquisición. En 1937, el francés Marcel Bataillon publicaba su libro Erasmo y España, que describe un panorama bien distinto, que se convirtió en una obra de cabecera para los historiadores del siglo XVI y a él, como autor, le encumbró como uno de los hispanistas más prestigiosos. (...)



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Marcel Bataillon (Dijon, 1895- París, 1977) culminó sus estudios en la Casa de Velázquez de París, dirigió el Institut d´études hispaniques de la Sorbona y, entre sus otros múltiples méritos, fue el primer presidente de la Sociedad de Hispanistas Franceses y el segundo de la Asociación Internacional de Hispanistas. De entre su extensa obra, el libro citado es el más relevante (publicado en español en Méjico, 1950), pues en él recoge la investigación que realizó para la obtención del grado de doctor, la cual le llevó aproximadamente unos veinte años.

El lector crítico, nada más abrir el libro, observará una gran peculiaridad, pues a la lógica introducción que precede a cualquier monografía, se le suma otra dirigida en exclusiva al público francés, tratando de explicar justo lo que señalaba al comienzo de este relato. En ella Bataillon advierte a sus paisanos para que no se lleven las manos a la cabeza, que sí procede hablar del erasmismo como una corriente presente en España, aunque en el resto de su texto terminará demostrando, incluso, que la talla de nuestros teólogos y en especial la del padre Vitoria, llegó a superar con creces a la de aquél.

Como he tenido ocasión de escribir en esta sección, el Renacimiento dio lugar al Humanismo cristiano, corriente que logró poner al hombre en el centro de la Creación frente al Teocentrismo medieval. Este autor detalla como esta “Reforma religiosa” prendió en la España de los Reyes Católicos de mano de figuras como el propio cardenal Cisneros, que fundó la universidad Complutense en Alcalá de Henares y promovió desde ella la primera edición de una Biblia en varios idiomas: hebreo, latín y griego, siendo por ello conocida como la Biblia Políglota. Para este proyecto se contó con los más destacados traductores del momento, entre ellos el mismísimo Antonio de Nebrija, autor también de la primera gramática del castellano.

Durante el reinado siguiente, el de Carlos V, Bataillon sostiene que se dio continuidad a esa “Reforma religiosa”. Algunos de los personajes que la hicieron posible, como el propio Francisco de Vitoria o Bartolomé de las Casas seguían en activo. Por otro lado, a Alcalá de Henares se unieron las universidades de Sevilla y la de Valladolid como centros precursores de estas doctrinas. En cierta ocasión escuché opinar si el francés podría haber pecado de castellanocentrista al no señalar núcleos de esa envergadura en la Corona de Aragón, si bien dicha premisa es fácil de rebatir pues, si no los citó, es sencillamente porque no los hubo. De hecho, el autor no se olvida de mencionar a los grandes “aragoneses” que igualmente lograron alcanzar la élite del pensamiento europeo, aunque una parte importante de ellos hubieron de desarrollar su carrera en el exterior, como los hermanos Valdés o el tan relevante Miguel Servet.

El momento que Bataillon detalla como cumbre en esta época, es la llamada Conferencia o Proceso de Valladolid, celebrada en el año 1527 y a la que Miguel Delibes hace referencia igualmente en su novela El Hereje. Se justifica el francés al decir que siendo ya pública la obra de Erasmo, en los diferentes Estados europeos bien se había permitido la difusión de su pensamiento, bien se había prohibido, siendo España el único lugar donde la misma fue sometida a debate. En ese diálogo estuvieron representados de una parte los centros reformistas antes citados y, de la otra, su rival la escolástica universidad de Salamanca. Curiosamente el padre Vitoria, que pertenecía a esta última, logró imponer su visión de la obra de Erasmo, a la que calificaba de errada, rebatiendo sus puntos esenciales de forma magistral, pero no herética.

No obstante, eso no significa que esta “Reforma” no fuese seriamente contestada y, justamente, sus principales adversarios provenían de la misma orden religiosa en que estaba ordenado el padre Vitoria, los dominicos, a cuyo cargo estaba el Tribunal del Santo Oficio o Inquisición. El clero de base que lo conformaba era mucho más celoso en cuestiones de fe y no dudaron en ir en contra, incluso, de amigos personales del emperador y del inquisidor general, Alonso Manrique de Lara. El enfrentamiento adquirió tal envergadura, que ambos personajes exigían que aquellos procesos se resolviesen y los otros hacían caso omiso, consiguiendo únicamente alargarlos.

Los historiadores de la España imperial de comienzos de la Edad Moderna siempre han presentado la sucesión de sus reinados más destacados como una transición tranquila, cuando en verdad resultaron ser procesos traumáticos bien resueltos. Quiero decir con esto que la ascensión al trono de Felipe II vino acompañada de una conciencia de la realidad bien distinta. El protestantismo europeo mancilló la reforma religiosa al teñirla con intereses políticos y se hizo preciso luchar contra ella. Se imponía esa “Contrarreforma” tan hispana que, por otro lado, nos ha legado expresiones culturales tan potentes como las procesiones de pasos en Semana Santa. Los tres centros reformistas ubicados en Alcalá de Henares, Valladolid y Sevilla fueron clausurados y, a su vez, los inquisidores obtuvieron la libertad que se les había negado. Como señaló Bataillon, los procesos inquisitoriales redujeron notoriamente el tiempo preciso para sus pesquisas y, por contra, agravaron las penas impuestas. Hasta entonces la propia investigación había sido la verdadera condena, pues muchos que sufrieron prisión durante años, luego fueron castigados solamente con un simple cambio de parroquia. Con todo, los datos que se incluyen en el estudio evidencian, que esa famosa Inquisición fue mucho menos violenta y encarnizada de lo que muchos quieren presumir. Merece una mención especial el arzobispo de Toledo y también dominico Bartolomé de Carranza, pues fue uno de los principales teólogos reformistas que no sobrevivió a ese giro en la política religiosa.

En definitiva, la obra de Marcel Bataillon y este libro en particular muestran que se dio una “Reforma” previa a la “Contrarreforma” en la que España estuvo a la cabeza del pensamiento religioso en Europa. No se debe olvidar que en los albores de la Modernidad la Teología era fuente e inspiración esencial de Derecho, por lo que no se habría de tomar como algo baladí y cuya repercusión quedaba enclaustrada por los muros de templos y cenobios. Estamos en deuda con este francés que nos enseñó una España acallada y, sin embargo, tan provechosa para nuestra civilización, esa misma que nosotros escondimos en una época y que nuestros detractores tratan de seguir ocultando.

Hugo Vázquez Bravo