Para los que no seguimos de cerca la política y solos nos acercamos de vez en cuando, nos resultan incomprensibles algunas actitudes que solo tienen explicación bajo la premisa de que los dos partidos mayoritarios lo que realmente pretenden es que nada cambie. La vida de los españoles les importa un pimiento. Lo que para ellos tiene importancia es permanecer en el poder a cualquier precio o aspirar a él, aunque sea a largo plazo, pues en la oposición tampoco se está tan mal. Uno llega a la convicción de que la supuesta oposición es una pantomima y que entre estos dos partidos hay acuerdos ocultos para repartirse… ¿nuestro dinero?
El reciente acuerdo del PP para el nombramiento de magistrados en el Tribunal Constitucional, incumpliendo la propia Constitución, que consagra en el artículo 117 la independencia de los jueces, incumplimiento que proviene desde el año 1985 cuando los partidos enterraron a Montesquieu y empezaron a meter las manos en la Justicia, es una prueba palpable de que ambos partidos pretenden protegerse “ad futurum” de sus tropelías o lo que es peor y más probable, blindarse por asuntos pasados que todavía no han sido descubiertos. El mangoneo en otras altas instancias judiciales será idéntico con el nombramiento de magistrados afines que convenga a ambos partidos. ¡Lo que sabrán estos dos partidos, uno del otro, que los demás desconocemos!
Si hay pactos ocultos entre estos partidos o si hay infiltrados, como es presumible en cualquier organización de tipo mafioso –y tengan claro que estos partidos se acercan bastante– explicaría también el que un partido pueda hacer el juego sucio al otro para beneficio mutuo. El ataque iniciado por El País contra Ayuso, es obvio que beneficia al PSOE pues debilita a la presidenta madrileña de cara a unas futuras elecciones, pero a la vez está haciendo el juego a la Ejecutiva Nacional del PP empecinada de manera estúpida e incomprensible en retrasar o impedir que la triunfal presidenta de la Comunidad de Madrid sea presidenta regional del PP.
Las razones de esta estupidez respecto a Ayuso, no llego a entenderlas pues desconozco los intríngulis de los partidos, pero cabe pensar que, por encima de la envidia y el hecho de dejar en evidencia la mediocridad de los máximos dirigentes nacionales populares, si la comparamos con la empatía y brillantez de Ayuso, hay poderosas guerras de poder intestinas para la colocación de cargos intermedios. Bueno, también pudiera ser que los infiltrados antes aludidos, los sean a tan alto nivel, que esto de la política sea una burla para los que todavía creemos en la democracia. ¿No se lo creen? Echen un vistazo a la historia reciente y les parecerá menos descabellado.