Aurelio Fernández Diz

El día después de una invasión injusta y despiadada

El presidente ruso Vladimir Putin. (Foto: AFP).

LA GUERRA DE UCRANIA . . .

LA CRÍTICA, 16 ABRIL 2022

Aurelio Fernández Diz | Sábado 16 de abril de 2022

En un reciente artículo publicado en este mismo digital defendí que Putin no invadiría Ucrania por su solo temor a las severísimas sanciones económicas que, previsiblemente, el mundo occidental, representado principalmente por los EEUU y la UE, sin duda le impondrían. Supuse entonces que Putin podría hacer gala de la prudencia y sagacidad política que debe demostrar, ante cualquier circunstancia geoestratégica, el presidente de una gran nación como es Rusia. (…)



.. Me equivoqué completamente. Jamás pude imaginar que se pudiese llegar a la dramática situación de la que estamos siendo testigos. Porque hay que ser historiador e hilar muy fino para comprender las diferencias que puedan existir entre pueblos, por lo menos hermanos, que se están matando entre ellos por la sola decisión de un político desaprensivo como está demostrando ser Putin. Es inaceptable que en pleno siglo XXI se pueda plantear que un país invada abusivamente a un vecino, en clara inferioridad militar, y masacre a su población civil solo por razones de dudosa eficacia geopolítica.

En el día después, Putin habrá de ser juzgado ante el correspondiente tribunal internacional que lo condene como se merezca, porque no es de esperar que le pueda conceder la libertad que él mismo niega a su pueblo y a los pueblos vecinos.

En cambio, creo sinceramente que el otro argumento que sostuve en el artículo anteriormente mencionado creo que puedo mantenerlo en toda su integridad, con más fuerza si cabe. En el día después de esta lamentable guerra, Rusia debería ser invitada a ingresar en la UE con la única condición de ser gobernada por un político serio y responsable como sin duda existen en el mundo opositor al actual sátrapa. Y aceptar naturalmente la legalidad europea tal y como se espera que evolucione. Si el pueblo ucraniano está en la UE ¿por qué no va a estarlo el ruso?

Al ser testigos del valiente comportamiento de la población ucraniana, que en absoluto quiere perder la libertad adquirida por su pertenencia a la UE, podemos comprender el drama ucraniano en toda su integridad, drama que es compartido por todos los países que ayer sufrieron la tiranía soviética y hoy se ponen incondicionalmente al lado de una Ucrania, en peligro de ser sojuzgada y amenazada con volver a un pasado que nadie desea.

La libertad es contagiosa y es imposible renunciar a ella. Es emocionante comprobar cómo todos los países de la UE defienden la libertad de Ucrania, no solo ayudando materialmente en todo lo que pueden al pueblo ucraniano sino acogiendo incondicionalmente a los millones de ucranianos, principalmente mujeres y niños, que quieren abandonarla para conservar su vida aun al precio de separarse de sus seres más queridos. Lo que nos llena de admiración, respeto e incontenible solidaridad con el pueblo ucraniano.

Podemos destacar la buena acogida que el idioma español tiene en Ucrania y lo bien que lo hablan la mayoría de las personas que son entrevistadas allí por nuestros periodistas. Y que España, siempre país de acogida, sea vista por muchos ucranianos como el paraíso elegido para iniciar una nueva vida algo muy posible porque los mimbres que componen la estructura de la actual UE son los mismos que los de los pueblos europeos que aún no pertenecen a ella.

Debemos de destacar la actitud de Polonia y su gobierno acogiendo incondicionalmente a millones de refugiados en claro contraste con su actitud ante la inmigración ilegal, lo que no deja de ser una medida de la vocación europeísta de la gran nación polaca. Como podemos decir en un ambiente familiar “lo que duele, duele”, sin que esto suponga nada peyorativo para nadie.

Muchas personas se dejan influir por la propaganda de Putin hacia el régimen ucraniano, refiriéndose especialmente la supuesta corrupción propiciada por el régimen del presidente Zelenski, algo absolutamente injusto porque de la corrupción ningún país europeo puede librarse porque no depende de los pueblos sino de las personas corruptas, que están en todas partes, y en España también, como lamentablemente estamos comprobando casi a diario.

Me parece importante distinguir entre el noble pueblo ruso y los trasnochados afanes imperialistas de alguno de sus gobernantes. El pueblo ruso, dicen los historiadores, nunca conoció la democracia. Parecía que iba a lograrlo con la caída de la unión soviética pero no fue así. Un político implacable se hizo con el poder que injustificadamente quiere extender hacia sus vecinos atendiendo solo a sus pulsiones imperialistas.

A Putin, que no al pueblo ruso, el mundo occidental le está imponiendo sanciones nunca conocidas para tratar de parar una guerra injusta y desoladora que ni el pueblo ucraniano, ni el ruso, de ningún modo merecen. Si Putin conociese siquiera una brizna del pensamiento de nuestra Escuela de Salamanca , escuela que no tuvo parangón en ningún país del mundo entero y que le permite a España ostentar el glorioso título de madre universal del derecho internacional, se daría cuenta , podría comprender, que no hay razón de estado alguna que pueda justificar el cruel sacrificio de hombres, mujeres y niños que solo desean vivir en paz y libertad y que al mismo tiempo están dispuestos a entregar su vida en la defensa de la patria que aman, que es Ucrania.

He leído que es una aspiración de Putin llegar a una Europa unida desde Lisboa hasta Vladivostok, pero bajo su control. Esta idea pudo alimentar el imaginario fantástico de un presidente ruso que con su locura y consiguiente comportamiento ha arruinado cualquier posibilidad de lograrlo.

Hoy la realidad es muy otra. Puede haber una Europa desde Lisboa hasta Vladivostok, pero en democracia y libertad, dentro del respeto al derecho internacional y dentro de la UE.

A mí me parece que esta idea no responde a un deseo intrascendente sino a una verdadera necesidad geopolítica, entre otros motivos, porque todo indica que China, y su actual régimen político, tiene su propio concepto del derecho internacional y de la historia y no es muy previsible tenga intención de respetar su frontera con Rusia cuando su presión demográfica, hoy de 1400 millones de habitantes y mañana de 2000, así se lo pueda aconsejar. Putin le está haciendo un flaco favor a su pueblo al no darse cuenta de cuál es el punto del horizonte por el cual recibirá las más peligrosas amenazas.

Es muy posible que una Europa verdaderamente unida no sea del agrado, o del interés, de los EEUU y del Reino Unido, el del Brexit. Aunque, si quieren, bien podrían seguir siendo nuestros aliados, pero… un poco mejor que hasta ahora. Por lo menos en lo que a España se refiere.

Madrid, 6 de abril 2021

Aurelio Fernández Diz
Capitán de Navío (R)