... personalmente no me queda otra que resaltar que esa, la negación de la condición humana del prójimo, es la condición primera y el camino para justificar el exterminio de ese prójimo, como en su día ya hicieron otros iluminados como él y que la Historia ha ido enterrando, a lo que se ve con poco éxito.
No seré yo quien le niegue a Juan Carlos Monedero esa condición humana que él reparte a capricho, entre otras razones porque de ese modo también le estaría eximiendo de su responsabilidad en esa lluvia –no fina sino tormentosa– de odio que esparce a su alrededor cada vez que abre la boca.
Confío –y sigo hablando en primera persona porque a veces es necesario implicarse firme y claramente a pesar de sus consecuencias– en que la pesadilla de ver España en manos de gente como Juan Carlos Monedero no deje de ser eso: una pesadilla de la que seguro que habremos de despertar. De no ser así, estaríamos hablando de otra cosa que no quiero ni imaginar.
Sé que muchas personas, lejos de cualquier militancia ideológica, callan asombradas por el rumbo que parece estar tomando nuestro espacio de convivencia, tan costosamente adquirido, en el marco de esta pesadilla. Más vale seguir así, asombrados, y que este asombro sirva para fortalecer nuestros principios y convicciones en la esperanza de que, más bien pronto que tarde, despertemos sin necesidad de haberlos tenido que blandir en su defensa.