San Juan de la Cruz es un buen motivo para acercarse a la esencia de la Natividad Cristiana de la forma más plena. El autor del sublime Cántico espiritual, cumbre de la lírica-mística es un referente: «patrono de aquellos que buscan el aliento celestial (la poesía)» según Fray Luis de León. (...)
... La Madre Teresa de Jesús dijo de Fray Juan ser «un hombre celestial y divino», y el mayor hispanista, don Marcelino Menéndez y Pelayo lo calificó como angelical. Son muchos los que se acercan a San Juan de la Cruz seducidos por sus versos, buscando el no sé que queda balbuciendo, desde posturas incrédulas e incluso ateas. A todos San Juan de la Cruz comunica una emoción contenida y a veces desconcertante.
San Juan de la Cruz no alcanza el vértice poético solo en sus grandes poemas, Noche Oscura o Llama de amor viva. También en sus romances, como el del Nacimiento, breve pero profundo, logra gran perfección con simbolismo-alegórico esponsal, que no es simple recurso retórico vacío de contenido, sino que expresa lo inefable de la NAVIDAD, hoy sometida a persecución intelectual y abominación artística, promovida incluso por instituciones públicas.
Tomando como elemento la alegoría del desposorio de Cristo con la Naturaleza humana, Juan de la Cruz nos ofrece estos sencillos y maravillosos versos octosílabos en romance castellano.
El mayor poeta del modernismo, Rubén Darío, sintetizó en verso encendido: