(Desesperación y esperanza)
El autor comienza con un párrafo que es una síntesis del capítulo: ”Aunque los retos no tienen precedentes, y aunque los desacuerdos son enormes, la Humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones”. (...)
... Verdaderamente este párrafo asume que nos encontramos en una situación crítica en la que la Humanidad tendrá que emplearse a fondo, tal como parece que ya está comenzando a hacer.
Harari comienza, y me sorprende, tratando dos temas trascendentes en la historia de la Humanidad que han interrumpido el desarrollo de la vida humana y el progreso, tales como han sido los fenómenos del Terrorismo y la Guerra. Sobre el primero señala cómo unos pocos han conseguido atemorizar a millones y convulsionar las estructuras de los Estados. Para ello utilizan el miedo, tratando de cambiar las organizaciones políticas, y pone el símil de una mosca atacando a un toro, como ocurrió el 11-S, con las consecuencias que todavía estamos padeciendo, con todo lo ocurrido en el mundo musulmán. Señala el peligro de que el Terrorismo pudiera alcanzar el nivel nuclear, lo que exigiría una respuesta todavía mucho más drástica.
A continuación reflexiona sobre la Guerra, y afirma que “desde la crisis financiera global del 2008, la situación mundial se está deteriorando muy deprisa y el belicismo vuelve a estar de moda”. Muchos ciudadanos temen que cualquier incidente pueda prender la mecha de un conflicto global. Después hace un recorrido histórico de las grandes potencias que utilizaron la guerra como medio de mejorar sus economías, lo que hicieron Japón, Alemania, Gran Bretaña, EEUU, si bien este último se enredó en Oriente Medio sin conseguir victorias contundentes.
Resulta curioso que a continuación de la Guerra trate de temas como la Humildad, apostillando que “no somos el centro del mundo”, señalando como nacionalistas griegos, chinos, indios, musulmanes, europeos, estadounidenses, rusos y japoneses, actuaron creyendo que su cultura era la más importante de la Humanidad. Concluye afirmando que todo es falso, si bien expone que “el yoga fue un invento de Abrahan” (Harari es judío) y pasa a hacer consideraciones sobre la falta de humildad de judíos, cristianos y musulmanes. Pasa a continuación a tratar el tema de las Creencias, como la existencia de Dios y el laicismo, aportando sobre todo ello argumentos muy discutibles, como la validez de los textos sagrados de las tres religiones si se hubieran basado en las fórmulas de la energía, “igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado” que seguramente fueron escritos por homo sapiens imaginativos. Finaliza con el Laicismo, señalando sobre ello que es el lado opuesto a los creyentes, sin tomar postura de unos u otros, con personas que defienden distintas creencias con distintos valores, negando y rechazando lo que otros creen, sin responder a las realidades sociales, y termina preguntándose: “¿Era laico Stalin?”.