... El “salto a la fama” de esta política madrileña oscurecía –con su transparencia y habla clara y concisa– los recovecos dialécticos de la mayoría de sus conmilitones que los alejaba, de forma también clara, de sus votantes naturales. Tan es así, que hasta votos de otras latitudes mucho más y mucho menos conservadores corrieron a refugiarse en las urnas de la señora presidenta. Ese ¡madre mía! con que la señora Ayuso ha reaccionado a las últimas declaraciones de Esperanza Aguirre, tildando a la cúpula actual del Partido Popular de “niñatos”, más o menos, es la prueba palpable de que ese arrastre de votos no lo fue por casualidad. La reacción a las mismas declaraciones por parte del secretario general del Partido, el señor García Egea, también es otra buena prueba del acierto de ese “arrastre” de votos.
Si la lucha por el poder dentro del Partido Popular –que no por la dirección del Partido en Madrid– hubiera de dirimirla el voto popular es muy probable que la señora Ayuso ganara por goleada incluso al señor Casado. Pero las normas de la partitocracia son otras y lo que debiera ser una honorable cesión de protagonismo por la fuerza de la realidad, puede convertirse –si no lo ha hecho ya– en una guerra sucia y desagradable para los unos, los otros y todos los demás. Esperemos que la sangre no llegue al río.