Pese a las múltiples voces republicanas –que sin embargo no son representantes de una mayoría– el futuro de la Monarquía constitucional en España, según todas las encuestas fiables, está asegurado y tiene nombre de mujer. Es también la imagen futurible de una deseable regeneración política e institucional que instintivamente y con un sentido común histórico, creo, prefiere la mayoría de los españoles, si bien es cierto –como apunta mi colega el politólogo Josep M. Colomer– que cuarenta y cuatro años sin Monarquía en España (desde 1931 hasta 1975) probablemente dejaron un evidente bache de legitimidad dinástica y muchos lastres anti-monárquicos. (...)
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Me referiré aquí a un grupo notable de mujeres (reinas por derecho propio, consortes de reyes, y en algún caso infantas o princesas), españolas por nacimiento o por adopción, que desde tiempos pretéritos han reinado efectivamente en España o en otras naciones, es decir, han tenido o ejercido un poder real y significativo, de iure o de facto.
Me he permitido llamar españolas a mujeres que nacieron y habitaron en el solar ibérico e hispánico durante el proceso histórico formativo de la nación/reino que con tiempo se llamaría España, y a otras que lo fueron por vínculo familiar, esposas e hijas de españoles.
Es curioso que Oriente aparentemente se anticipó muchos siglos a Occidente en aceptar mujeres como reinas. Guida M. Jackson en su enciclopedia biográfica Women Who Ruled (New York, 1990) registra al menos unas cuarenta en remotas épocas precristianas (desde Meryet-Nit en el remotísimo siglo XXXI a.C. hasta Cleopatra VII en el siglo I a.C., ambas reinas de Egipto), antes de que aparezcan reinas en países o regiones occidentales en el siglo I d.C. (Cartimandua, Brigit y Boudicca en regiones de lo que será la futura Inglaterra), y en el siglo III d.C. (Julia Domna, Julia Maesa y Julia Avita, regentes en el Imperio Romano).
Muy recientemente Íñigo Castellano Barón publicaba dos eruditos artículos en La Crítica (Mayo 2022) sobre dos famosas mujeres “españolas” que reinaron en Occidente durante los Tiempos Tardíos de la antigüedad y en los inicios medievales: Gala Placidia (siglo V d.C.), primera reina de la Hispania visigoda como esposa de Ataulfo (y más tarde, por su segundo matrimonio con Constancio III, emperatriz consorte y después regente de Occidente durante la minoría de edad de su hijo Valentiniano III). Y Egilona (siglo VIII d.C.), última reina de la misma Hispania (esposa de don Rodrigo, y tras enviudar primera dama en Al Andalus como esposa del gobernador Abdel Azid, hijo del famoso Muza).
Historiadores como María Jesús Fuente (Reinas medievales en los reinos hispánicos, Madrid, 2004) y A. Solano Fernández-Sordo (Las reinas de la monarquía asturiana, Madrid, 2018) han investigado con rigor el papel relevante y a veces predominante de algunas reinas e infantas en la primera monarquía astur-leonesa y en etapas posteriores de los reinos hispánicos medievales.
Ejemplos del “matriarcado” inicial del reino asturiano son la hija de Don Pelayo, Ermesinda, esposa de Alfonso I; su hija Adosinda, esposa de Fruela I; la hija de éstos y hermana de Alfonso II (cuyo nombre desconozco), esposa del usurpador Nepociano: un sistema de transmisión matrilineal indirecta, en que la herencia pasa al hombre pero a través de la línea femenina.
Cuando se extingue el sistema matrilineal a partir del siglo IX será frecuente que algunas mujeres, princesas o infantas, asuman el papel de reinas de facto como “reinas regentes” durante la minoría de edad de sus hermanos o hijos (y en algunos casos sobrinos), e incluso más adelante, eclipsando a las esposas o reinas consortes. El caso más famoso fue el de la princesa-monja Elvira de León.
Merece destacarse la importante contribución feminista del viejo Reino de León (continuando al Reino de Asturias) durante esta fase de la Edad Media hasta el siglo XIII en ofrecer a Occidente ejemplos notables y significativos de reinas españolas.
Elvira de León, hermana de Sancho el Craso, al morir éste ejerció como verdadera reina o regente durante la minoría de edad del príncipe Ramiro (966-984), sustituyéndola en los últimos años la reina consorte viuda Teresa Ansúrez.
La profesora Fuente relata detalladamente los casos de otras poderosas o influyentes reinas consortes, a veces regentes, como Toda y Andregoto Galíndez de Pamplona, Sancha de León (hija, hermana, novia, esposa y madre de Reyes), etc.
Es extraordinario el conjunto de mujeres que rodearon al “maquiavélico leonés” –como lo caracteriza el gran medievalista americano B. F. Reilly– Alfonso VI (1072-1109): sus hermanas las infantas Urraca y Elvira, soberanas en las plazas de Zamora y Toro respectivamente, apoyándole en el enfrentamiento con su hermano el Rey Sancho de Castilla, en cuyo bando estaba también El Cid.
Aparte de sus numerosas esposas y amantes (en particular la berciana Jimena Muñiz o Muñoz, primera mujer condesa de Astorga y del Bierzo), sobresalen históricamente sus hijas: la legítima heredera en el reino de León y Castilla, la indomable Urraca, reina soberana durante 1109-1126, madre de Rey Alfonso VII; y su medio hermana la bastarda Teresa (hija de Jimena Muñiz), primera reina de facto en Portugal durante 1112-1128, madre del Rey Alfonso Enríquez. Véanse los ensayos de Augusto Quintana sobre Jimena Muñiz (1969), de B. F. Reilly sobre Urraca (1982), y modestamente, como divulgación, el mío: “Jimena Muñiz y sus hijas en el Imperio Leonés” (2017).
No puedo dejar de mencionar el caso de otra infanta leonesa, llamada también Elvira de León (1103-1135), hija ilegítima del Rey Alfonso VI y de la que sería su cuarta esposa, Isabel, nombre cristiano probablemente de la que fuera su concubina, la princesa mora Zaida (esposa del rey taifa de Córdoba y nuera del de Sevilla), bautizada antes del matrimonio con el monarca leonés. La hija de ambos, Elvira, contrajo matrimonio con Roger II en 1117 y tras la coronación de su esposo fue la primera Reina Consorte de Sicilia entre 1130 y 1135.
Fuera del ámbito leonés-castellano hay que mencionar a una mujer soberana desde la más tierna infancia en su reino: Petronila en Aragón (1137-1162), que casaría con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, primero regente y finalmente Rey consorte.
En el siglo XIII destacará la reina Berenguela de Castilla, madre y consejera política de un infante leonés y futuro Rey de León tras la muerte en 1230 de su padre Alfonso IX (separado de Berenguela tras la anulación matrimonial por consanguinidad, ordenada por el Papa): el gran Rey Fernando III El Santo que unirá definitivamente las coronas de León y Castilla en 1230, y reinará hasta 1252.
Berenguela había sido brevemente regente de Castilla en 1217 tras la muerte prematura de su hermano Enrique I (1214-1217), y será artífice de la coronación de su hijo, el infante leonés Fernando, como Rey de Castilla –antes que de León– el mismo año 1217.
Blanca de Castilla, hermana de Berenguela, fue reina consorte del Rey Luis VIII de Francia y regente en 1226-36 y 1248-1252, madre del Rey Luis IX, Santo como su primo español Fernando III.
Blanca y Berenguela eran nietas de la gran Leonor de Aquitania y de Henry II Plantagenet de Inglaterra, hijas de Leonor Plantagenet, consorte del Rey Alfonso VIII de Castilla (1158-1214), la princesa inglesa que trajo a España el nombre Leonor.
Manuel Pastor Martínez