Lo que empezó siendo una protesta, el 28 de junio de 1969, contra las redadas de gays en el bar neoyorquino de Stonewall, acabó convirtiéndose en una celebración mundial reivindicativa de cualquiera que no se sienta heterosexual. Primero se llamó el día del “orgullo gay” para después añadirle las siglas LGTBIQ+. Fuera por la confusión de tanto acrónimo o porque la soberbia y altanería son ideas muy absorbentes y cautivadoras, el hecho es que sólo el orgullo ha trascendido y hoy se celebra simplemente “el día del orgullo”. Conviene tener esto en cuenta para no perderse, pues algún despistado puede llegar a pensar que es un día dedicado a tal sentimiento y por lo tanto pueda reivindicar que se dediquen otras fechas a emociones tan básicas como la alegría, el enfado, la culpa, la sorpresa o la confianza, por poner algunos ejemplos. (…)
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En verdad el término orgullo juega un poco al despiste pues tiene significados casi contradictorios.
Por un lado, en su primera acepción, significa la satisfacción por los logros, capacidades y méritos, tanto propios como de los allegados. No parece ser este el sentido usado por los celebrantes de estos eventos. Nadie debe ni avergonzarse ni sentirse orgulloso de lo que viene de serie. Una persona no se siente orgullosa de su altura, de su melena o de sus apetencias y deseos. Cada cual es como es. Esa aceptación o amor propio se conoce como autoestima en lugar de orgullo y conviene tenerlos elevados en su justa medida para una vida plena y feliz.
Un segundo significado, que conlleva un sentimiento de superioridad, viene acompañado de sinónimos tales como soberbia, arrogancia, vanidad, engreimiento, altivez, endiosamiento y otros muchos con, a priori, connotaciones negativas. ¿Será este el sentido que se da a estas celebraciones? Si así fuera, cabe preguntarse ¿orgullo de qué?
Sin entrar en valoraciones sobre las muchas teorías e hipótesis relativas al aspecto placentero del sexo –que Richard Dawkins llama “recompensa” por el gran esfuerzo reproductivo que representa–, se debe recordar que los biólogos evolucionistas consideran que la reproducción sexual fue el avance evolutivo más importante después de la membrana celular. Aquello se produjo en organismos unicelulares hace unos 1.200 millones de años que puede parecer mucho pero que desde el punto de vista evolutivo es apenas un instante. Si alguien se queda solo en la “recompensa” y se considera superior y orgulloso por tener orientaciones y gustos no heterosexuales puede hacerlo, pero al menos que no nos lo venda como algo “progre”, estamos retrocediendo 1.200 millones de años aunque como ya sabemos no es mucho desde el punto de vista evolutivo.
Todas las orientaciones y apetencias sexuales son respetables y por ello nadie tiene que sentirse por encima de los demás. Descartemos orgullo y también tolerancia que conlleva una perniciosa idea de condescendencia y perdón y quedémonos con respeto. Propongo que a este día se le conozca como el DÍA DEL RESPETO. No hace falta añadirle más siglas. Eso sí, respeto para todo el mundo.
Dionisio Lezo