Juan Manuel Martínez Valdueza

Puigdemont por el norte y Mohamed por el sur

Pedro Sánchez y Mohamed VI, rey de Marruecos. (Foto: ECSAHARAUI).

LA CRÍTICA, 18 MAYO 2021

Juan M. Martínez Valdueza | Martes 18 de mayo de 2021
O el señor Sánchez y su gobierno espabilan o entre estos dos señores se comen lo poco que queda de la dignidad nacional o, dicho de otro modo, de la conciencia de España, amén de la España misma que hasta ahora se nos ha legado. Los desafíos de Puigdemont y de Mohamed no son pecata minuta porque, a pesar de la legalidad de la existencia política del primero y de la unidireccional legitimidad de las aspiraciones territoriales del segundo, es la debilidad de España, de sus leyes y de su definición estratégica en este mundo tan complejo lo que permite la existencia de estos dos polos, tan parecidos y dispares, y de su juego, vencedor a todas vistas si repasamos nuestra historia reciente. (...)

Respecto del primero, Carles Puigdemont, es evidente que es nuestro ordenamiento jurídico el que permite el desatino que significa el que un golpista huido de la Justicia pueda intervenir en la política española controlando los muchos miles de millones de euros que son el presupuesto de Cataluña, y por tanto las vidas de los millones de españoles que viven en ella. Y por si no bastara, con representación directa en el Congreso de los Diputados español, incidiendo de este modo también en la gobernabilidad de España -hoy gracias al señor Sánchez- y por ende en la vida del resto de los españoles que no viven en Cataluña. Situación incomprensible de la que solamente son responsables las dos fuerzas políticas que pudiendo resolverla no lo han hecho y que por lo visto no están dispuestas a resolver, vía legislación electoral, reforma constitucional, etc.: El Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español.

Y respecto de Marruecos, conviene aclarar que hablo no de su pueblo, en su mayor parte ajeno a las reivindicaciones históricas de sus monarcas y aledaños, que por abarcar lo hacen hasta de la vieja Al Andalus. Es esta monarquía absoluta con algún tinte democrático para despistar la que ha demostrado una y otra vez su "querencia" por España aprovechando el menor signo de debilidad español para jugar sus cartas siempre en nuestra contra. Por no ir demasiado hacia atrás, recuerden la famosa "Marcha Verde" de 1975, con Franco agónico y el escudo de los Estados Unidos, y la retahíla, a lo largo de nuestra democracia, de presiones y amagos, con la pesca, con los migrantes, etc., etc. El Sahara es su pieza más preciada, que multiplica su territorio por dos -casi-, conseguido de hecho -que no del derecho inoperante de las Naciones Unidas-, en el momento más crítico de España: la muerte del general Franco y el deseo de las nuevas autoridades españolas del amor y comprensión norteamericanos.

Desde entonces -1975- la principal razón de estado de Marruecos ha sido y sigue siendo el Sahara, a quien ha dotado de una población nueva y marroquí en su práctica totalidad, y donde ha invertido cantidades ingentes de dinero que superan a su propio presupuesto para afianzar su posesión de hecho -la gran muralla marroquí- frente a la ficción, nacida de la Guerra Fría, del Polisario -de la mano de la Unión Soviética y de Argelia- que dan sostén a una fantasmagórica República Árabe Saharaui Democrática, sin territorio propio y que mantiene anclada en medio del desierto argelino a una población desgraciada y en su mayoría de origen argelino, en lucha permanente -salvo periodos auspiciados por la ONU- contra el Reino de Marruecos.

Aunque la ministra de Asuntos Exteriores española lo niega, y aunque al parecer también lo niega el Reino de Marruecos, es más que evidente como causa de la nueva "Marcha Verde" sobre Ceuta la trapisonda de dar cobijo en España al presidente de esa fantasmagórica república -la RASD-, Brahim Ghali, enemigo número uno de Marruecos, con nocturnidad, alevosía y documentación falsa. En fin, otra más de Mortadelo y Filemón del gobierno español. Mientras, según ECSAHARAUI, medio portavoz del Polisario, citando fuentes del ministerio de Asuntos Exteriores marroquí, Marruecos concede asilo político a Carles Puigdemont en reciprocidad con el asunto de Brahim Ghali. ¡Ahí queda eso! Menos mal que nuestras monarquías son tradicionalmente hermanas, que si no...