El fracaso ha sido tal, que los niños así criados y educados, no servían siquiera para defender su propia patria. Es cierto que la familia es la célula básica de la sociedad, pero no sólo eso, sino que a lo largo de la Historia de la Humanidad y hasta hace poco tiempo, casi exclusivamente en Occidente en que existe la Seguridad Social, la mayor y casi única riqueza del 99, 9 por ciento de la población han sido los hijos. En efecto y por ejemplo, los padres que vivían de lo que producía la tierra, o del cuidado del ganado o de la artesanía, sólo contaban, para su vejez o enfermedad, con sus hijos.
Pues bien durante todos esos siglos, con raras excepciones, ha ido aumentando la población y con ella el bienestar, la producción de bienes y la productividad. Concretamente en España, se ha pasado de una población de 18.616.630 a –con fecha del primero de Enero de este año– 46.439.864 habitantes de los que cuatro millones y medio escasos son extranjeros.
Sin embargo, el número de españoles sigue descendiendo por tercer año consecutivo; si bien, algo que puede agradar a los varones es que son cerca de un millón menos que las mujeres.
Un dato alentador, según se mire, es el aumento de esperanza de vida al nacer. Así, en 1900 la media de vida de un español era de 34, 76 años y en 2014, es de 82,98, es decir, se ha duplicado con creces. Más aún, en los últimos 14 años se ha incrementado, casi, en 4 años. He indicado que, “según se mire”, porque un conocidísimo periodista me comentó que “no nos estaban aumentando la vida sino la vejez”.
Dato algo más alentador es el de la tasa de natalidad que ha crecido tres décimas en 2014, pero como el índice de fecundidad (número medio de hijos por mujer) es de 1,32, inferior al 2,1 (fecundidad de reemplazo), no cabe garantizar el mantenimiento de la población española sino su probable disminución y progresivo envejecimiento, al que no escapa la Comunidad de Castilla y León, que llevamos 6 años de continuo descenso poblacional y aumento de la esperanza de vida.
Naturalmente, el hecho que se acaba de constatar, no implica, ni mucho menos, la desaparición de España, aunque sí la disminución del número de españoles, pero, dada la globalización existente y la presión migratoria, España pudiera ser un país de inmigrantes y no hay que olvidar que grandes países son fruto de la inmigración.