... Pero esto, que parece tan obvio, no se está cumpliendo en Gibraltar porque no otra cosa cabe pensar de los abandonos y renuncias que, de forma absolutamente incomprensible, el gobierno está poniendo sobre la mesa para no recuperarlo jamás ante una ocasión irrepetible en nuestra historia, como es la salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE).
Pero no siempre fue así, aunque los resultados alcanzados hayan sido siempre más bien pobres, por no decir nulos. Desde que tenemos conocimiento del alcance y gravedad del problema de Gibraltar hemos podido ser testigos de los esfuerzos de casi todos nuestros gobiernos para encontrar una solución que resolviese de un modo definitivo el problema de la colonia que el RU de la Gran Bretaña mantiene, contra viento y marea, en nuestro territorio. Hoy el RU cree, equivocadamente, tener derecho a permanecer en Gibraltar, no bajo el amparo del Tratado de Utrecht, como sería lo lógico, sino bajo el amparo de su propio capricho, que no tiene límites, que es lo que hace odioso el problema de Gibraltar a los ojos de la mayoría de los españoles.
Hoy, como la situación internacional es bien distinta, probablemente la fuerza no sea estrictamente necesaria, como se hizo en su día para recuperar Menorca, pero sí se pueden, y se deben, adoptar las medidas que correspondan para llevar al ánimo de nuestros colonizadores que, para resolver el problema de una forma definitiva, aún es posible alcanzar una solución beneficiosa para las dos partes. Cualquier acuerdo podría ser aceptable menos plegarse gratuitamente a los deseos de los colonizadores, sin recibir nada a cambio, incluso permitiendo que la colonia aumente su extensión de forma descarada ante nuestros propios ojos.
La niebla que parece enturbiar el entendimiento de nuestros actuales gobernantes, y difumina el tradicional buen hacer de nuestra diplomacia, les permite vivir en la fantasía de creer que el RU abandonará algún día la colonia si se le rodea de comprensión infinita, de blanda diplomacia o de continuas renuncias en la defensa de nuestros más elementales intereses. Esta actitud lleva al RU al convencimiento de que puede conservar su colonia para siempre, avasallando la soberanía española cuando le venga en gana, sin tener que hacer frente a peligro ni consecuencia alguna.
En esto estamos, querido Enrique. Tus cartas son un contundente resumen de circunstancias que demuestran nuestra inequívoca razón y la sinrazón de la parte inglesa. Pero es que, además, nuestro intercambio epistolar no es inútil. Aunque parezca que no, nuestras ideas van calando, poco a poco, no solo en una opinión pública generalmente poco informada, sino también en personas que conocen muy bien el problema que nos afecta. Estos días he podido comprobar como algún diputado defendió públicamente que el Tratado de Utrecht no es una “antigualla”, como a Picardo le gusta calificar, sino que lo que es una verdadera “antigualla” es el hecho colonial en sí mismo, en pleno siglo XXI, como literalmente defendimos en alguna de nuestras cartas. Y un reconocido escritor e historiador se unió a nosotros en la sospecha de considerar al think-tank de estudios internacionales y estratégicos, con sede en Madrid, demasiado colaboracionista y defensor de las tesis británicas, a juzgar por los artículos y trabajos que difunde el mencionado think- tank. Creo que sería muy de nuestro agrado, y de justicia, que este foro de análisis político y estratégico, que pretende ser considerado de alto nivel, incluya algún día en su carpeta “Gibraltar” al menos un solo trabajo que termine afirmando que el RU defendería mejor sus intereses devolviendo su colonia a su legítimo propietario en lugar de afirmar que es España la que debe , en su propio beneficio, ayudar a que sea el RU el que la conserve. Demasiado triste, demasiado humillante tener la pelota en nuestro campo y no ser capaces de respuesta institucional alguna.
Es posible que el paso del tiempo trabaje a nuestro favor. Quiera o no quiera nuestro desconcertado gobierno, la realidad es que un RU separado de la UE, a la que hasta hace poco pertenecía, va a permitir un profundo cambio dentro de la política y la estrategia de una Europa que aún está en fase de encontrarse a sí misma y de unirse como corresponde y la mayoría de sus miembros desean. En esta nueva identidad europea España tendrá mucho que decir y aportar porque nuestra patria siente y vive Europa como algo propio, que ayudó a conformar, como ayudó a conformar otras partes del mundo. La visión europea de España es la antítesis de la visión británica, visión que nunca le ha permitido al RU ser fiel como debiera a la UE. Y esto debe tener sus consecuencias políticas y estratégicas.
Hasta hace unos días estuvo prevista la escala en Gibraltar de un Grupo de Combate, cuyo buque insignia es el portaaviones inglés Queen Elizabeth, en tránsito hacia el mar de la China Meridional, o mar de Filipinas Occidental, que también así se le conoce y como a nosotros nos corresponde defender porque allí aun se nos quiere. Todo estaba previsto para que los ingleses hiciesen lo que más les gusta cuando la oportunidad se les presenta: acoquinar en Gibraltar al gobierno español de turno.
Esta escala fue anulada a última hora, con gran pesar de los gibraltareños, los del bazar, al parecer como resultado de gestiones del gobierno español para evitar una humillación que alguien pudiese añadir a sus ya demasiado generosas concesiones. Si esto se confirmase, se demostraría que existe un anómalo entendimiento entre el gobierno español y el gobierno inglés precisamente en el momento en el que se está empezando a negociar un tratado sobre Gibraltar entre la UE y el RU. De ser así, el gobierno español estaría actuando como un simple colaboracionista a los ojos de una desconcertada UE, lo que podría tener una perversa influencia en la redacción del nuevo Tratado, que muchos intentarán anule al de Utrecht, verdadera y última razón para defender los intereses de España. Es de esperar que este nuevo Tratado entre la UE y el RU sea solo eso, un Tratado en el que se defiendan los intereses europeos en su conjunto pero que en ningún caso afecte a los permanentes derechos de España basados en el mencionado Tratado y en las resoluciones de las Naciones Unidas (NNUU). Y para tener la constancia de que los españoles no siempre tenemos que vivir al borde de la zozobra.
Para cualquier observador medianamente informado, la sobrevenida gravedad de nuestra situación en Gibraltar es consecuencia de la falta de voluntad y determinación de nuestro actual gobierno que abandona la defensa de nuestra integridad territorial, que está siendo conculcada ante nuestros propios ojos, hoy como hace 300 años. La actual política del gobierno en relación con Gibraltar para mi es tan grave que desnaturaliza absolutamente cualquier directiva de defensa o de política de defensa que pueda estar en vigor y tira por tierra los esfuerzos de muchos gobiernos anteriores y descalifica las resoluciones de NNUU, una de nuestras principales bazas negociadoras. Porque en cuestiones de defensa no es cierto que sea posible soslayar el problema de Gibraltar, considerándolo una simple anomalía heredada de la historia. Gibraltar es una humillación permanente que mide y aquilata nuestra capacidad de ser un estado libre y soberano, no sometido a tutela alguna. El problema nunca se resolverá si nunca adoptamos las iniciativas que debemos.
Y para terminar solo decir que sostener la necesidad de mantener el statu quo colonial para que unos pocos españoles puedan beneficiarse de las migas de pan que caen de la opulenta mesa gibraltareña es una falacia más de la política que se está siguiendo en Gibraltar que no se traduce en otra cosa que no sea institucionalizar para siempre la pobreza y la escasez de recursos que obliga a muchos ciudadanos de La Línea a tener que dedicarse al contrabando y al narco tráfico para subsistir, como hemos podido comprobar con los disturbios habidos estos días en la ciudad fronteriza. Esta realidad es consecuencia de una falta de visión política exterior difícil de superar.
Dicen algunos de los que escriben en el digital “Europa Sur” que “el Reino Unido y Gibraltar lo tienen claro. Ambos buscan la prosperidad compartida, la confianza, la seguridad jurídica y la estabilidad de las vidas y los medios de subsistencia en Gibraltar y en la Comarca circunvecina, así como la circulación fluida y sin limitaciones de personas y bienes/servicios, al tiempo que se preserva la identidad británica de Gibraltar y la soberanía del Reino Unido”
Y esto es también lo que, al parecer, piensa y dice nuestro actual gobierno, lo que inevitablemente alimenta nuestra tristeza y nuestra desolación.
Madrid, 5 de junio 2021