Baltasar Gracián ya avisó, ante la popularidad de la idea maquiavélica de la llamada “Razón de Estado”, que ésta con frecuencia degeneraba en la “Razón de Establo”. La expresión “Razón de Estado” en realidad es original de Giovanni Della Casa, quien la empleó en su Oración a Carlos V (1549), y sería popularizada por Giovanni Botero, jesuita anti-maquiavélico como Gracián, en su libro Della Ragion di Stato (1589).
Ahora los enemigos de España, es decir de su Estado nacional (separatistas y antiguos terroristas, en Cataluña y en las Vascongadas), reclaman del gobierno felón de Pedro Sánchez compartir los Secretos de Estado. (...)
... Un Estado que quieren convertir en establo, y si el gobierno cede pronto se convertirán en “Secretos de Establo”, porque la Comisión de Secretos Oficiales del parlamento con representantes de Podemos, Bildu, ERC y otros grupos comunistas y separatistas, proetarras y golpistas –que de hecho deberían ser ilegalizados en coherencia con la filosofía y los principios constitucionales o el simple sentido común– sería una especie de “Casa de Troya” política (nunca mejor dicho: un establo para los caballos de Troya ideológicos).
El gran pensador estratégico chino Sun Tzu en su obra clásica El Arte de la Guerra (siglo V a.C.) justificando el espionaje enunció el principio básico “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo”, que un importante dirigente de la CIA en el siglo XX, James Jesus Angleton, asumió al definir la inteligencia/contra-inteligencia (espionaje/contra-espionaje) estatales como “la mente del Estado y un estado de la mente”. Se infiere que el estado mental del gobernante debería ser fuerte y saludable.
Las democracias más consolidadas (globalmente una minoría frente a la gran mayoría de los regímenes autoritarios y totalitarios) no pueden sobrevivir frente al enemigo sin las instituciones sanas y eficaces que garanticen el factor I-C-I, o binomio inteligencia y contra-inteligencia. Incluso en su seno tales democracias tienen que protegerse del “Estado Profundo” que trata de socavar su existencia y sus libertades.
Pensemos, por ejemplo, en los EEUU y las incógnitas no resueltas desde el asesinato de Kennedy, o el golpismo silencioso en el caso Watergate con el intento de impeachment contra Nixon y su dimisión, hasta los intentos golpistas y de impeachment contra Trump y el fraude electoral de 2020.
Asimismo, en la España democrática tras la dictadura franquista, los “agujeros negros” de la propia Transición: el 23-F, el caso GAL, el 11-M, el caso Faisán, el 1-O, etc.
No es ningún secreto que los que reclaman acceso a los Secretos de Estado son precisamente los amigos del dictador Putin, el enemigo de Europa y Occidente, y casualmente también son los voceros de la propaganda anti-OTAN, que no ocultan –pese a ser socios y aliados gubernamentales de Sánchez– su rechazo a que la próxima cumbre de la Alianza Atlántica se celebre en Madrid.
Después de lo que el mundo está viviendo en los últimos años, meses y días, esta Segunda Guerra Fría, que también conlleva conflictos “calientes” con numerosas víctimas (como la pandemia del coronavirus comunista chino, la crisis económica y energética, y ahora la brutal agresión rusa/guerra en Ucrania), pienso que siguen plenamente vigentes las palabras de Lord Ismay, primer secretario general de la OTAN entre 1952-57, cuando decía que la Alianza se había creado para “mantener a los rusos fuera (out), a los americanos dentro (in), y a los alemanes debajo (under)”.
Mantengamos también fuera de los Secretos de Estado a los enemigos de la Nación, de las leyes y de las libertades. Y, por cierto, ya va siendo hora de que las autoridades de la OTAN exijan, como condición para la cumbre de Madrid, limpieza en el establo en que se ha convertido el gobierno social-comunista de España.
Manuel Pastor Martínez