Manuel Pastor Martínez

Los orígenes del fascismo en España

El protofascismo catalanista de Esquerra Republicana de Cataluña: Josep Dencás y los hermanos Badía.

LA CRÍTICA, 12 AGOSTO 2021

Manuel Pastor Martínez | Jueves 12 de agosto de 2021

A principios de 1975, casi un año antes de la muerte de Franco y sin problemas con la censura, se publicó mi primera/primeriza obra, el librito Los orígenes del fascismo en España, en Tucar Ediciones de Madrid, modesta empresa dirigida por mi estimado colega Andrés de Blas Guerrero, politólogo e historiador.

Reconozco que en mi estudio me centré exclusivamente en figuras del fascismo “españolista” (Ernesto Giménez Caballero, madrileño; José María Albiñana Sanz, valenciano; y Ramiro Ledesma Ramos, zamorano), obviando al fascismo “catalanista”, que probablemente tuvo unos orígenes anteriores, aunque también en el marco político de España. (...)



... El fascismo “españolista”, tras la fundación de la Falange de José Antonio (1933) y con la unificación ideológicamente sincrética de Franco (1937), adoptó el nombre probablemente más largo y absurdo de un partido político: Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-JONS), partido o Movimiento Nacional que existiría hasta 1977, definitivamente estudiado por mi maestro Stanley G. Payne en varias y sucesivas obras sobre el falangismo y el franquismo.

Señalaba en mi libro como un posible precursor del fascismo “españolista” al catalán Ramón Sales, ex carlista, fundador de los Sindicatos Libres (Barcelona, Octubre de 1919), el mismo año en que el socialista Anton Drexler fundó el Partido Obrero Alemán, Deutsche Arbeiter Partie, embrión original del Nazismo (Munich, Enero de 1919), y poco después el ex socialista Benito Mussolini fundaría los Fasci italiani di combattimento (Milán, Abril de 1919), primera encarnación del Partito Nazionale Fascista.

Autores diversos como F. Baratech Alfaro (1927), G. Salaya (1938), M. García Venero (1967), y G. Brenan (1969), en efecto consideran a Sales un precursor del fascismo nacional-sindicalista y “españolista”. Pero ¿cuál fue la historia del fascismo “catalanista”?

En mi libro menciono a Francesc Cambó como un importante ideólogo del catalanismo y teórico político que juzgó benevolentemente al Fascismo italiano en dos obras: En torno del Fascismo italiano (Editorial Catalana, Barcelona, 1925), y Las Dictaduras (Espasa-Calpe, Madrid, 1929). La primera apareció en catalán en 1924, y tuvo también una edición en italiano: Il fascismo italiano (traduzione di G. C. –¿Giménez Caballero?–, La Grafica Moderna, Milano, 1925).

Las reflexiones de Cambó contrastaban el fascismo moderado y aceptable de la “gran burguesía”, en defensa del capitalismo, con el rechazable fascismo radical e izquierdista de la “pequeña burguesía” (generado desde los años 1920s en el seno de Estat Català con la organización paralela de Bandera Negra, los Escamots y las Joventuts EC, JEREC, integradas en ERC con sus propias milicias juveniles, con líderes como Josep Dencàs y los hermanos Josep y Miquel Badía).

Cambó se entrevistó en el hotel Ritz de Madrid con el líder jonsista Ramiro Ledesma Ramos, pero al parecer no llegaron a ningún acuerdo, y el “gran burgués” catalán juzgó al “pequeño burgués” castellano “un adalid en posesión de una férrea teoría peligrosa” (Juan Aparicio, La Conquista del Estado, Ed. FE, Barcelona, 1939).

El último Cambó (1936-1947), según el historiador izquierdista Borja de Riquer, en el contexto de la Guerra Civil y de la posguerra colaboró, como mal menor, con lo que algunos historiadores consideran el fascismo “genérico” (con el franquismo en España y con el peronismo en Argentina).

El fascismo “españolista” es hoy electoralmente insignificante, por no decir ridículo (en las últimas elecciones generales de 2019 el residuo falangista FE-JONS solo obtuvo 616 votos en toda España) pero los herederos del fascismo “catalanista” y golpista (ERC y algunos segmentos radicales de la antigua Convergencia, los seguidores de Puigdemont y de Torra) con su paradójico y travestido “antifascismo”, representan un significativo porcentaje electoral (casi un millón y medio de votos, es decir, casi el 6 por ciento del voto total en las mismas elecciones de 2019).

Los fanáticos de las llamadas “memoria histórica” y “memoria democrática”, así como del mentado y cacareado “antifascismo” harían bien en tenerlo en cuenta.