ROMERÍA DE SANTO TORIBIO
El imponente Cristo del Otero “contempla” año tras año y desde que se inauguró en 1931, la Pedrea del Pan y el Queso, que tiene lugar durante la celebración de la Romería de Santo Toribio.
Esta singular romería arranca y ahonda sus raíces en una viejísima historia popular del siglo VI, que sitúa a la vieja Pallantia vaccea como el lugar donde, abrazando las doctrinas de Prisciliano, hicieron oídos sordos a los sermones y recomendaciones de Santo Toribio. El Santo fue `apedreado´ por los palentinos y hubo de refugiarse en una cueva, en el cercano Cerro del Otero, donde oró hasta que se produjo una inundación, que los palentinos interpretaron como una maldición divina.
En recuerdo de estos hechos, cada año hay fiesta grande a la que acuden miles de personas. En procesión es llevada la imagen del Santo, acompañada de las autoridades que cumplen así un voto de villa.
Autoridades y pueblo ascienden por el cerro hasta la Ermita, situada a los pies de la imagen del Cristo del Otero, obra excepcional de Victorio Macho. Tras la misa, el alcalde de la ciudad y las autoridades arrojan cientos de bolsas, que contienen pan y queso, lo que se conoce popularmente como "pedrea del pan y el quesillo" con la que se rememora el martirio del Santo. Fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional el 6 de mayo de 2005 y se celebra habitualmente el domingo más próximo al 16 de abril.
Miles de personas se dieron cita un año más, (16 abril 2021) a los pies del Cristo del Otero de Palencia para ser 'apedreados' con las más de 6.500 bolsas de pan y quesillo preparadas para la ocasión en el marco de una fiesta que cumple su séptima edición como Fiesta de Interés Turístico Regional y que este año está vinculada además a la conmemoración del VIII Centenario del Studium Generale de Palencia.
En cada bolsa figurará un resumen de la leyenda de Santo Toribio que cuenta, insisto, como en el siglo VI los palentinos apedrearon al santo porque no querían renunciar a las doctrinas de Prisciliano, lo que ocasionó unas lluvias torrenciales que inundaron la ciudad y que fueron interpretadas como un castigo divino, por lo que los palentinos subieron al Cerro del Otero para pedir perdón al santo.
Durante más de media hora, también las autoridades lanzaron este año desde el balcón de la caseta situada a los pies de la insigne escultura de Victorio Macho los miles de bolsas preparadas para la ocasión por los miembros de la asociación Aspanis. Bajo gritos de "¡aquí, aquí!", miles de personas se agolparon en el cerro para coger alguna de las bolsas, pese a la amenaza de lluvia, que por fin respetó el acto central de la Romería de Santo Toribio y enmarcada en las fiestas del emblemático barrio palentino.
Tras la santa misa, oficiada en la ermita por el obispo de Palencia, la corporación municipal, encabezada por el alcalde de la ciudad, acompañado por diferentes autoridades y el pregonero de las fiestas, tuvo lugar la tradicional pedrea.
Decenas de palentinos subieron al Cristo del Otero como es tradición. Una fiesta "especial", para el alcalde y los concejales, por ser la primera en la que participan como miembros del equipo de Gobierno, según explicó la concejala de Cultura y Turismo en el Ayuntamiento de Palencia, "Se vive con más miedo, porque estás más pendiente de que las cosas salgan bien. Lo disfrutas de otra manera", subrayó.
Este año, además, se ha querido vincular la fiesta a la celebración del VIII Centenario del Studium Generale de Palencia, germen de la universidad española. "Hemos querido vincular una de las fiestas más atractivas y populares de Palencia a un hecho muy importante para nosotros", aseveró la citada concejala.
Por ello, el balcón desde donde se ha 'apedreado' a la gente ha estado adornado con un enorme faldón alusivo a este hecho y además cada una de las bolsas que, además de la leyenda de Santo Toribio, llevaba este año el logotipo del Studium Generale. Además, el grupo El Limbo escenificó este sábado la obra de teatro 'El sueño del saber', que teatralizó este hecho histórico.
Una vez finalizado el acto central comenzó el descenso desde el cerro. Los miles de personas que se acercaron hasta este barrio palentino disfrutaron en las campas cercanas de un buen almuerzo y pudieron degustar limonada, tortilla, sardinas, torreznos o chorizos. Otros muchos optaron por recorrer los distintos puestos del mercadillo que los comerciantes colocan en el Paseo del Otero con motivo de la celebración de las fiestas del barrio. Además, de forma paralela, se instaló una caseta en la que se vendieron al precio simbólico de un euro bolsas de pan y quesillo, para todos aquellos que no consiguieron una en la 'pedrea'.
Fue el último acto al que, en activo, asistí ocupando el cargo dicho. Un mes después, sufrí el accidente vascular-cerebral en acto de servicio que supuso el fin de mi andadura militar. Tenía cuarenta y nueve años. Bendito sea Dios que, leída casualmente la noticia de la celebración un año más de este curioso evento, puedo contarlo a mis amigos y probables únicos lectores.