Juan Manuel Martínez Valdueza

Así se reescribe la Historia. El ejemplo español. 8) El Franquismo (II)

El General Francisco Franco Bahamonde en los años 40 del pasado siglo. (Foto: https://www.abc.es/).

SIGNO DE LOS TIEMPOS

LA CRÍTICA, 30 ABRIL 2021

Juan M. Martínez Valdueza | Viernes 30 de abril de 2021
No queda otro remedio que seguir hablando del franquismo a pesar del entorno poco propicio en que nos encontramos, en pleno momento histórico reivindicativo del pasado de las fuerzas políticas que perdieron la Guerra Civil, no solamente en el plano ideológico, a lo que tienen derecho, sino también en el plano de la vida cotidiana, en su intento erre que erre por silenciar esa parte transcendente de nuestra Historia en las calles, en los libros y en nuestras propias mentes. (...)

(Continúa la represión justiciera)

... Pero, lógicamente, es un esfuerzo baldío que no habrá de conseguir sus frutos por más leyes, incluso represivas y antidemocráticas, que hagan pasar por el Boletín Oficial del Estado. La libertad, la libertad de expresión y de opinión, la libertad de creencias y otras tantas libertades que impregnan hoy nuestra condición humana y ciudadana no pueden ser tasadas por ninguna opción política detente o no los votos y el poder, al ser estas producto y consecuencia de nuestra propia Historia, al precio costosísimo del sacrificio y de la sangre de muchas generaciones; de todas las generaciones que nos han precedido y de nosotros mismos, incluso de los que hoy atentan contra ellas olvidando paradójicamente sus propios esfuerzos y sacrificios por conquistarlas y consolidarlas.

Y así, siguiendo el curso de este relato, volveré al punto de la represión justiciera desencadenada al final de la Guerra Civil en España, y como referencia cualitativa y cuantitativa la desarrollada en Francia al ser liberado su territorio de la ocupación alemana, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. “Causa General” y “L'Epuration” (La Depuración). Una autoritaria y otra democrática. Ambas cosa de los vencedores. La primera inspirada en el deseo y necesidad de justicia; la segunda en el odio a los colaboracionistas con los invasores alemanes.

Una reflexión previa para el lector. Siendo, como es, la “Causa General” fuente de información inestimable e imprescindible tanto para el establecimiento de responsabilidades por hechos ocurridos en la zona republicana desde 1936, como para el seguimiento de las consecuencias derivadas de dichas responsabilidades, ¿cómo es posible que habiendo como ha habido y hay tanto historiador de aquella época, hayan pasado de puntillas sobre esa información, de forma que no superan unas pocas decenas los estudios académicos realizados, en lugar de miles? Para mí, después de haber profundizado en esa documentación, y de haber sufrido con ella, la respuesta es bien sencilla: no conviene, mejor dejarlo como está. Como tantos archivos que ahí siguen como están porque no conviene sacar sus contenidos, muchos de sus contenidos, a la luz. (Me vienen a la memoria, como ejemplos bien conocidos por mí, el archivo del diputado republicano Carlos Esplá, incorporado a los archivos del Estado, auténtica mina de información sobre las andanzas de la República en el exilio, o los propios archivos de la Fundación Pablo Iglesias que, sabiendo rastrearlos en persona, pueden dejar al investigador pasmado).

Por la razón apuntada en la reflexión anterior, la mayor parte de las afirmaciones de carácter general sobre la “Causa General” comúnmente admitidas, son especulaciones, orientadas siempre a condenar al franquismo y a justificar a los republicanos, incluso en sus mayores tropelías como por ejemplo las matanzas brutales realizadas en múltiples ciudades españolas bajo su control en el otoño de 1936, quedando para futuros historiadores, liberados ya de la sumisión ideológica, el estudio sereno de aquella época. Sí sabemos que el conjunto de información cedida al Archivo Histórico Nacional por el Ministerio de Justicia lo forman unos 1.500 legajos contenidos en aproximadamente 4.000 cajas. Para satisfacción de los investigadores (por si alguno no lo sabe), los contenidos de la “Causa General” ya están digitalizados y puestos a disposición pública –ignoro si en su totalidad–, aunque también es cierto que la tecnología empleada para su acceso más bien parece estar desarrollada por algún aprendiz que se haya dejado caer por allí. Tal es la dificultad del manejo de esta información.

Como colofón de lo expuesto, reseñar que en 1943 el Ministerio de Justicia, y con el fin de luchar –pobre lucha– contra la propaganda inmisericorde de la izquierda internacional y del poderoso lobby republicano en el exilio en contra del régimen de Franco –que era vendido en el mundo como el fascismo más oprobioso–, editó un resumen de los contenidos de la Causa General, que ponía en evidencia las atrocidades cometidas por el gobierno republicano y sus “fuerzas revolucionarias incontroladas” durante los años del Frente Popular, titulado Causa General. La dominación roja en España. Dicho volumen fue olvidado durante más de siete décadas hasta que por fin fue reeditado en los primeros años del siglo XXI.

¿Cuántos ciudadanos fueron represaliados por el franquismo en sus primeros años? Pregunta de difícil respuesta, dada la poca fiabilidad de las cifras esgrimidas por unos y por otros. Lo más probable, pasando los datos por un cedazo y lejos de querer establecer una cifra siquiera aproximada, es que estemos hablando de algunas decenas de miles. No de cientos de miles y menos de millones, como últimamente algún desaforado esgrime entre aplausos. Lo mismo pasa con la cifra de exiliados que, si bien en un primer momento se elevó a cientos de miles a causa del miedo infundido a la población por los propios republicanos, que la hizo huir de mala manera, pocos meses después y con la vuelta de la mayoría esta cifra se redujo a decenas de miles, sin que este hecho tampoco se nos recuerde.

Otra cosa muy distinta ocurrió en Francia con su escondida Depuración. Y digo escondida porque mácula tal han tenido que pasar muchos años para que Francia por fin se atreva a levantar el velo que la ha venido ocultando. No quiero olvidar aquí la “aportación historiográfica” del inefable Ángel Viñas –al final no puedo evitar citar a uno de nuestros historiadores más sectarios– que hace sobre este tema. Y es que no lo puede evitar él tampoco y, en una especie de rigodón da vueltas y vueltas para de algún modo justificar la represión francesa.

Para acotar sus propias responsabilidades, los franceses, lo mismo que los republicanos al enfrentarse con su ominosa revolución sangrienta del otoño de 1936, recurren a la falacia de que los luctuosos hechos –muchos miles de ejecuciones sin procedimiento judicial alguno, es decir, de asesinatos– fueron cuestión de incontrolados sin tener que ver con sus respectivos gobiernos e instituciones. Así, los franceses distinguen entre una primera “epuration sauvage” (depuración salvaje) y una segunda y oficial “epuration legal”, esta última dirigida y controlada por sus autoridades. A la primera, cuyo nombre se debe a historiadores como Philippe Bourdrel ya en los años setenta y ochenta del pasado siglo, le cargan el furor vengativo de las acciones de la “resistencia” –mayoritariamente comunista– venida a poder revolucionario en los primeros meses de la “liberación” del suelo francés de la ocupación alemana, dejando para la segunda las más de ¡300.000! investigaciones y juicios que, cosas de la Historia que nos llega, solamente conllevaron unos cientos de ejecuciones “legales”. Las otras, las ejecuciones “salvajes”, según el ejército norteamericano rondaban las 80.000, cifra que el propio ministro socialista francés del Interior de aquel tiempo elevaba a más de 100.000. Que se dice pronto. En fin, a quien quiera profundizar en esta ominosa etapa de la historia francesa y no les cueste mucho leer el idioma francés, les recomiendo dos obras que, por otro lado, deberían estudiarse en las escuelas francesas y por qué no, también en las españolas: Histoire de l'Epuration, de Robert Aron, 3 vols., Librairie Arthéme Fayard, 1974, y L'Epuration Sauvage, de Philippe Bourdrel, 2 vols., Librairie Académique Perrin, 1988.

Continuará en:

Así se reescribe la Historia. El ejemplo español. 9) El Franquismo (III)