Manuel Pastor Martínez

“Subi”, un separatista catalán en el Gobierno español

El ex teniente de alcalde de Colau y actual ministro de Universidades Joan Subirats. (Foto: https://www.ccma.cat/ / ACN),

LA CRÍTICA, 20 ABRIL 2022

Manuel Pastor Martínez | Miércoles 20 de abril de 2022

Ha sido un veterano socialista, Francisco Vázquez, ex alcalde de La Coruña y ex embajador en el Vaticano, quien ha señalado y calificado como presunto delincuente constitucional, por sus ideas separatistas (soberanista o independentista) y activa sedición, al ministro de Universidades Joan Subirats.

El profesor Subirats (“Subi” para los colegas), catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Barcelona, fue nombrado ministro en el gobierno social-comunista de Pedro Sánchez en sustitución del asimismo catedrático de Sociología Manuel Castells, anterior ocupante de la misma cartera. (...)



... Ambos, al parecer, por la cuota de los “Comunes” catalanes dentro del conglomerado o confederación Unidas Podemos. “Subi”, por tanto, es ahora uno de los seis denominados “comunistas” en el gobierno socialista “comunistoide” de Sánchez (junto con la vicepresidenta Yolanda Díaz, el ministro Alberto Garzón y el secretario de Estado Enrique Santiago del PCE, y las ministras Irene Montero e Ione Belarra procedentes de la denominación de origen Podemos). España es el único gobierno europeo –no creo que sea apropiado llamarlo democracia liberal– que tiene comunistas en su Consejo de Ministros, representando a tres partidos de tal ideología con denominaciones o sensibilidades diferentes. ¡Qué modelo de sofisticación pluralista en un gobierno de izquierdas radicales!

Conozco personalmente a “Subi” por los avatares universitarios de hace varias décadas. De hecho, presidí el tribunal de oposiciones en que fue investido como profesor titular. En los años 1980s y 1990s me tocó presidir los tribunales o comisiones que dotaron las primeras cátedras y titularidades de Ciencia Política y de la Administración en Cataluña (siendo sus beneficiarios, entre otros, Josep M. Vallés, Joan Botella, Rosa Virós, Vicente Navarro, Ferrán Requejo, Joan Subirats, etc.). Casi todos procedían del PSUC/PSC y, discípulos directos o indirectos del comunista “gramsciano” Jordi Solé Tura, terminarían ubicándose en el catalanismo más o menos independentista.

Mi perplejidad es lógica y patente, teniendo en cuenta los notables curricula académicos de los colegas politólogos catalanes (otro caso pintoresco de afectado por virus catalanista será mi colega madrileño Ramón Cotarelo, transitando desde el marxismo comunista militante, después marxismo crítico-cultural, al independentismo catalán, sucesivamente de CUP, ERC y CNR).

El profesor Subirats siempre me pareció una persona discreta, razonable, de gran capacidad intelectual. Su especialización se orientó hacia la Ciencia de la Administración y las Políticas Públicas, áreas sobre las que mis conocimientos son muy limitados y contrastan con mi interés principalmente hacia los estudios de pensamiento político y los problemas ideológicos más radicales (que precisamente acompañan a los fenómenos totalitarios que representan el comunismo y el fascismo/nazismo).

Casualmente el profesor Subirats y yo mismo colaboramos hace años con sendos y consecutivos capítulos en un libro sobre la Ciencia Política y de la Administración en España: el suyo, “Los estudios de Ciencia de la Administración en España”, y el mío, “Los estudios de pensamiento político en España” (respectivamente, páginas 57-68 y 69-103, en Ramón Cotarelo, director/coordinador, Las Ciencias Sociales en España: Ciencia Política y de la Administración, Ed. Complutense, Madrid, 1994).

Mi admiración por el dominio que el profesor Subirats había demostrado en las áridas, por no decir burocráticas y –en mi humilde opinión– aburridas técnicas administrativistas, ha sufrido una tremenda decepción al observar sus inclinaciones ideológicas y posiciones políticas en las escenas catalana y española.

Los maestros alemanes de Teoría del Estado y de la Constitución durante el periodo pre-nazi de la República de Weimar (véase: M. Pastor, “Una etapa en la reflexión metodológica sobre la Teoría del Estado y el Derecho Constitucional”, Revista de Política Comparada, 10-11, UIMP, 1984) y asimismo en la República Federal post-nazi, elaboraron una doctrina clásica, lógica y de sentido común, que sostiene la incompatibilidad del Totalitarismo de cualquier signo con la Democracia liberal. En otros términos y muy sencillamente: un sistema democrático liberal y constitucional nunca puede legitimar las ideologías y partidos que busquen su propia destrucción.

En la práctica los diferentes países occidentales con sus sistemas constitucionales y legales han tratado de conciliar de manera diferente esta doctrina con el sagrado principio de la libertad de conciencia y de expresión. En Alemania y otros países lo han hecho prohibiendo los partidos de ideología nazi y comunista. En España, de forma más genérica, con el artículo sexto de la Constitución de 1978:

«Los partidos políticos expresan el pluralismo político (…) Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.»

He señalado en varias ocasiones que la defensa de la libertad de expresión y de asociación, y asimismo la representación en el poder legislativo o parlamentario de ciertas ideologías radicales, no legitima automáticamente su posición y actividad en el poder ejecutivo con capacidad potencialmente destructiva del propio sistema constitucional.

Fuera del poder ejecutivo el profesor Subirats era muy libre de pensar y expresar su ideal soberanista o independentista, pero su actitud política votando en el referéndum ilegal del 1-O, no solo fue ilegal sino careció de toda legitimidad. Ilegal fue su método de reclamar el derecho a decidir, y sobre todo cometió un presunto delito de sedición votando –se dice que con poco entusiasmo (¿oportunista político como su maestro Solé Tura?)– a favor de la soberanía o independencia de Cataluña.

Hasta ahora en el gobierno Frankenstein y felón de Pedro Sánchez habíamos visto a diversos defensores del ilegal “derecho a decidir”. Ahora también tenemos, como denuncia el socialista Francisco Vázquez, un presunto delincuente, un activo partidario y presuntamente practicante de la ilegítima “soberanía” o independencia catalana.

Mientras tanto la ridícula e indigente intelectual Carmen “Antifa” Calvo, profesora titular-vigilante de Derecho Constitucional, no ve problema alguno con “Subi”, y distrae o entretiene a la clientela progre acusando de ilegal, ilegítimo y anticonstitucional el “machismo” en el pacto PP-Vox de Castilla y León.

Manuel Pastor Martínez