Es evidente que Europa sufre un “proceso de parto”. La nueva criatura emerge con dolores que implican a la estructura continental en sus condiciones de existencia afectados por la seguridad y supervivencia vital y económica soportada por los pilares del viejo orden establecido en el siglo pasado, después de la creación de las dos organizaciones, la OTAN y la UE, que la sostienen. (…)
... Pero así Europa quedó dividida y es ahora cuando ante el progreso de los países occidentales, algunos de los que eran orientales y militaban en el desaparecido Pacto de Varsovia, se quieren integrar en el orden europeo occidental para tener las condiciones de progreso y seguridad que disfrutan los países occidentales.
Según Joshka Fischer, antiguo ministro de Exteriores y Vicecanciller alemán, la UE ahora necesita una nueva estructura más flexible, casi confederal, para formar un nuevo ente geopolítico continental que pueda enfrentarse a los problemas de la consolidación de los miembros actuales de la UE, así como atender a las condiciones que desean los países todavía no integrados pero que requieren la adquisición de nuevas formas de seguridad y desarrollo en este nuevo siglo, pero aportando a la UE valores materiales y morales que la conviertan en el verdadero poder geopolítico que Europa necesita para el nuevo orden internacional que se está gestando.
Gonzalo Parente