Eso sí, tenemos que agradecerle al señor Iglesias su contribución a este desperece de la política que nos hace seguir pendientes en estos días de lo que pueda pasar y que, como podrán ustedes comprobar, puede ser cualquier cosa.
Quedamos a la espera de otros movimientos, que no se harán esperar, y a los que están obligados otros próceres, tales como el señor Errejón, clave para que el salto del señor Iglesias cobre algún sentido, más allá que el de ofrecer su cuerpo a los leones en la arena madrileña, disfrazado, eso sí, de Rodrigo Díaz de Vivar.