Enrique D. Martínez Campos

Carta abierta sobre Gibraltar (XV)

El comodoro Steve Dainton, jefe de las fuerzas británicas destacadas en Gibraltar. (Foto: https://noticiasgibraltar.es/).

EN RELACIÓN CON GIBRALTAR

LA CRÍTICA, 30 ABRIL 2021

Enrique D. Martínez Campos | Viernes 30 de abril de 2021

Queridos amigos: La actuación de los gobiernos de España en relación con la humillación que supone mantener en nuestro suelo la única colonia que existe en la UE, no tiene parangón en ningún otro país de los 27 que forman esa Unión. Estoy de acuerdo con el exministro García Margallo –aunque él tampoco actuó de forma contundente para encauzar el problema como debiera– en que “Gibraltar es un síntoma de la debilidad de España”. (...)



... Sigo tomando notas para tratar de contribuir a que los españoles puedan saber en qué puede quedar ese Acuerdo entre la UE y GB después del famoso Brexit. Me temo que, de acuerdo con las partes, España no va a lograr ni a medio ni a largo plazo lo que debiera haber conseguido hace algunas décadas: su integridad territorial.

Hay que recordar que durante la Transición –antes de que el PSOE alcanzara el poder en 1982–, políticos españoles decían que para que España entrara en la OTAN debían cumplirse tres condiciones: no entrar en su estructura militar (un completo absurdo), la desnuclearización de España (tema controvertido en plena Guerra Fría) y la recuperación de la soberanía española sobre Gibraltar.

Sobre este último tema ya se encargó el PSOE de F. González y luego el de R. Zapatero de olvidarse de esa lógica y justa reivindicación. Es más, lo que consiguieron fue dar alas a Gibraltar para humillarnos más aún ante GB, sobre todo el ministro Moratinos.

Omitir la exigencia de nuestra soberanía sobre el Peñón continuó con el exministro del PP Alfonso Dastis quien, de acuerdo con Soraya Sáenz de Santamaría, no planteó la cuestión de la soberanía para aprovechar la oportunidad del Brexit.

La actual ministra de Exteriores, González Laya, no cesa de proclamar que la política exterior española debe basarse en el multilateralismo, los derechos humanos, el feminismo y el buen rollito. ¿Los intereses nacionales, la integridad territorial española, la defensa de nuestras fronteras ante las invasiones africanas programadas…? Eso es lo antiguo, lo arcaico, lo que no tiene sentido.

Que Gibraltar, una parte de España, tenga la tercera renta per cápita más alta del mundo (92.000 euros/año/habitante) frente a la de la Línea (22.000 euros/año/habitante) no parece tener importancia, siendo la mayor diferencia que existe en el mundo en una zona separada por una Verja. ¿Es admisible esta humillación? Con el cuento de la “prosperidad compartida”, ¿no va a tener Gibraltar más oportunidades para colonizar amplias zonas del Campo de Gibraltar? ¿Es eso lo que quieren los españoles?

La Cámara de los Lores británica, sí. El acuerdo-marco firmado el 31 de diciembre pasado entre España y GB es para ellos sólo provisional. Lo que les interesa es el Tratado con la UE sobre Gibraltar. Y aquella Cámara lo tiene claro:

-Mantener la fluidez de paso por la Verja (punto esencial para GB para el mantenimiento de la colonia y su expansión económica y política).

-Mantenimiento del estrecho vínculo entre GB y Gibraltar.

-El deber moral del gobierno de GB es defender y representar los intereses de Gibraltar ante la UE. INTERESES, no pamplinas ni buen rollito.

Y la política exterior británica también. El 29 de marzo pasado estuvo en Gibraltar el ministro de Exteriores británico, Dominic Raab, para “mantener conversaciones con el líder del territorio británico (el alcalde de Gibraltar), sobre la consecución de un Tratado postBrexit con la UE”. También estuvo en la reunión el embajador de GB en España, Hugh Elliott. Dijo el señor Raab: “Nos comprometemos a lograr un Tratado que salvaguarde la soberanía de GB sobre Gibraltar y apoyar la prosperidad tanto de Gibraltar como de la región circundante”. Es decir, lo primero la soberanía. Después, la ampliación de la zona a colonizar. Al revés que España, cuyo gobierno ha decidido empezar por lo secundario para olvidarse de lo esencial.

Para rematar la faena, en una declaración oficial los reunidos añadieron: “La identidad británica de Gibraltar y la soberanía del Reino Unido deben ser preservadas… El Reino Unido apoyará plenamente a Gibraltar, a su gente y a su economía en cualquier escenario”. ¿Queda claro? Pues al gobierno sanchista parece no inquietarle, ni molestarle, ni indignarle semejante altivez y prepotencia británicas.

Sólo se atrevió a señalar que la negociación del futuro Tratado será “una negociación entre iguales”, esto es, UE y España por un lado y GB por otro. En su comunicado Exteriores añadió que “cabe recordar que Gibraltar es un territorio no autónomo sujeto a descolonización” y así figura en la lista de territorios no autónomos de la ONU. Por ello, España tendría capacidad de veto en el Tratado sobre Gibraltar entre la UE y GB. Estupendo.

Pero lo cierto es que España ha aparcado el asunto de la soberanía sobre el Peñón. De ahí la altanería y prepotencia británicas. Por eso GB sigue afianzando su permanencia en Gibraltar. Por eso los colaboracionistas españoles se frotan las manos. Por eso, a pesar de todos los vetos, España desea un Tratado esperando una “prosperidad compartida”, una limosna que, ojalá me equivoque, facilite la expansión colonialista gibraltareña en el Campo de Gibraltar.

El 2 de abril, en “ABC”, José María Carrascal –uno de los pocos españoles a los que les duele la humillación de Gibraltar– comentaba que GB le ha ido robando a España, repito robando, territorios anejos a la ciudad y al puerto de Gibraltar que no estaban incluidos en el Tratado de Utrecht de 1713. Y su única esperanza es que la UE no está dispuesta a mantener en su territorio una colonia británica después del Brexit. Creo que Carrascal peca de optimista.

Más adelante, en otro artículo de “ABC”, Carrascal niega que el tema de Gibraltar sea una especie de reliquia del pasado. Tiene razón. El tema sigue estando de plena actualidad en la ONU. Todos los años su Cuarta Comisión revisa la lista de los territorios del mundo aún no descolonizados, entre ellos Gibraltar. Y esto se debe al éxito de la diplomacia española en 1967, cuando la Asamblea General votó a favor de “una situación en la que, considerando que toda situación colonial que destruye total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país, es incompatible con los principios y propósitos de la Carta de Naciones Unidas”. Por eso, para Carrascal, “el acuerdo al que llegaron Londres y Madrid sobre el futuro de Gibraltar (el día de Nochevieja pasado) podría haber sido redactado por su alcalde, Fabián Picardo”, debido a que la colonia conserva todos los privilegios otorgado por GB y, encima, gana los que pueda ofrecerle la UE.

Otro periodista, Alberto Rojas en “El Mundo”, destacaba hace unos días que la población gibraltareña estaba ya vacunada en un 92% contra la peste china. Al lado, en La Línea, la incidencia de la cuarta ola de esta pandemia sigue al alza. Así, mientras en el Peñón se abren comercios, bares, negocios y llega el turismo, en La Línea han quebrado o están a punto de hacerlo todas las pequeñas empresas. A la gente allí sólo le quedan dos salidas: o irse a currar a Gibraltar o al narcotráfico. La diferencia económica entre una zona y otra es desoladora. “Aquí (en La Línea) ya se alija el hachís hasta de día, a plena luz”. ¿Quién va a colonizar a quién? Por eso es preciso actuar de forma contundente para evitar que la base militar de Gibraltar siga creciendo mientras que todo su entorno vaya deprimiéndose cada vez más.

El 4 de abril, Domingo de Resurrección, llegó al puerto de Gibraltar un buque de la Royal Navy, el “HMS Trident”, que tendrá como base permanente ese puerto. Es la primera vez, en más de 30 años, que un buque de esas características tiene por base permanente a Gibraltar. Buque patrulla de alta mar, de 90 metros de eslora, con una tripulación de unos 150 marineros. Su estancia se debe “a la revisión de la política de Defensa de GB”. El comodoro Steve Dainton agregó que “se trata de una demostración del compromiso a largo plazo del ministerio de Defensa con el desarrollo de Gibraltar como nodo estratégico mundial”. Ahí radica el interés fundamental de GB. Y seguro que, también, de EEUU.

El 6 de abril el periodista Andrés Rojo en “La Razón” comentaba: “De todos es conocido el constante goteo de incidentes marítimos entre embarcaciones británicas y españolas en las aguas de soberanía española que rodean el Peñón…”. Recuerda Rojo que sólo fueron cedidas a GB las interiores del puerto de Gibraltar.

Me alegra comprobar que cada vez son más los españoles que se ocupan de la colonia gibraltareña. Catedráticos, economistas, militares, periodistas… ¿Se estará despertando, poco a poco, el sentido de la crítica, la dignidad en muchas personas que entendemos el pasotismo de otras muchas sobre la integridad territorial de España? Y, mucho menos, la de la sumisión y contento de este gobierno socialcomunista y de todos los colaboracionistas españoles que desean que Gibraltar siga siendo lo que es.

Por cierto, estos últimos no dejan de llamar “patrioteros” a quienes nos duele la humillación de Gibraltar. Y también “elementos ultras, que se gozan con subir de estraperlo al Peñón a izar la bandera española para presumir de su hazaña”. Esto lo dice un tal José Luis Yagüe en una revista llamada “La Tribuna Hoy”. Aquí “hay gente p’a too”, como decía aquél.

Con estos mimbres, a mediados de abril seguimos a la espera del Acuerdo o Tratado entre la UE y GB sobre Gibraltar. Con España de espectadora, con mucho veto pero sin molestar ni irritar a GB. Para, así, facilitar el enriquecimiento de los hombres de negocios a uno y otro lado de la Verja, aumentar la colonización de Gibraltar hacia el norte y satisfaciendo a los colaboracionistas, bien tratados y bien alimentados por el lobby gibraltareño que se encarga de tenerlos contentos.

Un éxito monumental más de la política exterior de este gobierno socialcomunista, único en el mundo de la UE y prácticamente satélite del Foro de Sao Paulo iberoamericano, al parecer.

Un fuerte abrazo,

Enrique Domínguez Martínez Campos

Coronel de Infantería DEM (R)