... Aclaro que me refiero al presunto primer fascista español “españolista”, porque posiblemente hubo con anterioridad otros individuos españoles en Cataluña que postularon y practicaron un fascismo “catalanista”, separatista y anti-español. Líderes provincianos un tanto vulgares y violentos (véase, por ejemplo, la foto muy ilustrativa de un artículo mío anterior en La Crítica sobre “Los orígenes del fascismo en España”) generados en el entorno de Estat Català y de Esquerra Republicana de Catalunya: Manuel Pagès, Josep Dencàs, los hermanos Miquel y Josep Badía, etc., con organizaciones como Bandera Negra, los Escamots, y las JEREC (juventudes unificadas de EC y de ERC).
Una razón, entre otras, por la que escribo este artículo sobre G.C. (o GeCé, como a veces él firmaba) es por la circunstancia de haberle conocido personalmente en dos ocasiones: en 1973 durante una entrevista que me concedió en su domicilio en Madrid; y en 1981 durante su visita a la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en Santander. Pero el principal interés reside en contribuir a un conocimiento objetivo, histórico, del fenómeno Fascismo y de las diferentes tipologías y personalidades fascistas, desechando el común uso y abuso del término como mero insulto político.
Al terminar mi licenciatura en 1971, por sugerencia de mis maestros universitarios los profesores Raúl Morodo y Stanley G. Payne, decidí investigar los orígenes del fascismo en España. La lectura de una tesis doctoral del norteamericano Douglas W. Foard en 1972 (tras los estudios literarios previos sobre G.C. de Lucy Tandy, Franco Meregalli, y María Sferrazza) me convenció de comenzar con la personalidad y escritos del madrileño, explorando su “vía estética” e “idealista”, inspirándose en intelectuales italianos como Malaparte, Marinetti, Boselli, y otros, concretamente con la revista que él fundó, La Gaceta Literaria (1927-1931) y su colofón El Robinson Literario (1931-1932), donde aparecen por primera vez sus ensoñaciones ideológicas en favor del fascismo junto a otras primicias surrealistas y vanguardistas. Considerándose un miembro singular de la Generación del 27, un “nieto del 98”, G.C. será uno de los últimos en visitar a su “abuelo” don Miguel de Unamuno en Salamanca poco antes de su muerte en diciembre de 1936.
Francesc Cambó, que en 1917 –precisamente en Salamanca– le había confesado a Unamuno que la envidia política nació en Cataluña, fue el primero en reflexionar teóricamente sobre el fenómeno político en su libro Entorn del feixisme italià (1924), que inspiraría a sus colegas catalanistas, pequeño-burgueses radicales. Pero Cambó, gran burgués y de refinamiento aristocrático, no soñó ni imaginó llegar a ser un fascista, aunque terminara colaborando con el franquismo desde su exilio personal.
G.C. sí, soñó un fascismo ideal, muy literario en su caso, fundado en un nacionalismo español apasionado y en una “justicia social” probablemente inspirada en la tradición de doctrinas católicas. Lo hizo en algunas obras previas, como Notas marruecas de un soldado (1923), y en artículos que se estructurarían posteriormente en obras como Circuito Imperial (1929), Carta a un compañero de la joven España (1929), Genio de España (1932), y el intento de una teoría original, espiritual y estética, en La Nueva Catolicidad. Teoría general sobre el fascismo en Europa: en España (1933) y en Arte y Estado (1935), entre otros títulos.G.C. fue el primero en sugerir el yugo y las flechas del escudo de los Reyes Católicos como símbolo del fascismo “españolista” (en 1929), y asimismo el primero en divulgar retóricamente el término “falange”, varios años antes de la fundación joseantoniana.
Al concluir la Guerra Civil en España, G.C. escribió: “Como en un principio fue el verbo; como siempre, la palabra ha precedido a la acción, en aquella etapa de 1930 a 1933 la Liberación de España tuvo que ser ideológica…” (E. Giménez Caballero, Los secretos de la Falange, Editorial Yunque, Barcelona, 1939).
De hecho, G.C. pasó inmediatamente de la idea al acto siendo el primero en firmar el manifiesto político de La Conquista del Estado, primer grupo fascista “españolista” promovido por Ramiro Ledesma Ramos en 1930-1931, núcleo original de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista). El Partido Nacionalista Español del Dr. José María Albiñana Sanz, fundado también en 1930, se inspiraba más bien en Action Française de Charles Maurras, aunque también con claras concomitancias fascistas.
Una muestra del delirio surrealista de G.C. son las dos anécdotas que nos contó en la entrevista de 1973 (a la que me acompañó mi colega Manuel Mella): la primera, que sugirió al dictador Francisco Franco su predisposición para lanzarse en paracaídas envuelto con la bandera española sobre el Peñón de Gibraltar, para reclamar la soberanía española; la segunda, fue la idea de casar a Pilar Primo de Rivera con Adolf Hitler, para establecer un eje dinástico hispano-germánico. Parece que el Caudillo –que disfrutaba con las ocurrencias de G.C.– desechó ambas sugerencias.
Durante los cursos de verano de 1981 en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en Santander le invitamos a dar una charla, entre las diversas actividades culturales –en gran parte también surrealistas– organizadas por Enrique Montoya. Era ya viejo pero lleno de vitalidad (nacido en 1899, moriría en 1988), sobreviviendo a todos los personajes famosos de la era del fascismo en Europa.