... Dentro de estas circunstancias que marcarán el entorno operativo existe una certeza indiscutible que perdurará a través del tiempo. La importancia capital del factor humano. La guerra en todos sus niveles seguirá siendo una lucha de voluntades. El factor humano decidirá en definitiva el éxito o fracaso de las operaciones. Por supuesto que se tendrá que responder a todos los demás condicionantes, pero el único permanente seguirá siendo la importancia del combatiente.
Dentro de los factores de incertidumbre destaca la evolución tecnológica por su repercusión en la construcción de los ejércitos. Como es lógico todos los avances tecnológicos referidos al armamento, comunicaciones, inteligencia, etc, deben poder incorporarse a los ejércitos para aprovechar sus capacidades en busca de lograr las necesarias garantías de éxito.
También es muy importante para la construcción de los ejércitos la situación de “invierno demográfico” en la que está inmerso Occidente, y especialmente nuestra sociedad. Este estancamiento de la población influirá en la disponibilidad del personal humano que se pueda necesitar, tanto en cantidad como en calidad. Esta circunstancia y la evolución tecnológica abonan que, tras considerar el impacto de la tecnología en la guerra futura, sea necesario llegar a un equilibrio de las dimensiones humana y tecnológica en el ejército y, por supuesto en las unidades operativas.
Si se considera, por tanto, que dentro de ese entorno incierto y complejo que prevemos para el próximo futro el único elemento permanente y seguro es el combatiente, no cabe duda que para conseguir el éxito, se le deberá formar convenientemente.
Deberemos disponer de un combatiente que, sobre la base fundamental de su formación moral y sus valores, disponga de una formación multidisciplinar, optimice el uso de las nuevas tecnologías, etc.
Para todo ello es absolutamente necesario un sistema de enseñanza que abarque toda la carrera del combatiente, desde su ingreso en el ejército hasta su salida. Es decir, mediante una enseñanza de formación y una de perfeccionamiento a lo largo de su carrera militar, sabiendo que el primer paso a decidir en la actual situación es equilibrar la ecuación humana con la tecnológica, debido a la influencia creciente que tendrá esta última.
Con respecto a la enseñanza militar de formación trataremos de referirnos a los tres niveles existentes: oficiales, suboficiales y tropa. Pero antes fijaremos unas premisas que consideramos permanentes.
Dada la capital importancia que en el caso de la formación del militar tiene su vertiente moral, consideramos necesario la existencia de los centros de enseñanza militar o Academias y que su estancia en ellas, por tiempo variable, sea con carácter de internado por parte de los alumnos.
En esa situación futura previsible, se debe tener en cuenta que las necesidades del ejército deben ser lo primero y en todo el proceso de acceso y formación deben primar ante otras consideraciones. Para ello se debe contar con los intereses y preferencias de cada oficial, suboficial o tropa, haciendo atractiva la carrera militar desde todos los aspectos, para poder competir en el mercado de trabajo.
Por otra parte, dada la previsible complejidad de funciones a realizar, parece aconsejable que los periodos de formación militar sean aprovechados únicamente para lo puramente militar en todos sus aspectos (moral, técnicos, etc ). En esta fase de formación el esfuerzo principal debe ser, y hacia ello deben ir orientadas las condiciones de acceso, captar y formar líderes que puedan combatir con éxito. Todo aquello que no contribuya directamente a seleccionar y formar los mejores líderes será una pérdida de tiempo. Esto supone que el periodo de formación militar sea más ajustado y rentable.
Por todo ello, un aspecto importante será la selección de los aspirantes en todos los niveles. Como es lógico, dependiendo del nivel de aspiración, es decir, a oficiales, suboficiales o tropa, los requisitos intelectuales deben ser diferentes, pero lo más importante deberá ir encaminado a determinar el potencial del aspirante para ser un buen militar. Ello implicará el disponer de los necesarios organismos que puedan evaluar su potencial.
Se prevé que la influencia de la evolución tecnológica tenga una gran repercusión en la función militar y en la formación del combatiente. Entramos en este momento en una cuestión clave. La formación del oficial en algunos ejércitos incluye un grado universitario realizado, bien en una universidad de defensa (Alemania), bien en una pública. Los argumentos para ello son variados pero el más importante es el derivado del concepto de carrera por contrato por un tiempo limitado y su necesidad de posibilitar la incorporación a la sociedad cumplido éste.
Sin embargo, a este respecto se pueden hacer varias consideraciones.
La experiencia nos enseña que los oficiales españoles, igual que los suboficiales y tropa, gozan de una gran consideración en sus misiones internacionales, tanto en Cuarteles Generales como en unidades operativas. Esto dice mucho de su formación y tipo de carrera.
La misma complejidad tecnológica avala la necesidad de una formación militar mucho más compleja y diversa. Por ello, su tiempo de formación debe agotarse en su formación militar, recibiendo las enseñanzas morales y técnicas necesarias para poder cumplir las misiones que se les encomienden.
Por otra parte, la carrera militar tiene una serie de características que la hacen singular respecto al resto. Es una carrera cuyo fundamento más importante es la formación moral de sus componentes y una vez lograda ésta constituiría una pérdida de “talento” el desperdiciarlo fomentando la marcha hacia otras profesiones.
La situación anímica de la persona que se encuentra ejerciendo la carrera que ha elegido y que sabe que ésta es su vida y está en su “casa”, es completamente diferente de la del que sabe que en un cierto tiempo debe buscarse otra ocupación diferente. Es decir, se trata de una profesión vocacional y no ocupacional.
Por todo lo anterior se proponen varias vías de acceso a oficial.
La vía de acceso directo, con acceso a la universidad y las pruebas referidas anteriormente, y una estancia de cinco cursos en los centros de enseñanza militares, AGM y Academias Especiales. En cuanto al reconocimiento oficial de los estudios se debería reconocer su nivel de grado universitario con todas sus consecuencias, lo que supondría recuperar el prestigio de la carrera militar en sí misma.
El número de oficiales por esta vía se establecería de acuerdo con las previsiones de las necesidades para los empleos superiores a comandante.
Otra vía de acceso sería la de los oficiales de complemento. Accederían con una titulación adecuada más las pruebas correspondientes y estarían dos años en los centros de enseñanza. Completarían en número las necesidades de oficiales para las unidades.
Por último, existiría la vía de promoción interna para suboficiales con una determinada antigüedad y calificaciones que pasarían dos cursos en los centros de enseñanza.
En cuanto al acceso a suboficial se haría por acceso directo, con titulación de FP de grado medio más pruebas adecuadas, o por promoción interna. Se cursarían dos cursos en los centros de enseñanza y su nivel reconocido sería de FP superior.
En cuanto al acceso a tropa se requeriría un nivel de ESO y las pruebas selectivas y posteriormente cursarían cuatro meses en los centros de enseñanza.
Como se puede ver este esquema está basado en el factor humano y en la creciente importancia que tendrá la formación militar debido al entorno y tecnología que caracterizarán sus acciones.
Se considera, por ello, que el Ejército debe priorizar la enseñanza como un esfuerzo primario.