Manuel Pastor Martínez

¿El primer republicano español?

Tumba de Mariano Guadalupe Vallejo. (Foto:https://www.wikiwand.com/en/).

LA CRÍTICA, 1 MARZO 2022

Manuel Pastor Martínez | Martes 01 de marzo de 2022

El nativo “californio” de nacionalidad española Mariano Guadalupe Vallejo Lugo (Monterey, 1808 - Sonoma, 1890), podría ser considerado uno de los primeros españoles republicanos y federalistas –en la teoría y en la práctica, y por su particular significación– de la historia contemporánea. (...)



... Vástago de una ilustre familia criolla española (un antepasado, don Pedro Vallejo, fue virrey de Méjico) establecida en la “provincia interior” de California: sus padres, Ignacio Vallejo y María Antonia Lugo nacieron, respectivamente, en Jalisco y en la población californiana de San Luis Obispo, durante la administración española del virreinato de Nueva España.

Ignacio Vallejo, militar profesional, había acompañado a fray Junípero Serra y al gobernador Gaspar de Portolá en algunas de las expediciones colonizadoras, exploratorias y fundacionales de misiones, pueblos y presidios, en la Alta California a partir de 1769.

Residiendo con su esposa en Monterey, nace allí en 1808 el octavo de sus trece hijos, Mariano Guadalupe, precisamente cuando se iniciaba en España la Guerra de Independencia. Ajenos por las grandes distancias a la crisis española y a los inicios independentistas en Méjico, la familia Vallejo seguirá sintiéndose leal a la Corona española y desde 1812 a los principios monárquico-liberales de la Constitución de Cádiz.

El que será hasta 1822 el último gobernador español en California, don Pablo Vicente de Sola, al parecer procuró al joven Mariano Vallejo (y a sus amigos Juan Alvarado y José Castro, futuros líderes “californios”), la lectura de El Quijote y otros libros, además de periódicos y revistas de la España doceañista. Asimismo aprendieron inglés y leyeron obras de literatura, historia y derecho británicos en la biblioteca privada del rico comerciante en Monterey William E. P. Hartnell.

Desde la Independencia de Méjico en 1821 (acontecimiento que solo llegaría a ser conocido en Monterey a finales de 1822) hasta el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848 con su anexión por los Estados Unidos, California bajo la soberanía teórica de Méjico vivió en una especie de limbo administrativo plagado de conflictos internos, caos político en una virtual “guerra civil” incruenta, y sus habitantes (principalmente sus élites), que ya no eran españoles pero tampoco se consideraban mejicanos, adoptaron para sí mismos la expresión de “californios”, con una marcada actitud rebelde de autonomía o independencia respecto a los intentos de centralismo mejicano.

En 1823 Mariano Vallejo, con 15 años, ingresó como cadete en la compañía military de Monterey, y en 1829, con apenas 21 años, será ya alférez del presidio de San Francisco, al mando de un pequeño ejército de un centenar de hombres, teniendo que enfrentarse a la rebelión indígena en el Valle de San Joaquín liderada por el nativo Estanislao.

Vallejo adquirió pronto fama de experto luchador contra las rebeliones indias en el Norte de California, y asimismo como vigilante y garante protector del territorio frente a la penetración de los colonos rusos desde Alaska, que ya habían establecido colonias costeras en Fort Ross y Bodega Bay. Por su notable historial ascenderá a teniente en 1835 y a capitán en 1838.

En su viaje oceánico a California en 1835 Richard Henry Dana Jr. recordará su encuentro con Mariano Vallejo en la Bahía de San Francisco:

«El comandante Guadalupe Vallejo, un hombre joven, era el más popular en California entre americanos e ingleses. Estuvo a bordo cuando llegamos. Hablaba muy bien inglés, y se sospechaba que estaba inclinado favorablemente hacia los extranjeros» (Two Years Before de Mast, Boston, 1840).

Jacob Leese, comerciante de Ohio establecido en Yerba Buena que se casará con la hermana del comandante, Rosalía Vallejo, fue testigo de que durante un banquete con americanos celebrando el 4 de Julio, Vallejo pronunció un discurso laudatorio de George Washington que fue muy aplaudido. Parece que conocía y admiraba los textos fundamentales de la historia de los Estados Unidos: la Declaración de Independencia, la Constitución federal, los ensayos de The Federalist, etc. Textos que le llevarán a interesarse por el republicanismo y el federalismo.

Resultado de la secularización de las misiones por el gobierno mejicano algunos “californios” adquirirán las tierras y se convertirán en grandes rancheros. Vallejo efectivamente llegó a ser uno de los más importantes terratenientes en California con la propiedad de 248.682 acres, 50.000 cabezas bovinas, 24.000 ovinas y 8.000 caballos. Construyó una masión, La Hacienda presidiendo el rancho Lachryma Montis en el rico Valle de Sonoma, desde donde también impulsará la producción de los famosos vinos californianos.

Ante la incapacidad y dejadez del lejano gobierno mejicano, Vallejo decidió crear un ejército privado de indios y rancheros (aproximadamente medio centenar de hombres, pagados por él) para asegurarse algún tipo de autodefensa y protección al Norte de California.

Después de la Guerra entre los Estados Unidos y Méjico (1846-48) el teniente de marina estadounidense Joseph W. Revere en su libro A Tour of Duty in California (1849) reveló que incluso antes del conflicto, en una asamblea o convención de “californios” en Monterey (marzo de 1846), Vallejo ya se pronunció públicamente a favor del republicanismo federal y de la incorporación a los Estados Unidos:

«Es absurdo que confiemos por más tiempo en Méjico para gobernarnos y defendernos. Tenemos un noble país en todos los aspectos (…) capaz de ser grande y poderoso (…) sin necesidad de depender de una monarquía extranjera (…) ¿Qué simpatía puede existir entre nosotros y una nación separada por dos océanos? Somos republicanosaunque mal gobernados (…)– pero republicanos en sentimiento (…) defendemos nuestro auto-gobierno. Debemos perseverar en librarnos del yugo de Méjico y librarnos del resto de la dominación mejicana (…) Hemos dado nuestro primer paso eligiendo a nuestro propio gobernador (referencia a Pío Pico, un “californio”) pero falta que demos otro paso: la anexión a los Estados Unidos».

Vallejo rechazó depender de la distante monarquía española, pero sobre todo rechazó el autoritarismo mejicano, prefiriendo ser ciudadano de la república federal vecina a súbdito de un caudillismo arbitrario, inestable e incompetente (casi desde la independencia Méjico estaba bajo la dictadura bonapartista directa o indirecta del general Antonio López de Santa Anna).

Estas son sus palabras finales en la convención de Monterey:

«Prescindamos de los viejos prejuicios y costumbres y preparémonos para el glorioso cambio que le espera a nuestro país. ¿Por qué vamos a evitar incorporarnos a la más libre y feliz nación del mundo? ¿Por qué buscar protección extranjera cuando esta gran nación es nuestra vecina inmediata? Cuando unamos nuestras fortunas a las suyas no seremos súbditos sino ciudadanos, poseyendo todos los derechos que tienen los estadounidenses, eligiendo a nuestros gobernantes federales y locales. Tendremos un gobierno estable y leyes justas. California crecerá fuerte y su gente será próspera, feliz y libre». (Vallejo probablemente se expresó en español de otra manera, ya que he traducido libremente su discurso de una versión en inglés).

Tras la guerra de Estados Unidos con Méjico y el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), que conllevó la anexión de California, Vallejo se convertirá en un ciudadano leal de la gran república federal norteamericana, siendo elegido miembro de la Convención Constitucional y senador estatal, apoyando más adelante a los candidatos presidenciales del nuevo partido Republicano (John Frémont y Abraham Lincoln). Por su avanzada edad no participó personalmente en la Guerra Civil, pero su hermano Salvador Vallejo fue comandante voluntario en el ejército de la Unión. Poco antes de su asesinato, el presidente Lincoln recibió en audiencia especial a Mariano Vallejo en Washington DC.

Hasta su muerte en 1890, a los 82 años, Vallejo residió en su mansión de Sonoma con su esposa Francisca Benicia Carrillo, de la que tuvo dieciséis hijos. Dedicó gran parte de su tiempo a presidir una comisión para el estudio de la historia de California, que produjo 36 volúmenes de documentos, relatos y testimonios. En ellos se puede observar perfectamente, y merecería una investigación adecuada de historiadores profesionales (labor apenas iniciada por George Tys en 1937 y Myrtle M. McKittrick en 1944), la evolución política de Mariano Vallejo en tierras lejanas de su patria original, desde la ciudadanía colonial española hasta su adoptado republicanismo federal americano.

Manuel Pastor Martínez