Manuel Pastor Martínez

Estados Unidos en el ecuador del Gran Fraude

Joe Biden, presidente de EE. UU. (Foto: https://www.excelsior.com.mx/ Reuters).

LA CRÍTICA, 10 MAYO 2022

Manuel Pastor Martínez | Martes 10 de mayo de 2022

Hablemos claro y sin rodeos. Entendemos algunos por el Gran Fraude en la democracia estadounidense lo que las izquierdas y los “progres” se empeñan en llamar la Gran Mentira (the Big Lie): las fraudulentas elecciones presidenciales de 2020 (al parecer ejecutadas por “2000 mulas”, según la investigación de Dinesh D´Souza) y la consiguiente desastrosa presidencia Demócrata de Joe Biden. (...)



... Resulta irónico y trágico a la vez que la degeneración de la democracia liberal más antigua del mundo sea en gran parte responsabilidad precisamente del llamado Partido Demócrata.

Fundada en 1776, consolidada aproximadamente cien años después tras una cruenta guerra civil, y durante casi 250 años figurando como la primera y plena democracia del planeta, según un riguroso ranking empírico-comparativo elaborado por el semanario británico The Economist (publicado en febrero de 2022), Estados Unidos hoy ha sido desplazado del selecto grupo de las 21 democracias plenas (full) a una humillante posición 26, en el sector de las democracias defectuosas (flawed), donde por cierto se ubica también España en la posición 24.

Comparativamente casi parece surrealista que la democracia española, aunque muy “defectuosa”, esté por encima de la estadounidense en este ranking.

Aparte de las elecciones de 2020, sobre las que cada día sabemos algo nuevo y no precisamente bueno en los Estados que decidieron la victoria del Partido Demócrata, lo más llamativo es el colosal desastre de la administración Biden al acercarse al ecuador de su mandato, con las elecciones “Midterm” el próximo 8 de noviembre. Basta evocar los problemas de Afganistán, de la inmigración ilegal en la frontera sur, la crisis económica-energética, la nefasta gestión del CCC (Coronavirus Comunista Chino) y la ocultación de sus orígenes, la inflación, la violencia radical (Antifa, BLM…), el aumento espectacular de la criminalidad, etc., y por supuesto la cadena de escándalos “Russiangate”, “Spygate”, “Huntergate” que implican directamente a Hillary Clinton, Barack Obama y Joe Biden.

El Partido Demócrata, radicalizado hacia posiciones socialistas y de absurda propaganda “Woke”, “antifascista” y antirracista (obsesionado por imponer la Teoría Crítica Racial), al contemplar las encuestas de los últimos meses ha entrado en una histérica actitud de pánico.

El punto álgido de la desesperación lo han alcanzado los dirigentes Demócratas esta primavera, entre finales de abril y primeros de mayo, con tres notorios acontecimientos ante los que las izquierdas y los “progres” han puesto de manifiesto su profundo desprecio hacia la libertad de expresión y la separación de poderes, fundamentos necesarios e imprescindibles de la democracia:

  • La adquisición por Elon Musk de la red social Twitter, prometiendo eliminar toda censura ideológica, como se ha practicado desde 2019, particularmente en los asuntos relativos al origen no natural del Covid-19 y al pucherazo en las elecciones presidenciales de 2020.
  • La creación del “Ministerio de la Verdad”, dentro de la Secretaría de Seguridad Nacional, como oficina para la gobernanza de la desinformación (especie de nueva inquisición al parecer inspirada por Obama), cuya zarina, Nina Jankowicz, una idiota total “progre”, ha declarado que el “Huntergate” (escándalo de la presunta corrupción de la familia Biden, a través del hijo y del hermano del presidente) es simple “desinformación” rusa.
  • La filtración indebida a un medio progresista de un borrador confidencial de la Corte Suprema sobre la resolución Roe v. Wade (1973) concerniente al aborto y posibilidad de anularla y devolver su regulación a los Estados (según la Enmienda X de la Constitución), provocando protestas –presuntamente financiadas por George Soros– con escraches a los jueces y vandalismo contra las iglesias católicas.
  • Todas las elecciones “Midterm” –en las que se renueva completamente la House o Cámara de Representantes (435 escaños), aproximadamente un tercio del Senado (34 escaños), y asimismo se eligen gobernadores y legislaturas estatales, etc.– son una especie de referéndum sobre la administración presidencial, pero las de este año serán especialmente significativas por la dramática y crítica situación en que se encuentra el país. Según casi todas las encuestas el Partido Demócrata va a perder su mayoría en el Congreso, lo que convertirá a Joe Biden –ya debilitado por su deterioro físico y mental– en un virtual presidente “lame duck”, incapacitado políticamente para el resto de su mandato hasta 2024, y siempre bajo la espada de Damocles de un posible y merecido “impeachment” por la patente corrupción familiar, aparte de los desastres de Afganistán y en la frontera con Méjico.

    Mientras tanto, pese a la histeria de las hordas radicales y violentas, que tras la filtración de la Corte Suprema amenazan con un verano caliente, vandálico y antidemocrático como el de 2020, conviene recordar las acertadas palabras de Joni Ernst, senadora Republicana de Iowa, durante la confirmación de la jueza Amy Coney Barrett el 12 de Octubre de 2020, pocos días antes de iniciarse el Gran Fraude: «La función principal de la Corte Suprema es como Defensora de la Constitución».

    Palabras de recordatorio, claras y sin rodeos, con cierto eco y contundencia schmittianos, válidas para todas las democracias y que todos los demócratas auténticos deberían interiorizar.

    Manuel Pastor Martínez