Los jóvenes de hoy pueden pensar que los que crecimos en la España de sólo dos canales de televisión éramos niños tristes y aburridos. Nada más lejos de la realidad. Por un lado, porque en aquella época todavía nos llamaban más la atención los divertimentos al aire libre que atender en exclusiva a una pantalla. Pero, sobre todo porque, aunque la oferta no era muy abundante, la calidad de los contenidos que engrosaban la exigua programación de los citados dos canales era tal, que tampoco teníamos motivo para echar de menos algo diferente. (...)
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Entre lo emitido, estoy seguro que los programas de naturaleza, fauna y sobre otras culturas eran los favoritos de muchos de nosotros. Siendo como eran los viajes mucho más caros que hoy en día y sin poder disponer aún de adelantos como internet, la televisión era la gran ventana abierta a lo distinto, desconocido y ajeno, y mucho más sugerente que las fotografías de revistas y enciclopedias. Los protagonistas de aquellas aventuras que anhelábamos emular, con medios sumamente precarios si los comparamos con los actuales, nos mostraban este planeta experimentando en su carne sus rigores y recompensas. Todos ellos hacían gala de un estilo particular, muy personal, aunque compartían idéntico espíritu al que condujo a exploradores y conquistadores a abandonar el calor del hogar y la seguridad de la tierra para mayor gloria de España. Sus andanzas eran las de los últimos románticos en un mundo que todavía mantenía un halo de misterio y que la reciente aceleración de la globalización no había terminado de mancillar.
Entre aquellos aventureros destacaron Jean Jacques Cousteau y su tripulación, que a bordo del mítico Calipso navegaron todos los mares, desentrañando para nosotros los secretos de sus aguas. Menciono al francés dado que es de justicia reconocer su labor, y porque me brinda la ocasión de recordar que en Salinas (Asturias) se erigió un Museo de anclas al aire libre dedicado a su hijo, fallecido en 1979 en un accidente, con la estrecha participación de su fundación. Félix Rodríguez de la Fuente nos enseñó a amar a la Tierra y a sus criaturas, vencer el miedo a los animales que la mitología y la superstición habían señalado, convirtiéndolos en el foco de infundados miedos. Pero como al burgalés ya hay quien le ha rendido merecido tributo en medios de comunicación con gran divulgación y además es ésta una sección de Cultura e Historia, dedicaré este relato a Miguel de la Quadra-Salcedo, pues capaz de brillar en múltiples facetas, empeñó gran parte de su vida en tratar de consolidar los lazos entre España y América, mostrándonos la hibridación de las culturas propias de los pueblos precolombinos con la tan distinta que los españoles portamos con nosotros al continente recién descubierto.
Nacido en 1932, en los años 50 se reveló como un atleta sensacional, sabiendo compaginar su actividad deportiva con sus estudios de perito agrícola. Entre sus abundantes logros, el más meritorio y conocido fue el de batir la plusmarca mundial en lanzamiento de jabalina, sirviéndose de una técnica basada en el lanzamiento tradicional de barra vasca. Debido a la supuesta peligrosidad del ejercicio su marca no fue homologada, pese a que el reglamento hubo de ser redactado de nuevo a posteriori para inhabilitar dicha técnica. Resulta curioso que unos años después, en 1968, Dick Fosbury plantease algo parecido afrontando el salto de altura de espaldas, logrando que desde entonces no haya atleta que utilice una estrategia distinta y, en este caso, gozando del beneplácito de los distintos comités olímpicos.
En los primeros años de la década de los 60 se embarcó en varios buques con el único fin de conocer mundo y sufragar los gastos de sus exploraciones a través de rutas históricas. Luego comenzó a trabajar como etnobotánico en el Amazonas, haciendo valer sus estudios. Aunque no sería hasta 1963 cuando su carrera dio un giro radical e inesperado, al ser contratado por Televisión Española como reportero. A partir de entonces cubrió la información en varias guerras tanto en África, Asia como Sudamérica, convirtiéndose en testigo privilegiado de conflictos como la guerra de Vietnam, el golpe de Estado de Pinochet o la muerte de Ernesto Che Guevara. También tuvo la oportunidad de realizar entrevistas a los más destacados personajes políticos e intelectuales internacionales del momento.
Era tal su ansia por el conocimiento y por vivir experiencias nuevas, que incluso llegó a unirse con su familia por unos meses al circo de Ángel Cristo, para formarse y trabajar como domador de leones. O a probar en otras ocupaciones tan extravagantes y dispares como ballenero en el Pacífico o de extra en películas en Hollywood.
Sin embargo, su creación más reconocida y trascendente fue la que emprendió en 1979 por consejo del rey hoy emérito Juan Carlos I: la llamada Aventura 92. Este programa, cuyo fin era conmemorar el centenario del descubrimiento de América y que fue declarado de Interés Universal por la UNESCO, consistía en realizar intercambios entre alumnos de hasta 60 países, jóvenes a quien se becaba para acudir de viaje de estudios a Hispanoamérica, con el fin de que profundizasen en conocimientos relativos a Geografía, Historia y el Medioambiente. Esta iniciativa, que duró hasta el año 2016, en que de la Quadra-Salcedo falleció, se calcula que benefició a unos 10.000 estudiantes. Desde el año 1993 había mudado su nombre por el de Ruta Quetzal, con el propósito de proporcionarle la continuidad necesaria una vez cumplidas sus primeras expectativas.
También, durante otros 20 años, Miguel fue la imagen en España del raid Camel Trophy, participando en la organización, selección de participantes, como asesor y periodista que cubría el evento. Este rally aventura nació a comienzos de los 80, al tiempo que el París-Dakar, y duró hasta el año 2000, pasando a ser una de las pruebas más icónicas de la Historia del mundo del motor.
Antes de fallecer aún tuvo tiempo para crear junto a sus hijos la Fundación 2092, orientada a organizar expediciones geográficas y científicas, así como a preparar la conmemoración del siguiente centenario del descubrimiento del continente americano.
Hoy, algunos jefes de Estado o de gobierno en América claman por abrir una brecha entre España y su legado, lo que convierte a las iniciativas emprendidas por Miguel de la Quadra-Salcedo en las últimas que trataron de consolidar la estrecha relación y el hermanamiento que siempre ha existido entre los naturales de ambas costas del Atlántico. Excelentes relaciones que España y sus gobernantes siempre han estimado como una prioridad, a pesar de que la constitución de aquellos Estados se produjese a raíz de una concatenación de conflictos armados secesionistas, y como se demostró en los acuerdos y éxitos alcanzados en las conocidas como Cumbres Iberoamericanas, que tuvieron lugar entre los años 1991 y 2014. Para aquel empeño, de la Quadra-Salcedo supo imbuirse de semejante espíritu al de aquéllos que comenzaron su viaje hacia el Nuevo Mundo en el siglo XV y con más asiduidad ya en el XVI. En especial los que tenían interés en obtener un rédito de su aventura en forma de conocimiento y vivencias. Pero, además, es igualmente necesario precisar que junto con los otros aventureros citados, pasó a ser responsable de que aún hoy España sea una de las potencias en la creación de documentales de naturaleza, aunque por desgracia los mejores reporteros se vean en la tesitura y obligación de desarrollar su actividad en el ámbito privado.
Hugo Vázquez Bravo