Queridos amigos: Tras la victoria del Sinn Fein (nacionalistas católicos) en Irlanda del Norte, Gran Bretaña anunció la posible ruptura unilateral del Protocolo de Irlanda firmado con la Unión Europea después del Brexit. Boris Johnson pretende por su cuenta y por la de GB incumplir las obligaciones adquiridas en virtud de dicho Protocolo a lo que, lógicamente, se opone Bruselas, que no admite incumplimientos y, menos, unilaterales. (…)
...
La ministra de Exteriores británica, Liz Truss, encargó el 11 de mayo a sus funcionarios un proyecto de ruptura del acuerdo firmado con Bruselas. Y en virtud del “Discurso de la Reina”, que hizo en su lugar el Príncipe Carlos, el gobierno británico declaró que su objetivo era “priorizar el apoyo al acuerdo de Belfast”, llamado también de “Viernes Santo”.
Este asunto podría ser el referente para que la UE suspendiera las negociaciones con GB sobre Gibraltar. Los funcionarios de Bruselas están ya hartos de que en las sucesivas rondas negociadoras no acaben de cerrarse ninguno de los asuntos relevantes del posible acuerdo con los británicos, por ejemplo, el de la ansiada fluidez de paso por la Verja. Si no hubiera acuerdo, Gibraltar quedaría excluido de forma absoluta de poder pertenecer al espacio Schengen. Así, la puerta de la ratonera quedaría cerrada y los ratoncillos dentro. Y del mito de la “prosperidad compartida”, a tomar viento fresco. Pero, así, ¿hasta cuándo? ¿hasta qué día España tendrá que esperar –sus gobiernos– para tomar la iniciativa y reclamar a GB que cumpla las resoluciones de la ONU sin tener que depender de terceros (la UE en este caso), para hacer de su política exterior política de ESTADO?
Por cierto, en la Cámara de los Comunes británica, están preocupadísimos porque la Policía española está exigiendo “suavemente” a quien desee entrar desde Gibraltar a España, que cumpla con los requisitos exigidos a los no residentes en el espacio Schengen.
Como quiera que los de Gibraltar se inventaron una serie de tarjetas de diferentes colores para pasar la Verja, los que la tienen de color azul –los ratoncillos que dicen residir en Gibraltar– tienen que mostrarla para cumplir esos requisitos, Para ellos, no está bien que los agentes españoles cumplan con su deber. Por ello “han invitado” a quienes deseen cruzar la Verja y les pongan objeciones, que les graben para enseñar las dificultades a Picardo y sus muchachos, no se sabe bien para qué.
Por eso el 11 de mayo se reunió el alcalde Picardo en Londres con la ministra, Liz Truss, para analizar los supuestos avances en las negociaciones y esas pegas que ponen en la Verja a los titulares de las tarjetas azules, algo inusual y que ha causado sorpresa en Gibraltar y GB. Ya iba siendo hora de que “suavemente” la Policía española exigiera a quienes no pertenecen a la UE la documentación que se debe exigir.
En relación con las negociaciones entre la UE y GB, a día de hoy, 12 de mayo de 2.022, la Comisión Europea está dispuesta a suspenderlas si Boris Johnson rompe unilateralmente el Protocolo de Irlanda del Norte.
El vicepresidente de la Comisión, Marcos Safcovic, declaró que las pretensiones británicas sobre dicho Protocolo “son inaceptables”. Esto puede congelar las negociaciones sobre Gibraltar, aunque, por desgracia, yo dude que se llegue a ese punto. Aún así la ministra Liz Truss lanzó un ultimátum de 72 horas a la UE para que asuma y apruebe suspender el Protocolo antes de que lo haga sola GB. ¿Siguen siendo piratas estos británicos? ¿Quiénes se creen que son esta gente? ¿Piensan que siguen viviendo en la época victoriana?
Quizás sea por todo eso, por su imperialismo impenitente, por lo que Sir Joe Bossano largó en un lugar llamado Santa Lucía, en un Seminario patrocinado por la ONU, su 30 mensaje –habitual y monocorde– sobre Gibraltar. Fue el día 13 de mayo y se preguntaba que cómo iban a permitir que el Peñón se descolonizara durante el régimen “fascista” de Franco; o que el pueblo gibraltareño tiene derecho a la autodeterminación; o que España es el tercer país más grande de Europa (falso) aun con un Km2 menos (Gibraltar) y, así, una serie de memeces y estupideces parecidas.
Pero lo más llamativo de su “patriótico” discurso es que ahora lo que temen en Andalucía, según él, es que entre VOX en el gobierno de aquella región española. Y lo temen porque saben que VOX cuando dice o promete algo, va y lo cumple. Y eso de la fluidez en la Verja y lo de la “prosperidad compartida” no se lo cree VOX, al parecer.
Lo que no dijo Bossano es que es posible que sea GB y sus intereses quienes perjudiquen más a los 30.000 ratoncillos que, como Bossano, viven en la colonia militar. Y no estamos lejos de que así ocurra visto lo que sucede con lo de Irlanda del Norte.
Ante todo, esto: ¿cuál es la posición oficial española? El ministro de Exteriores, señor Albares, sigue diciendo que la negociación entre la UE y GB “avanza a buen ritmo” y hay textos sobre la mesa. Está claro que este hombre y todo el gobierno multitudinario a que pertenece están deseando que haya acuerdo, cueste lo que cueste, pues es cuestión de publicidad e imagen para Pedro Sánchez.
Albares dice que lo de Irlanda del Norte “no debería” afectar al tema de Gibraltar debido al acuerdo-marco firmado entre España y GB en el que se preveía la supresión de la Verja. Pero, ¿quién y dónde se controlará a las dotaciones militares de barcos y aviones que lleguen a Gibraltar? ¿Esos también podrían entrar en “Corea del Norte” enseñando una tarjeta del color que sea?
¿Por qué habló así el señor Albares? Porque durante aquella semana (9 a 14 de mayo) tuvo lugar en Londres la octava ronda de negociaciones entre GB y la UE. Y este ministro, como todo el Gobierno, están deseando que esas negociaciones acaben para presentar a los españoles un “logro histórico”, fantástico, formidable, insuperable, de colosales dimensiones. Aunque España siga sufriendo la amputación de una parte de su territorio.
Por su parte, el alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, en declaraciones a Europa Sur, nos sorprendió cuando dijo el 15 de mayo: “Gibraltar es una población, no una base militar; por tanto, que no solo primen los criterios de base militar, con las molestias que ocasionan los submarinos y actividades militares. Que los deseos militares del Reino Unido no dificulten las relaciones que son muy favorables entre el Campo de Gibraltar y Gibraltar en tres aspectos: amistad, convivencia familiar y cuestiones medioambientales. Pero también tienen que crecer en el ámbito económico y social”.
Vamos a ver, señor Ruiz. Vaya a la Cámara de los Comunes en Londres y dígale a los diputados británicos que Gibraltar no es una base militar. Es posible que saliera de allí con algún chichón o un brazo en cabestrillo. O dígaselo a su jefe, presidente del multitudinario gobierno de España. Dele unas clases de política exterior para que ésta, en lugar de ser de partido sea, de una vez, de Estado, en lugar de ser de política exterior local, o sea, de un pueblo. Y explíquele lo que es la POLÍTICA, la GEOPOLÍTICA, la GEOESTRATEGIA y los intereses que defienden las naciones. No el suyo señor Ruiz, ese que predica en plan tertulianés. Aunque claro, soñar no cuesta dinero.
Se lo vuelvo a repetir, alcalde: Gibraltar es para GB, por encima de todo, una base militar de extraordinaria importancia en virtud de su situación geoestratégica, de la que también se beneficia EE. UU. Hay quienes tienen otras opiniones distintas a las suyas. Por ejemplo, el señor Picardo, que viéndolas venir ha declinado la invitación para asistir en Algeciras a un Congreso liderado por toda clase de colaboracionistas españoles, en el que se hablará sobre “La incidencia del Brexit en la cooperación transfronteriza entre Gibraltar, el Campo de Gibraltar y Andalucía”, a celebrar los días 19 y 20 de mayo. ¿Y sabe por qué no va a asistir aprovechando allí la presencia de la flor y nata del colaboracionismo cateto español? Porque Picardo sabe lo que de verdad es Gibraltar y sabe de quién depende, y no de sus deseos, alcalde. Por cierto, tampoco asistirán a ese Congreso representantes del ministerio de Exteriores de España. A lo mejor si se lo explica el ministro Albares, aprende algo señor Ruiz.
El 17 de mayo, en la Cámara de los Comunes, la ministra Liz Truss confirmó que GB, después de ganar el Sinn Fein en Irlanda del Norte, está dispuesta a modificar unilateralmente el Protocolo suscrito con la UE sobre el trasiego de mercancías entre Inglaterra e Irlanda del Norte. Esta decisión sobre tan delicado asunto incidirá, probablemente, en las negociaciones sobre Gibraltar que, incluso, podrían congelarse. Está claro que los acuerdos que se firman con los británicos son inestables. Los cumplen mientras les conviene y dejan de cumplirlos cuando las circunstancias no les son favorables. Esto no parecen entenderlo los colaboracionistas españoles. Por eso la UE ha declarado que “deberá responder con todas las medidas a su disposición” frente a la actitud británica. Por ejemplo, con la paralización de las negociaciones sobre Gibraltar.
Según la UE, el Protocolo es un acuerdo internacional entre la UE y GB y “las acciones unilaterales que contradigan un acuerdo internacional no son aceptables”. No cabe duda. La mano dura es el mejor antídoto para que los británicos, después del Brexit, se den cuenta de que además de haber hecho el ridículo, ya no son los amos de Europa. Y no estaría mal que los gobiernos de España dejaran de estar empeñados en compartir nada con ellos, de humillarse ante ellos para, por el contrario, reclamar lo que sencillamente nos pertenece.
Mientras, el embajador británico en Madrid, Hugh Elliott, ha defendido la tesis de que lo del Protocolo de Irlanda y las negociaciones sobre Gibraltar, son dos temas diferentes. El que los políticos unionistas en Irlanda del Norte bloqueen la formación de un gobierno allí y GB quiera interpretar a su gusto lo firmado con la UE, no es obstáculo suficiente para el señor Elliott para firmar un acuerdo sobre Gibraltar. ¿Con esos antecedenntes?
Por ejemplo, echada la Verja abajo, ¿no sería posible que construyeran otra más cerca de La Línea (robando más territorio a España) porque dijeran que los de Frontex o quien fuera no cumplían adecuadamente su trabajo exigiendo demasiado a británicos u otros de terceros países para, entrando en Gibraltar, entrar por la cara en la UE? Recordemos que la piratería corsaria británica fue tremenda contra los intereses de España. Esa piratería parece mantenerla GB en Gibraltar.
Un abrazo a todos.