Pilar Riestra Mediavilla

Tomás Moro: Santo de nuestro tiempo

Santo Tomás Moro, por Pedro Pablo Rubens. Museo del Prado, Madrid.

LA CRÍTICA, 22 MAYO 2021

Pilar Riestra | Sábado 22 de mayo de 2021
La vida y el destino del futuro Santo Tomás Moro (venerado como tal por católicos y anglicanos), está bastante relacionada con la de su compañero y amigo íntimo, Enrique VIII, Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda, que se casó con Catalina de Aragón y Castilla -puesto que era hija de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla- en Greenwich, y en 1509 fueron coronados en la Abadía de Westminster. Pero Enrique VIII, (...)

... que pocos años antes había recibido del Papa el título de “Defensor de la Fe”, por su defensa de la ortodoxia frente a Lutero, decidió casarse con Ana Bolena (Enrique VIII, tuvo seis esposas y excepto Catalina Parr que le sobrevivió, las otras murieron de muerte natural o decapitadas).

Ante la oposición del Papa a su divorcio, obligó a todos sus súbditos en edad legal a firmar o acatar el Acta de supremacía por la que se constituía en jefe único, después de Cristo, de la Iglesia de Inglaterra. Así, Enrique VIII quedó “como suprema única cabeza de la Iglesia de Inglaterra” con la plenitud del poder civil y de la jurisdicción eclesiástica, negando al Papa toda autoridad, al punto que Enrique VIII decía de él mismo que “en su reino él era emperador y papa”. Además, se reservó la facultad de nombrar a los obispos, disolver monasterios y los eclesiásticos se convirtieron en empleados civiles, nombrados por el Rey. (Francisco Martín, HISTORIA DE LA IGLESIA, II. LA IGLESIA EN LA ÉPOCA MODERNA, Ediciones Palabra, 2000, p.152). Ahora bien, no consiguió que todos aceptaran el Acta. De hecho, Juan Fisher, Obispo de Rochester, y Tomás Moro, Canciller del Reino, se negaron a jurar el Acta y fueron encarcelados.

Tomás Moro nació en Londres el 7 de febrero de 1478 y murió, decapitado, en esa misma ciudad el 6 de julio de 1535. Fue un gran humanista, autor del libro titulado, Utopía, cuyas ideas sobre la sociedad ideal siguen vigentes, y además, fue político, poeta, ilustre abogado y Lord Canciller del Reino (el segundo puesto en importancia después del Rey).Casó dos veces y tuvo cuatro hij9s (un hijo y tres hijas).Esposo fiel, padre ejemplar, caballero simpático y siempre con buen humor, nadie sabía, ni siquiera su mejor amigo Erasmo de Rotterdam, que todas las noches se levantaba para hacer un largo rato de oración.

Conocemos con precisión sus rasgos físicos por los retratos que le hicieron sus amigos Rubens y Holbein, en los que se reflejan la paz y la alegría de un hombre feliz. Pero, cuando su conciencia le impidió prestar juramento de sumisión a Enrique VIII, como cabeza de la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión intentando vivir una vida tranquila con su familia sin más complicaciones.

No obstante, fue apresado y encarcelado en la Torre de Londres. Naturalmente todos sus numerosos amigos le presionaron, por encima de toda medida, para que cediera y prestara el juramento, sin conseguirlo, porque les repetía que no podía reconciliarlo con su conciencia. Por ello, algunos de sus amigos pensaron que la presión psicológica definitiva sería la de Alicia Middleton, su esposa, mujer de “armas tomar”. No obstante, cuando su propia mujer le insistió con gran fuerza y realismo que cediera por el bien de su casa, de ella, de sus hijos y amigos e incluso de él mismo, Tomás le contestó: “¿Cuántos años crees que podría vivir en casa?” Alicia respondió: “Por lo menos veinte, porque no eres viejo”. A lo que Tomás replicó: “Mal negocio me ofreces, una muy mala ganga, puesto que quieres que cambie por veinte años toda la eternidad”.

Tomás Moro tenía la costumbre, con los escasos medios que tenía en prisión, de vestir lo mejor que podía los domingos y días de fiesta. Como el día de su ejecución decidiera hacer lo mismo, le aconsejaron que no lo hiciera, por cuanto el verdugo era una mala persona y se quedaba con el traje. Sin embargo, Tomás se puso su mejor traje de fiesta, quiso que le ayudaran a subir al cadalso: “Para bajar lo haré sólo”, añadió. Pidió perdón a Dios por sus faltas, abrazó al verdugo y le dio una moneda, diciéndole: “Valor, amigo mío. Sé diestro, porque tengo el cuello pequeño y está en juego tu honor el cortármelo limpiamente”. Se atusó la barba, porque era injusto que se la cortasen, ya que no había cometido traición alguna. “Puso su cabeza sobre el cepo y el verdugo se la cortó de un hachazo” (Omer Englebert, El libro de los santos, Ediciones Internacionales Universitarias, 1999, p.231).

Uno de sus hagiógrafos, Francisco Fernández Carvajal, sintetiza la espiritualidad de Tomás Moro y expresa el sentido actual que esa espiritualidad tiene para las mujeres y los hombres de hoy: “Tomás Moro es una figura muy cercana a nosotros, pues fue un cristiano corriente, que supo compaginar bien su vocación de esposo, de padre de familia con la profesión de abogado y más tarde de Canciller del Reino, en una perfecta unidad de vida… Santo Tomás Moro se nos presenta siempre como un hombre de oración; así pudo ser fiel a sus compromisos como ciudadano y como fiel cristiano en todas las circunstancias, en perfecta unidad de vida… Rezaba: “Dadme, mi buen Señor, la gracia de esforzarme para conseguir las cosas que en la oración te pido”… Plenamente interesado por los problemas de su tiempo se entregó a su trabajo con afán de llenar de contenido cristiano las leyes e instituciones de su época… En un momento en que muchos se doblegaron a la voluntad real, su juramento habría pasado prácticamente inadvertido y hubiera conservado la vida, la hacienda y el cargo, como tantos otros. Santo Tomás Moro está entre nosotros como ejemplo vivo para nuestra conducta de cristianos”. (Francisco Fernández-Carvajal, HABLAR CON DIOS, Tomo VI, Ediciones PALABRA, 1989, p.433).

Moro fue beatificado en 1886 y canonizado en 1935, junto con Juan Fisher, Obispo de Rochester, el mismo día y la Iglesia celebra su dies natalis, también el mismo día: el 22 de junio.

Pilar Riestra