En efecto, su único argumento para justificar el golpe de mano en Murcia es la insoportable corrupción de su socio en esa comunidad, el Partido Popular, que le ha obligado a actuar en consecuencia. Esta redacción ha sido testigo -no ocular sino auditivo- del zarpazo de Joaquín Leguina a la presidenta de Ciudadanos que, saliendo del enredo de las respuestas de esta a sus entrevistadores mareando la perdiz una y otra vez, le ha espetado de forma harto violenta que las imputaciones por corrupción las determina la Justicia.
Son muchos los hilos que se están moviendo en estos momentos por parte del Partido Popular, PSOE y Ciudadanos, en ámbitos tan dispares como Murcia, Madrid, Castilla y León y Andalucía, amén de en otros de carácter local pero no menos importantes, para poder definir ni siquiera aproximadamente cuál será el escenario político de los próximos tiempos.
Esperamos que unos y otros no olviden que la fundamental misión de los políticos es gobernar y defender a los ciudadanos, más allá de ese inmoral -esto sí es inmoral, señora Arrimadas- forcejeo a cara de perro por el reparto del poder y sus prebendas.