... la muerte de Jesús así como los acontecimientos que precedieron a su condena: EL PROCESO a partir de su detención en el Huerto de los Olivos. Se deben tener en cuenta algunas puntualizaciones básicas para no pedir a los relatos teológicos evangélicos lo que no son: crónica puntual periodística o una tesis histórica de los hechos, elaborados por un historiador que solo admite lo que se puede probar directamente.
Los relatos evangélicos del proceso de Jesús tienen tres características fundamentales: son escritos históricos, religiosos y apologéticos. Por eso los autores que prescinden de alguno de estos aspectos no llegan a ningún resultado objetivo y sí a muchas opiniones críticas contrarias y contradictorias más propias de la ficción literaria y cinematográfica, incluso entre católicos, cuando analizan la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Los evangelios son escritos revelados inspirados por el Espíritu Santo que respetan la personalidad de cada evangelista, que coinciden en lo esencial y presentan matices diferenciadores que enriquecen la teología de la Pasión. La Teología, como escribe el teólogo francés J. Moingt, no está por encima de la Historia, pero la Historia no puede ningunear la Teología, como sucede con frecuencia entre los exégetas racionalistas y liberales protestantes. Jesús no fue un agitador político, su mensaje es esencialmente religioso, como tal lo entendieron sus adversarios judíos del Sanedrín, al acusarlo de la destrucción del templo y de blasfemo por confesar su Mesianidad y su Filiación como Hijo del Bendito. Jesús no impugnaba el judaísmo como institución religiosa, no había venido ni abolir la Ley, ni los profetas, sino a darles pleno cumplimiento. Sin embargo, desde dentro como desde algunos movimientos de su tiempo, no desde fuera, como lo hacían los samaritanos o la secta del esenios que se oponían a la espiritualidad del templo. El centro del Judaísmo político-religioso había sido arrasado por el rey Antíoco Epifanes, que enloqueció al intentar divinizarse, así como por Pompeyo. En tiempos de Jesús, Poncio Pilato quiso profanar el templo colocando los estandartes del César, lo que fue causa de una represión feroz contra los judíos.
Tampoco quiso Jesucristo fundar una nueva religión. Él proclama un culto a Dios en espíritu y verdad. El proceso de Jesús estuvo relacionado con la predicación del Reino y confiere al conflicto con sus adversarios judíos, escribas, fariseos y Sanedrín, una verdadera dimensión religiosa. Su suerte estuvo decidida por su actitud ante el Templo. La misión de Jesús se caracteriza por poner remedio a la indigencia radical de la religión, en anunciar al hombre una Nueva Buena, cuyo sueño no podía alimentar ninguna religión, que Dios quiere comunicarse él mismo con los hombres y mujeres. Más aún, que él mismo, Jesucristo, es la religión de la verdad porque es el camino y la vida. El Cristianismo, como dice al Papa emérito Joseph Ratzinger, no es una religión de libro.
La gran música a la Pasión la compuso Händel en su maravilloso y bíblico Mesías, la obra más profunda sobre la Pasión, Muerte y Resurreción de Cristo, junto con la Pasión Según San Mateo de J.S. Bach. En el Mesías, Händel ha plasmado en la II Parte todos los registros de la compasión, piedad, lamentación y violencia (bofetadas, escarnios, salivazos) contra la mansedumbre del Cordero: la maldad del pecado y el perdón: todos los desgarros emocionales en los maravillosos coros y arias. Desde el solemne Behold the Lamb of God (…) al patético y estremecedor (He was despised (…).Solo desde esta perspectiva puede entonarse el grandioso ALLELUIA, coronado por el no menos espectacular AMEN. La esencia del Cristianismo es la Resurrección, sin ella, como dijo San Pablo, vana es la Fe.
Fidel García Martínez Licenciado en Ciencias Eclesiásticas y Doctor Filología Románica